Tomelloso

Antonio Olmedo: “Es una pasión y un orgullo acompañar siempre a la Virgen”

El vocal de la Hermandad de la Virgen de las Viñas explica en esta entrevista esa especial e intensa relación que mantiene con la Patrona

Carlos Moreno | Miércoles, 24 de Abril del 2024
{{Imagen.Descripcion}} Antonio Olmedo, junto a la entrada de la Ermita de Pinilla Antonio Olmedo, junto a la entrada de la Ermita de Pinilla

A Antonio Olmedo Navarro, (1955, Tomelloso), vocal de la Hermandad de la Virgen de las Viñas, la patrona le enganchó siendo muy joven. Desde entonces hasta hoy siempre ha estado muy cerca de la Virgen, sobre todo cuando ha ejercido de capataz. Como explicará en esta entrevista, que realizamos en el Santuario de Pinilla solo cuatro días antes de la celebración de la Romería, se encarga de que todos sus movimientos y  traslados se lleven a cabo con la mayor seguridad y delicadeza, siempre pensando en el cuidado de la imagen.

Huele a Romería en Pinilla donde ya se han instalado tascas, se adecenta el recinto y se rematan labores para que el Santuario luzca imponente el próximo domingo 28 de abril. En algunos de esos trabajos participa Antonio que pide al periodista unos minutos de espera. No tarda en  aparecer y tomamos asiento en uno de los bancos de la explanada con el sol de la tarde iniciando su declive.

Jubilado desde hace cuatro años, la mayor parte de su vida laboral activa ha sido transportista en el almacén de materiales de construcción de Perona.  Casado y padre de cuatro hijos, ejerce ahora de feliz abuelo de cuatro nietos con los comparte muchos momentos. Antonio presume de ser tomellosero por los cuatro costados y, sobre todo, de sentir a la Virgen de las Viñas en lo más hondo de su corazón. “Desde muy joven siempre me ha gustado estar cerca de la Virgen, ejercía una atracción irresistible sobre mí. Es un sentimiento de corazón que he llevado siempre conmigo, algo que no se puede explicar. Cada uno tiene su fe, pero en mi caso es una pasión y un orgullo acompañar siempre a la Patrona”, empieza diciendo.

Su llegada a la junta directiva de la Hermandad le hizo una gran ilusión y lo recuerda con cariño. “Llevo ya diez años. Una mañana, José Márquez fue a buscarme a mi trabajo. Tres miembros de la directiva cesaron porque no quisieron seguir y Márquez me propuso entrar. Se fijo en mí porque yo solía acompañar mucho a la Virgen en las llevadas y las traídas. Un año nos pilló una nube en la plaza, se fue casi todo el mundo y junto a algún directivo de la Hermandad la pasamos a la Iglesia. Me emocioné mucho cuando contaron conmigo, de hecho llamé a mi mujer llorando de alegría”.  Antonio estuvo cuatro años en la directiva de José Márquez y ahora lleva seis con Alejandro Ramírez, en total diez años al servicio de la Patrona.

Explica Antonio la función de capataz que ha desempeñado en varias ocasiones con una entrega y cuidado dignos de toda admiración. “Se trata de vigilar, de ir cuidando las andas, de estar pendiente de los traslados y los cambios que se van haciendo. Hay que tener un especial cuidado cuando entra y sale de la Ermita para que la imagen no se dañe. Cuando la Virgen sale de la Ermita, hay menos de un centímetro de margen con los arcos y la corona. Hay que coordinarse para que todos levanten al mismo tiempo y no pase nada”, explica.

Insiste Antonio en esa emoción y fervor que despierta la Patrona, “la gente se vuelca y nunca faltan personas que quieran llevarla” y poco le importa el sacrificio que supone estar pendiente de la Virgen. “En realidad, no ves ni Feria ni Romería porque siempre hay cosas que hacer, pero mis compañeros y yo lo hacemos con mucho corazón y orgullo. A nadie le pesa. Ese momento de llegada a la plaza y colocar a la Virgen junto al escenario para que pasen delante de ella todos los romeros no tiene precio". A las personas que no  entienden esa emoció, Antonio les responde "que no lo entienden porque no están dentro. Es una emoción que surge espontánea, porque ves que todo ha salido bien, que no ha pasado nada. Es un momento de emoción y abrazos con los compañeros increíble”.

Antonio Olmedo elogia la labor de las servidoras de la Virgen y del mayordomo, Félix Godoy “que siempre la dejan radiante” y repasa también esos momentos de la celebración que más le gustan. “La Procesión de Las Antorchas me encanta, sobre todo cuando llegamos a la Ermita y le cantan la Salve, también la Eucaristía del domingo que siguen tantas personas y que termina con la imposición de medallas a los nuevos hermanos. Son muchos y emotivos momentos”.

Le gustaría que alguno de sus hijos y nietos le sustituya en esta labor que realiza con tanta dedicación y entrega. “Al fin y al cabo, todo tiene un principio y un final y me gustaría que alguno me cogiera el relevo. Eso sí, teniendo claro que cuando das tu palabra y adquieres un compromiso siempre tienes que estar dispuesto”. 

Nos despedimos. Y solo unos cuantos segundos después, Antonio ya está metido en nuevas faenas. Todo esfuerzo merecerá la pena para la celebración de la mejor Romería posible.


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