Siembra
la mañana amargura en los campos de pastos tiernos.
No
se oye en el establo la voz juguetona avisando tu proximidad cariñosa.
El
silencio secuestra el sonido de tus pasos próximos a la puerta donde esperan
impacientes tus vacas.
Reventó la bomba de tu corazón en un ¡Boom!, y esta
vez no era la nieve teñida de anilinas de broma.
Maldito
el sino que te arranca los lazos con la tierra que amas.
Tengo que llamarte: ¡Amigo!.
Amigo José Pinto, porque formas parte de
mis tiempos y admiraciones. Han sido muchas veces las que te has asomado a la
televisión de mi casa. Tantas, que te sentíamos como alguien familiar. Seguíamos
tus respuestas como flechas cruzando el plató. Hemos disfrutando de tus
comentarios y tus ocurrencias sazonadas de socarronería bondadosa.
Te hiciste famoso por algo
estrafalario entre afamados de nuestra sociedad: Eras inteligente. Respondías
sin necesitar tiempo para recordar. Nunca te faltó el aplauso cariñoso para los
aciertos de los contrincantes. Sabías tanto… y de tantos temas… ¡Lo hacías tan
bien!
Te fuiste de los colores
de la pantalla, pero te quedaste en nuestra familia y en nuestra casa.
Eras, José, insólito. Eras
un hombre enciclopedia y no disfrutabas de despacho con grandes mesas
acristaladas y secretarias a las puertas, tampoco un ujier con uniforme te
anunciaba las visitas. Te ganabas el pan trabajando de ganadero de vacas, vestido con mono de faena, y calzando botas
de goma.
Qué desfachatez, decían
los lelos señalando con el dedo. Qué estridencia respondían los licenciados en
urbanidad repelente. No puede ser, apostillaban los afectados de frac y
pajarita.
Yo desde mi incultura
consciente, te reconozco como paradigma digno de imitar. Desde mi penuria
intelectual te nombro “Vademécum” para cualquier bípedo implume. Desde mi
sencillez personal quiero reconocer y valorar tu aportación a muchos miles de
personas. Has encendido una luz en nuestra jerarquía de apreciación de la
realidad.
A todo esto, José, no me
conoces. Pero no importa. Soy una persona más entre los miles que te hemos
seguido.
Ah, creo que te habrás dado cuenta de que ahí en
el cielo el “Jefe” sabe mucho de ovejas, siembra y viñas. Como a ti no se te
despinta nada, ya lo conoces. Sí…, el que te dio el abrazo tan fuerte cuando
llegaste asustado.
Otro abrazo mío, éste
desde la tierra, y no te preocupes por tus compañeros del equipo “Los Lobos”,
no hay quien pueda con ellos.
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Jueves, 25 de Abril del 2024
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