Opinión

Leyenda de la valiente enamorada

María Pilar Valentín Díaz | Domingo, 9 de Diciembre del 2018
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Allá en el medievo,  cuentan que 

cerca del Pantano de Peñarroya,

escapar quiso una dama 

de un desposorio con quién 

ella sabía que no amaba.

Ondeaba su melena al viento

En la tenebrosidad de una oscura

 noche, casi al alba;

los cascos de su caballo

le servían de compaña.


Su magullado cuerpo

buscaba la madrugada;

que la luz del campo hiciera

el milagro de la vida,

al arribar la mañana.

Sus labios secos de amor

y sus dolientes ojos

su cara enmarcaban;

después del sufrido ocaso,

prisa tienen por alcanzar

esa brisa de la vida

en la fría madrugada.


Oro en su cuello de bronce

contrasta con la sencillez

de su castigada alma,

que sueña la libertad

en esta batalla librada,

que persigue continuar

 la promesa de palabra.

Galopa la niña hermosa

con miedos en esa su alma;

los cascos de su caballo

son su única compaña.

Encinas de deleïte 

y sueño que la animan;

siente el abrazo amigo de

la incipiente madrugada.


Dicen que lloró la niña.

Dicen que lloró la hermosa.

Dicen que lloró la dama.

Y las lágrimas de sus

azules ojos llegaron

a cubrir los romeros de

azules flores en ese

instante, en la madrugada.

Busca su camino libre

para encontrar a quién

ella en justa verdad ama.

Los romeros conservan el

azul de sus flores bellas

en recuerdo de esa dama.

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