Si al menos vistieran bien y se lavaran... Su presencia afea la higiene urbana y mental de la ciudadanía bienpensante. ¿Qué pensarán los niños?

Deslucen la Villa y Corte que se pone guapa por vacaciones, espantando el turismo. Porque la gente que visita la radiante ciudad tiene derecho a ver y a disfrutar de cosas bonitas. A no ser molestada, a tener una estancia tranquila. A dejarse el dinero.

Madrid, Barcelona, Bilbao, Vigo, Zaragoza, Valencia, Sevilla son marcas lustrosas, imanes para las grandes inversiones, los fastos (Madrid huele a Juegos Olímpicos, esta vez sí), la homogeneidad comercial, las luces de Navidad, y la gentrificación. Santuarios del consumismo para salvarnos del atroz aburrimiento y la desdicha ante un futuro incierto. Oh, no hagaís caso, la contaminación es un cuento chino de la izquierda perdedora, que siga la fiesta (Madrid Central)

Fernando Sánchez Dragó, albacea intelectual, resabiada (y ojo, mística) de la extrema derecha patria, decía hace unos años, entonces en su refinada columna de El Mundo, que el que es pobre es porque quiere, que se lo ha ganado, y "que se joda". Ahí va eso.

Pobres, feos y malolientes; no soís bienvenidos.

Porque Madrid es cool, no "eso".