Opinión

Carta a mis padres en el Día de los Difuntos

Joaquín Patón Pardina | Sábado, 2 de Noviembre del 2019
{{Imagen.Descripcion}}

Queridos Padres:

¿Cómo estáis? Seguro que muy bien.

Madre, van para cinco los años que te fuiste. Padre, tú a últimos de este mes de noviembre hará dos años. Si os digo que tanto Dolores como yo os echamos mucho de menos, os lo creéis, porque sabéis que expresamos la verdad.

Cada día nos acordamos muchas veces de vosotros, os contamos las cosas más importantes que hacemos y os pedimos ayuda en los momentos más estrechos; compartimos con la palabra desde la mente los acontecimientos agradables y triunfos de nuestros hijos.

Cuando vamos al pueblo no falta nunca una visita al cementerio. Allí en la sepultura de siempre, están los restos de lo que  un día fueron vuestros cuerpos; sabemos con certeza que vosotros no estáis en ella. En la tierra, con una losa encima, sin más esperanza que mantener el ciclo natural de la naturaleza, o sea el convertirse otra vez en tierra y elementos que seguirán transformándose en otros seres, es poca razón para vivir. 

Tenemos por cierto que nuestro cuerpo es un conjunto de elementos químicos, que componen la naturaleza de cualquier ser vivo o muerto, sean animales, piedras o cualquier otro vegetal. Somos hijos de la misma Madre Naturaleza.

Vosotros nos educasteis desde unos principios fundamentados en un saber de siglos con el apoyo de una fe grande en Dios. Ninguno de los dos fuisteis beatos de misa diaria, no hace falta. Sin embargo vuestro empeño fue siempre, consciente o silenciadamente, ser personas mejores  con vosotros y con los que os rodeábamos.

Tenemos un problemón muy grande. Nuestra mente y razonamientos funcionan con la experiencia de lo que nos rodea. Para nosotros el tiempo existe contado por los relojes y divididos en componentes, que nos ayudan a marcar los acontecimientos y tareas previstas.

Vosotros estáis ya fuera de las coordenadas de tiempo y espacio en que nos movemos nosotros. Llamamos CIELO a la situación de que disfrutáis; sabemos que no es un lugar pero nuestra imaginación e ignorancia necesitan representarnos  lugares, estancias, paisajes, situaciones… para convencernos de una idea engañosa de lo que es eso, que existís.

La barrera es casi infinita. Nunca hemos tenido respuesta vuestra a los comentarios, que os hacemos del acontecer diario. Os hablamos con la certeza-insegura de que nos escucháis. Os comentamos con la sensación de incomprensión de los que nos rodean,  si superan lo que estamos pensando nos tildarían de locos. 

El mismo inicio de la carta lo he hecho al modo terrestre, preguntándoos por vuestra situación que se supone de salud, es cortesía, pero también urgencia sapiente de vuestra felicidad.

Es evidente que habitamos mundos distintos. Vosotros conocéis el nuestro y el vuestro, pero nosotros desconocemos todo sobre vosotros. Hay mucha gente que dice, lo sabéis, nadie ha venido del “otro mundo” para contarnos cómo es. Las emisiones desde vuestro lado no llegan en forma y modo de comprensión para nosotros.

Los que no nos fiamos solo de la razón y la experiencia, reductores de toda vivencia al mundo natural, tenemos la seguridad de vuestra existencia continuada. Y no es como dicen algunos “nuestros difuntos mientras  vivan en nuestra memoria, no han muerto”, esto al  fin y al cabo es otra falacia como tantas que nos rodean; porque entonces cuando una persona por la razón que sea olvida al ser querido  muerto, ¿es entonces cuando muere el difunto? No tiene sentido.

Al tiempo, comentaros, que me resulta extraño que se haga fiesta entre carnaval y tetricismo con la figura de muertos violentamente desfigurados por el terror, coloreados de sangre y muerte.

Queridos Padre y Madre, aunque no pueda demostrar a modo humano, afirmo que estáis donde la vida continúa después del último latido, que Papá-Dios os tiene mimados con Él, igual que nos mima aquí en la tierra. Estoy seguro de que habéis podido abrazar a vuestros padres, hermanos muertos antes que vosotros.

Seguro que habéis conocido directamente a la Virgen María, la Mamá de Jesús, y le habéis cantado un “Dios te salve María…” a coro con los que hay ahí del pueblo. Ella os ha abrazado con todo el cariño del que es capaz una madre y ha terminado cantando con vosotros; le gusta mucho contagiar alegría, ya lo hizo con Isabel su prima cuando fue a decirle que estaba embarazada de Jesús.

Y ¿a cuantos más conocidos habéis saludado? Personajes importantes en la historia de aquí, santos ilustres, santas de todos los países. Madre, ¿cómo fue el encuentro con tu querida Rita de Casia? La tenías como santa de tu devoción y a ella te encomendabas continuamente. ¡Qué rato más bueno pasarías con ella! ¿Qué te contó? A que no es tan rara como quieren presentarla aquí.

Ya habéis visto que hemos puesto flores y una maceta frondosa en vuestra tumba. El centro lo colocó Dolores con todo el cariño del mundo, no se quedaba contenta de cómo quedaba y lo recolocaba a cada momento, para que luciera más bonito.

Hoy arde una vela dentro del farol en la entrada de casa. Os recordamos de modo especial. Queremos manifestar con esa luz nuestro cariño y también la certeza de vuestra vida después de ésta en la tierra, además del amor que siempre nos habéis tenido y mantenéis.

Un abrazo muy fuerte para cada uno de vosotros con la seguridad de que un día, cuando Dios quiera, volveremos a vernos y abrazarnos como lo hacíamos en este mundo.

Vuestro hijo Joaquín


5464 usuarios han visto esta noticia
Comentarios

Debe Iniciar Sesión para comentar

{{userSocial.nombreUsuario}}
{{comentario.usuario.nombreUsuario}} - {{comentario.fechaAmigable}}

{{comentario.contenido}}

Eliminar Comentario

{{comentariohijo.usuario.nombreUsuario}} - {{comentariohijo.fechaAmigable}}

"{{comentariohijo.contenido}}"

Eliminar Comentario

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter
  • {{obligatorio}}