Opinión

Sylvia Earle, la exploradora de los océanos

Daniel Cuadrado Morales | Martes, 11 de Diciembre del 2018
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Proteger el océano nos protege a nosotros. Todos dependemos de él. Si te gusta respirar, más vale que te guste el océano.”

La autoría de las palabras escritas más arriba es de Sylvia Earle, un nombre que, probablemente no os suene de nada. Y eso seguramente se deba al hecho de que el trabajo de Sylvia no es uno de esos trabajos que mueven grandes masas de personas, ella no se decantó por la música o el espectáculo. Sylvia es oceanógrafa, y muy buena. Tan buena que ha recibido en este 2018 el premio Princesa de Asturias de la Concordia, pero no es el único, casi se podría decir que Sylvia colecciona premio y distinciones. 

Earle nació en 1935 en Gibbstown, un pequeño pueblo del estado de Nueva Jersey, Estados Unidos. Su primera inmersión la realizó cuando contaba con diecisiete años, y desde ese momento supo que su vida sería dedicada al océano.

Tanto es así que en 1966 obtuvo su doctorado y poco tiempo después se unió al llamado “Proyecto Tektite”, una expedición completamente femenina a las Islas Vírgenes durante la cual vivieron bajo el mar durante dos semanas a casi veinte metros de profundidad. Earle ha explorado casi todos los mares del mundo, de forma incansable, realizando investigaciones transcendentales. En 1998, la revista “Time” la proclamó “Héroe del Planeta”, siendo la primera persona del mundo en recibir semejante título.

A lo largo de su carrera ha sido catalogada como una leyenda viva y ha recibido veinticinco doctorados honoríficos, siendo, además, la primera mujer en dirigir la NOAA, la Administración Nacional Atmosférica y Oceanográfica.

Más de 7000 horas totales de buceo, y su récord de inmersión en solitario, a 1000 metros de profundidad, dan testimonio del compromiso de Earle con el océano, siendo apodada “La Dama de las Profundidades”. Todo esto, unido a su espectacular currículum, fueron los argumentos que el jurado del Princesa de Asturias esgrimió para concederle tal premio.

Hoy en día, a sus 82 años, sigue siendo una acérrima defensora de los océanos y de su necesidad de protegerlos, centrada ahora en la reducción de las inmensas cantidades de plástico que lo pueblan. 

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