Opinión

Nuestro interior es una enorme gruta por explorar

| Sábado, 1 de Diciembre del 2018
{{Imagen.Descripcion}} Gruta en los bosques de Viena / Foto: Fermín Gassol Gruta en los bosques de Viena / Foto: Fermín Gassol

Nuestro interior atesora un mundo maravilloso: cada uno de nosotros somos como una gran gruta por explorar que solo hace falta descubrir y tener la curiosidad de penetrar en ella. El resultado de su exploración muy pocas veces decepciona y  siempre sirve para enriquecernos y saber cómo somos de verdad.

Fuerte sacudida que estremece tus sentidos, apacible vendaval que oxigena tu razón, hermosa criatura que te pide la hagas vida, impulsiva, silenciosa, creativa con tu sueño, vida propia, gozo inmenso, luz potente… muchas son las sensaciones que provoca en un poeta, la imprevista e inexplicable inspiración. 

Como aquel explorador que penetra en una gruta, alentado por saber quien habita en su interior. Escribir es descubrir hermosas musas, darles luego alguna forma, voz y vida, proclamar a cuatro vientos su belleza, o plasmarlas en el papel del corazón.

Escribir es algo así como iniciar una apasionante exploración por la gruta de la inspiración. Un sugerente y atractivo espacio del que no se sabe su profundidad, si es angosta y difícil de avanzar por ella y si al final esa ilusión que el autor o explorador pone en su trabajo le reportará una recompensa agradable con el hallazgo de alguna cavidad admirable y magnífica. 

Al principio aparece ante los ojos de tu mente la intuitiva idea que deseas explorar, crear, desarrollar, plasmar y comienzas a penetrar en ella. A veces el pretendido trayecto cobra inesperadas alteraciones descubriendo sorpresivos lugares que la hacen mucho más gratificante. Es la corriente irrefrenable que alienta la inspiración.

En unas ocasiones el avance se hace duro y oscuro y la inspiración parece detenerse ante una pared o una sima que parece infranqueable no teniendo entonces más remedio que detenerse, pensar en la manera de salvar…la rima y algunas veces, porqué no, retroceder lo andado, borrar lo escrito y volver a comenzar, pero siempre tomando como únicas herramientas, la luz de la linterna, la pluma y  la imaginación…

En otras ocasiones la claridad mental hace de esas grutas, antes oscuras, una iluminada estancia que posibilita su avance de manera rápida; se convierten así en las más llanas y fáciles de explorar, las menos profundas y por ello suelen resultar también las menos bellas, misteriosas y gratificantes para el escritor y para ti, hipotético lector. 

Escribir y explorar son al fin, las búsquedas y hallazgos de todo aquello que ocultan las verdades de la vida, no en la fría caverna de la mente sino en la cálida cavidad del corazón.

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