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Romería

Apoteosis final en la Romería de la Virgen de las Viñas

Tomelloso se vuelca con su Patrona en una inolvidable celebración con masiva participación, excelente tiempo y ausencia de incidentes graves

La Voz | Domingo, 28 de Abril del 2019

Mira sus relojes la gente que se agolpa en la Avenida de la Virgen de las Viñas, calle Socuéllamos, Veracruz y Plaza del Arcipreste, el lugar donde este año culmina la Romería. El sol empieza a bajar, pero sus rayos todavía ofrecen un calor agradable, casi de verano. La gente mira para ver si aparece y sí, por fin, alrededor de las siete y media de la tarde, asoma a lo lejos la figura de la Virgen, vitoreada y agasajada por todos. Va rodeada de miles de romeros, cansados por el intenso día, pero con el ánimo, la fe y la devoción infranqueables.

Algo más de dos horas antes se escucha el repique de campanas en Pinilla; son las cinco de la tarde y se inicia el traslado de la Patrona a Tomelloso. Todo es claridad en este camino de peregrinación; el sol, el vestido blanco de la Virgen, la pureza de los sentimientos que allí acontecen. En la cima del puente de la autovía, el rostro de la Virgen vuelve su mirada hacia el Santuario del que se ausentará algo más de un mes.

Entre vivas, canciones y mucha devoción los romeros se van acercando a Tomelloso. Muchos llevan el rostro colorado por el calor, pero aquí nadie cede, por la Virgen lo que haga falta. Siempre aparecen voluntarios para llevarla. La Procesión de Romería se forma en el antiguo cuartel de la Guardia Civil.

En la avenida de la Virgen de las Viñas y la calle Socuéllamos hay muchísima gente esperando a esa Virgen que tanto emociona y une. La avenida está engalanada con pancartas de la Patrona y banderas españolas. Cuando la Procesión alcanza la calle Juan José Rodrigo, la Virgen y los romeros mantienen la tradición del saludo a Encarnita Ramírez, gran devota y protectora de María de las Viñas.

Suenan las guitarras, bandurrias y castañuelas de las grupos folklóricos Virgen de las Viñas, Manantial del Vino y El Bombo. A la altura del Santo Tomás-La Milagrosa sucede algo hermoso; desde las ventanas del centro, los alumnos lanzan pétalos de flores sobre la Virgen. De fondo, se escuchan los limpios acordes de la banda de la Asociación Santa Cecilia.

La culminación de la Romería es en la plaza del Arcipreste. El locutor, Pepe Sánchez, anima el cotarro con su maestría y solvencia habitual. Cuando el presidente y resto de miembros de la Hermandad dejan la imagen de la Virgen se abrazan y lloran. Todos ellos y la alcaldesa, Inmaculada Jiménez, reciben saludan a todos los participantes en el desfile. Las arrancadas de las reatas provocan muchos aplausos y emocionan a los mayores; pasan después más carros con un inacabable jolgorio en su interior y numerosos caballos con su trote elegante, el camión antiguo de Espinosa, Los Canutthi, la peña Los 25.

Llega la algarabía de las carrozas de verde. Esas de largos nombres que arremeten, aprietan, espantan o revientan. Los jóvenes exprimen su último aliento para darlo todo en su paso ante la Patrona. Suben los decibelios de la música, mueven la estructura de las carrozas, gritan con voz ronca: ¡Viva la Virgen de las Viñas!, exhiben sus últimos litros de calimocho y casi resulta imposible leer sus nombres en sus manchadas camisetas. Pero son felices y transmiten la entrega y comunión absoluta que tienen con la Patrona.

Los grupos y peñas van cubriendo de flores y regalos a una Virgen cada vez más hermosa y reluciente en la tarde que se va. Bailan jotas y seguidillas los grupos folklóricos sobre el escenario y acto seguido se produce el traslado de la Virgen a la Parroquia de La Asunción de Nuestra Señora donde se celebrará la Eucaristía de Bienvenida. Es la apoteosis de una gran Romería como la califican en su balance final Alejandro Ramírez e Inmaculada Jiménez que agradecen el gran trabajo que han realizado las fuerzas y cuerpos de seguridad: Guardia Civil, Policía Local y Protección Civil que trabajaron con abnegación para que todo saliera bien. Y lo han conseguido.