Allá en el medievo, cuentan que
cerca del Pantano de Peñarroya,
escapar quiso una dama
de un desposorio con quién
ella sabía que no amaba.
Ondeaba su melena al viento
En la tenebrosidad de una oscura
noche, casi al alba;
los cascos de su caballo
le servían de compaña.
Su magullado cuerpo
buscaba la madrugada;
que la luz del campo hiciera
el milagro de la vida,
al arribar la mañana.
Sus labios secos de amor
y sus dolientes ojos
su cara enmarcaban;
después del sufrido ocaso,
prisa tienen por alcanzar
esa brisa de la vida
en la fría madrugada.
Oro en su cuello de bronce
contrasta con la sencillez
de su castigada alma,
que sueña la libertad
en esta batalla librada,
que persigue continuar
la promesa de palabra.
Galopa la niña hermosa
con miedos en esa su alma;
los cascos de su caballo
son su única compaña.
Encinas de deleïte
y sueño que la animan;
siente el abrazo amigo de
la incipiente madrugada.
Dicen que lloró la niña.
Dicen que lloró la hermosa.
Dicen que lloró la dama.
Y las lágrimas de sus
azules ojos llegaron
a cubrir los romeros de
azules flores en ese
instante, en la madrugada.
Busca su camino libre
para encontrar a quién
ella en justa verdad ama.
Los romeros conservan el
azul de sus flores bellas
en recuerdo de esa dama.
{{comentario.contenido}}
"{{comentariohijo.contenido}}"
Martes, 23 de Abril del 2024
Miércoles, 24 de Abril del 2024
Miércoles, 24 de Abril del 2024