Desde mi ventana
observo el membrillo
que ávido de rayos de sol
espera en paciente calma
percibir del astro rey algún brillo.
Olorosos frutos que amarillean
con la infinita paciencia
de una madre que espera
el abrazo de un hijo que regresa tarde.
Decidimos salir
al escenario de la vida
de comienzos de otoño
en el campo.
Es octubre, se adivina
un ligero cambio
en las cantarinas hojas
de los álamos,
que en su rubor comienzan
a amarillear.
Pero se resisten a hacerlo
alborozadas por el vientecillo
suave que les hace inclinarse
un poco, majestuosamente,
como si su elegante reverencia
quisiera ser un saludo amable
al comenzar nuestro paseo.
¡Huele a campo fresco
preñado de madurez
y de encanto!
(12 de octubre de 2013)
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Martes, 23 de Abril del 2024