José María Díaz Navarro está absolutamente enamorado de las
cuevas de Tomelloso. Es un defensor de un patrimonio único de la ciudad. No en
vano es el último tinajero. En el último año ha servido de guía a La Voz de
Tomelloso, ha descubierto a los lectores de este medio un tesoro escondido en
el subsuelo de la localidad. Asegura que nos quedan, todavía, más de un
centenar de esas construcciones susceptibles de ser visitadas.
Para él, como las cuevas de Tomelloso no hay otras en el
mundo. José María sabe todo lo que hay que saber del subsuelo de esta ciudad y
hemos querido, en esta ocasión, poner el foco en él.
—¿De dónde viene su amor
por las cuevas?
—Mi padre fue el primer tinajero que hubo en Tomelloso y
desde los 6 o 7 años me iba con él. Posteriormente, con 13 o 14 años ya comencé
a hacer algunas cosas. Es decir, que he estado entrando y salido a las cuevas
desde los 13 años hasta los 65 que me jubilé. Un año antes de jubilarme hice
las últimas tinajas en Tomelloso.
Las cuevas las he vivido, me han gustado y a mi padre le he preguntado mucho por ellas. Es por ello que sé cosas de muchísimos años antes de empezar yo con las cuevas.
—¿Qué es lo que hace
que Tomelloso pueda tener cuevas?
—El terreno sobre todo. Tomelloso tiene una tosca durísima
que es como el hormigón armado de 700 u 800 kilos. Eso tiene una resistencia increíble
que ha permitido que el 80 por ciento de Tomelloso esté hueco. La mayoría de
las casas están encima de las cuevas y hay algunas que llegan hasta la mitad de
la calle y muchas se comunican con las de los vecinos.
—Nos podría decir cuál
es el origen de las cuevas de Tomelloso.
—El origen de las cuevas está a partir del 1840. En
Tomelloso, en el siglo XVIII y
principios del XIX se comenzaron a poner muchas viñas. Mientras fuimos una
pedanía de Socuéllamos las uvas se llevaban allí. Posteriormente, vinieron
compradores de uva de Criptana y Alcázar, que se la llevaban ellos mismos. Los
tomelloseros descubrieron que haciendo vino (como esos compradores de Alcázar y
Criptana) el valor de la cosecha era mucho mayor.
En las viviendas aún no había cuevas. La mayoría de las
casas tenían unos sótanos excavados donde mantener las viandas o refrescar el
agua. Fue en aquellos pequeños sótanos
donde los agricultores de Tomelloso comenzaron a elaborar vino. Primero
probaron en unos pequeños envases, las orzas, las mayores de 100 litros. Pero
en aquellas primeras intentonas, el vino se estropeaba. Así que decidieron
buscar una temperatura más baja en verano, más caliente en invierno y más
constante. Comenzaron a excavar las primeras cuevas, que no eran ni mucho menos
como las de ahora, pero eran mayores y más profundas que los sótanos.
A partir de ahí, necesitaron recipientes mayores por lo que fueron a Villarrobledo, localidad en la que se fabricaban, a por tinajas. Como la cosa se dio bien, las cuevas fueron aumentando de tamaño y con ellas, las tinajas.
—¿Cuál fue el apogeo
de la construcción de las cuevas en la ciudad?
—A partir del 1900 y hasta que se fundó la Cooperativa, en
el año 1961.
—Esa ya es la época
de las tinajas de cemento, que suponen un salto importante en la construcción
de las cuevas, ¿no es así?
—Las tinajas de cemento se comenzaron a fabricar en el 1917,
aproximadamente. Se empezaron a hacer de ese material porque las de barro tenían
un peligro, que reventaban. Además del trabajo que suponía traerlas a Tomelloso
desde Villarrobledo y meterlas a la cueva de forma manual. Al hacer la
fermentación había muchas que reventaban. El tener que volver a meter otra vez
una tinaja para sustituir a la rota era muy costoso ya que había que romper la
bóveda que tapaba el hueco por donde se metieron la primera vez y volver a
construirla una vez colocada la tinaja nueva.
Los hermanos Vicente y Elías Ferrer fueron, tras muchas pruebas, los primeros que hicieron tinajas de cemento. Creo que fue en el año 1916. Estos señores pusieron un almacén de materiales de construcción y le ofrecieron a mi padre, que trabajaba con ellos, que continuara haciendo tinajas.
—¿Cuántas cuevas han
hecho los Díaz en el cerca de un siglo de labor?
—Muchas. No tengo ni idea… pero calculo que el 70 por ciento
de las cuevas de Tomelloso las hicimos nosotros. En la Cooperativa Virgen de
las Viñas hice 1.000 tinajas de 19.200 litros cada una, en la Bodega San José, también
y a particulares, muchísimas. Pero mi padre hizo más que yo, aunque lo gano en
volumen.
—¿Y el número de
cuevas que tenía Tomelloso en su máximo apogeo?
—Más de 2.200. Para poder bajar a ellas quedan en la
actualidad sobre 600. Para ver y a las que pueda bajar todo el mundo hay 50 o
60 y el resto están condenadas.
—Recientemente se ha
creado una asociación de propietarios de cuevas de la que usted ha sido el
promotor.
—Se ha creado pero ha costado mucho trabajo. He estado cerca
de 10 años visitando las cuevas que hemos hecho mi padreo o yo. He hablado con las
diversas Corporaciones de Tomelloso para que pueda venir todo el mundo a ver
este patrimonio tan valioso y tan grande que tenemos en Tomelloso. Al final se
ha conseguido constituir la asociación.
—Y desde que nació La
Voz de Tomelloso nos acompaña y guía por las visitas periodísticas a las cuevas…
—Aprovecho para dar las gracias a La Voz de Tomelloso y Lanza por la difusión que hacen de las cuevas de Tomelloso y la gente las está viendo. Además, gracias a esos dos medios el público se entera de cosas que no conocía.
—¿Cuáles son las
cuevas que más le gustan?
—Para mí son todas bonitas. No hay ninguna igual, pero todas
tiene su encanto y todas me gustan. Todas tienen el mismo mérito porque costó
el mismo trabajo hacerlas.
—Usted no se cansa de
decir que las cuevas de Tomelloso son únicas…
—La verdad, las cuevas de Tomelloso son únicas en el mundo.
Hay en otros lugares pero no son como estas, ni mucho menos.
—¿Qué les hace
diferentes?
—El terreno y la construcción. Tan espectaculares como las
de aquí no hay ninguna.
{{comentario.contenido}}
"{{comentariohijo.contenido}}"
Viernes, 15 de Marzo del 2024
Viernes, 8 de Marzo del 2024
Viernes, 1 de Marzo del 2024
Viernes, 29 de Marzo del 2024