Opinión

La estética de Downton Abbey

Fermín Gassol Peco | Lunes, 23 de Septiembre del 2019
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Tras ser emitida durante seis temporadas en televisión y obtener un reconocido éxito de público y crítica, la serie Downton Abbey ha sido llevada al cine. Una iniciativa acertada pues estas películas estéticas, en las que los escenarios y paisajes naturales tienen no poco protagonismo, reclaman ser proyectadas en pantallas cuanto más grandes mejor; y si los encargados de rodarlas son ingleses, inigualables en reseñar los más mínimos detalles, desde un esmerado vestuario y elección figurantes con aspecto “pura cepa inglesa”, hasta los enseres de las estanterías y escritorios, hacen que este film  sea una auténtica delicia para la vista. 

Downton Abbey presenta un reparto coral pues son muchos los personajes que intervienen teniendo como es lógico distinto protagonismo y acierto, aunque todos mantienen un nivel correcto. Del extenso electo, la genial Maggie Smith, veterana actriz de teatro con muchos premios y reconocimientos en su haber, ahora en el papel de Violet, condesa viuda de Grantham, se lleva la mejor parte; sus ocurrentes frases y la contundencia expresiva de sus primeros planos dan fuerza al relato. Jim Carter como mayordomo y su acertada mímica, Lesley Nicol como una cocinera de fuerte a la vez que afable carácter y Phyllis Logan como discreta y efectiva ama de llaves, muestran una más que aceptable riqueza interpretativa. Todo ello envuelto con la original y agradable banda sonora.

La mansión de los protagonistas de Dawnton Abbey, la  familia Crawley con su extenso servicio, propietarios en la ficción, es el impresionante castillo de Highclere, residencia victoriana de estilo isabelino, rodeado de unos muy cuidados jardines y prados con una extensión de veinte kilómetros cuadrados, situado en el condado de Berkshire. En la realidad, el castillo es propiedad de la familia Herbert, condes de Carnarvon a los que la suerte en forma de séptimo artes les vino a ver con su elección para el rodaje de, primero la serie y ahora esta película recién estrenada. A pesar de su distinto formato y duración, creo que quienes vayan a verla, quien escribe lo hizo ayer, lo hacen con la sensación de presenciar un capítulo más, el cincuenta y siete, quizá el último o quizá no, que el negocio es el negocio y me da que incorporando algunos personajes del “cuerpo de casa” e introduciendo sus particulares historias, Dowton Abbey puede tener metraje para rato. 

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