Todos sabemos sobradamente que
las armas se utilizan para ir contra algo o alguien con el único afán de hacer
daño, aunque solo se trate de una simple diana. Cuanto más potente sea el
artilugio empleado, mayor será su capacidad de destruir, todo estará en función
de las dimensiones que presenta el objetivo a abatir. El arma es pues un puro
medio del que alguien se vale y que una vez utilizado, bien se sustituye o se
guarda para una próxima ocasión.
Ustedes pensarán de manera lógica
que estoy hablando de armas hechas con materiales de distintas características,
pero si les digo que las armas a las que me quiero referir están formadas por
personas o colectivos humano, la cuestión cambia sustancialmente de perspectiva
y contenido. La pregunta que se harán es cuándo, cómo y porqué se producen
estos extremo.
Si son algo observadores y siguen
las noticias que diariamente aparecen en los medios, habrán caído en la cuenta
de la falta de concordancia y coherencia que presentan algunos hechos del mismo
tipo y calado según se den en una situación u otra, sobre todo en el mundo de
la política.
Las mujeres y los marginados, migrantes
incluidos, constituyen ahora mismo las dos armas arrojadizas más potentes en
las luchas de unos partidos contra otros. Armas que se utilizan solamente si
con ellas se hace daño al partido al que se quiere minar, por decirlo de manera
coloquial si hay chicha, que de lo contrario, esas balas, dardos u obuses
dialécticos se guardan para cuando exista alguna presa a derribar, no
importando por tanto el alma de las personas, solo el rédito político o
electoral.
¿Cómo se explica si no que se
denuncien situaciones ante quien ejerce responsabilidades sobre todo en el
mundo de la marginalidad y llegada la hora de tener que actuar se siga con la
misma o parecida actitud? ¿Cómo es posible igualmente que se denuncien
situaciones donde las mujeres son maltratadas o simplemente no gozan de
igualdad real y se mire para otro lado o se justifique, por mor de sus
creencias por ejemplo, que sean tratadas como esclavas u objetos propiedad de
alguien? No entro en citar ejemplos concretos, los habría por cientos, pero
creo haberme arrimado lo bastante para que ustedes sin necesidad de utilizar
prismáticos, puedan ver de manera suficientemente clara a lo que me estoy
refiriendo…
No existe postura más ruin que utilizar a personas como cosas, objetos o medios con el único fin de darle en la cresta al rival de turno. Nada es más humillante para los marginados, pobres y mujeres que ser usados como armas arrojadizas para derribar al otro. Nada más infame que servirse de estos colectivos de personas para sacar tajada del momento político.
Una forma preocupante, muy preocupante de marginación actual es la que tiene lugar en el mar, en ese inmenso territorio tierra de nadie. Se trata de la marginalidad anónima, sin rostro, lejana, distinta por tratarse de extranjeros en el sentido más extremo. Hombres, mujeres y niños que subidos en pateras o embarcaciones humanitarias claman aquello que un día escribió Rafael Amor: “No me llames extranjero, porque haya nacido lejos o por que tenga otro nombre la tierra de dónde vengo. No me llames extranjero, porque fue distinto el seno o porque acunó mi infancia otro idioma de los cuentos. No me llames extranjero si en el amor de una madre tuvimos la misma luz en el canto y en el beso, con que nos sueñan iguales las madres contra su pecho”.
El Papa Francisco, al que no mueve ningún interés partidista sino que ejerce una mera autoridad moral basada en valores humanos trascendentes, nos dice cara a la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado algo sumamente esclarecedor: “La respuesta al desafío planteado por las migraciones contemporáneas se puede resumir en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. Pero estos verbos no se aplican sólo a los migrantes y a los refugiados. Expresan la misión de la Iglesia en relación a todos los habitantes de las periferias existenciales, que deben ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados. Si ponemos en práctica estos verbos, contribuimos a edificar la ciudad de Dios y del hombre, promovemos el desarrollo humano integral de todas las personas y también ayudamos a la comunidad mundial a acercarse a los objetivos de desarrollo sostenible que ha establecido y que, de lo contrario, serán difíciles de alcanzar”.
Fermín Gassol Peco
Director Cáritas Diocesana de Ciudad Real
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Jueves, 25 de Abril del 2024
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