“Plinio y el juez se miraron con ojos rebinativos y el casero Dativo, con el morro sacado, echó una carrerilla de can hacia donde señaló. Entre los rastrojos pajizos se alzaban encinas viejas que sobrevivieron a los desmontes de aquellos pagos; y chaparros nuevos, los que llaman `guiaos´, dejados de las últimas entresacas. El verde ceniza de las carrascas pintaba mucho sobre el clarión de las rastrojeras. En aquel pequeño acune del terreno sólo se oía el motorcillo de las moscas virulas, que sateliteaban sobre las cabezas de las autoridades”.
FRANCISCO GARCÍA PAVÓN
“Vendimiario de Plinio”
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Miércoles, 17 de Abril del 2024
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