En
la madrugada del miércoles, oí la lluvia golpear en la ventana. Lluvia
que hace nacer la hierba y enverdecer los campos manchegos.
Sentí paz, bienestar, emociones…
Mis
sentimientos se volvieron en mi contra, cuando al levantarme me topé
con una noticia que me devolvía de golpe a la realidad que me tocaba
vivir ese día. Belinda había fallecido.
La lluvia que me traía recuerdos y emociones, no era otra cosa que lágrimas.
Llanto
de todos los que tuvimos la suerte de conocer a una gran mujer. Una
mujer que en el momento de su mayor plenitud, nos tenía que abandonar
apresuradamente.
Como
otras muchas personas he tenido la suerte de conocer, de disfrutar y de
aprender de Belinda López Gallego. Nuestro camino se cruzó por
casualidad. Y me quede impresionado por cómo los grandes, GRANDES con
mayúsculas, encaran las pruebas más difíciles.
Belinda
era alguien con un magnetismo especial, que transmitía luz, ilusión,
esfuerzo, superación, ganas de luchar, ganas de vivir. En una palabra,
dignidad.
Belinda te enseñaba a soñar. A ver más allá de lo que pueden ver un par de ojos.
Y moja la lluvia. Y cala. Y las lágrimas cuando empapan no son lágrimas sino agua que da vida, que saca flores.
Se nos ha ido una flor.
Pero el agua ha hecho que nazcas en nuestros corazones.
Hasta siempre Belinda.
“Desde que te perdí,
La luz se ha puesto muy mojada
Mi Mirada triste está nublada
Y en mis ojos no ha parado de llover”.
Daniel Collado Collado
Director Gerente de Plena inclusión Castilla-La Mancha
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Miércoles, 27 de Marzo del 2024
Viernes, 29 de Marzo del 2024