Opinión

María

Manuel Sánchez Patón | Miércoles, 12 de Diciembre del 2018
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Ha muerto Bernardo Bertolucci, bautizado como “el último emperador del cine europeo”. Puede que sea cierto y ahí consta su extensa y genial creación filmográfica. En estos días se suceden reconocimientos y homenajes.


Yo me acuerdo más de Maria Schneider, la pareja protagonista de Marlon Brando en El último tango de París, icono de la progresía. Engañada, fue forzada por el maduro Marlon Brando en la famosa escena de la mantequilla. Maria Schneider sólo contaba 19 años y hasta ese mismo momento era virgen (Marlon Brando tenía 47 años). En una entrevista en 2013, el director italiano reconocía la veracidad de los hechos, justificándolos en la búsqueda de “autenticidad”. No quería que la actriz fingiera sino que sintiera en carne propia su humillación. Así lo expresó ante las cámaras de una cadena estadounidense.


Fue tal el desgarro de la violación que, desde entonces, la joven se sumió en una montaña rusa de drogas, depresiones, intentos de suicidio e ingresos en centros psiquiátricos. El director de Novecento jamás se interesó por su estado. Maria Schneider falleció en 2011 a consecuencia de un cáncer.


Recordemos a Maria Schneider, a todas las Marías, célebres o anónimas, juguetes rotos, malditos, fantasmales, del patriarcado.

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