Opinión

Sentidos prácticos

| Sábado, 9 de Marzo del 2019
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Al hablar de los sentidos lo hacemos normalmente en relación a los cinco sentidos corporales. Cuando alguien goza además de una habilidad especial para intuir, captar o hacer alguna cosa, solemos decir de manera coloquial y simbólica que tiene un sexto sentido.

 Los sentidos son quienes posibilitan percibir las realidades y estímulos exteriores. La percepción es en los seres vivos algo fundamental cara a la subsistencia. Si careciéramos de sentidos no podríamos vivir o en todo caso lo haríamos sin saber cómo somos y cómo es el mundo. Seríamos como unas islas a las que no podemos llegar ni de las que podríamos zarpar. Un cuerpo aislado de sensaciones físicas, una realidad sin constancia de la realidad. 

Pero existen en el hombre con mayor o menor medida, otros sentidos que resultan muy importantes por su practicidad y que no se corresponden con las percepciones físicas sino que hacen referencia a dotes para hacer frente a las realidades cotidianas y sobre todo a las adversidades.

Estos cinco sentidos, auténticos indicadores de nuestra madurez personal y vital son, los sentidos del humor, de la medida, de la oportunidad, de la orientación y de la sensibilidad. Con estos cinco sentidos suficientemente desarrollados, el hombre puede hacer frente de una manera más inteligente y atinada a todo aquello que piensa o posee, sobrellevando más levemente sus carencias y defectos; saber sobreponerse a lo negativo, administrar mejor los momentos positivos y felices de su vida y captar con más acierto el lugar en dónde se encuentra su futuro apropiado.

 Unos sentidos que nos sirven también para huir de esa estupidez que supone forzar a la naturaleza y al tiempo y nos permiten además ensamblar nuestra existencia de manera idónea en el difícil hueco de la azacanada vida, para lograr, en suma, ser unos mismos, que hoy los vientos soplan fuertes, enrarecidos y equívocos. Parar, templar, mandar y cargar la suerte, solamente lo saben y pueden hacer aquellos que con los “pies enterrados en el albero de las circunstancias”, lidian a la vida, seguros de lo que quieren, “apretándose los machos” ante las adversidades.

Sin embargo lo ideal sería, que además de todos estos sentidos, tuviéramos en dosis suficientes ese otro sexto sentido al que hacía referencia al principio y que se antoja fundamental, no ya para los pequeños negocios materiales, sino para afrontar el gran negocio de entender y caminar por la vida y que, ustedes ya lo habrán averiguado, lo denominamos como el sentido común.

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