Fueron diez las cuevas que se pudieron visitar: la cueva del Abuelo Moreno en la calle Ronda, propiedad de los hermanos Andújar; la cueva de Arturo Villena en la calle Hidalgo; la cueva de Manuel Casero, también en la calle Hidalgo; la cueva de Ceferino, propiedad de Arcadio Díaz, ubicada en la calle Cánovas; la cueva de Manuel Carrasco en la calle Galileo; la cueva de Juana Jiménez en la calle Garcilaso; la cueva de la familia Perales en el paseo de San Isidro; la cueva de Jesús Perona en la calle Santa Quiteria; la cueva de Cándido Grueso en la calle Persiles y la cueva Pirolo de Julián Espinosa en la calle Domecq.

Cuevas de distintas épocas con muchos elementos parecidos, pero también con sus propias características y encanto. Entre los visitantes había gente de Extremadura, Sevilla, Madrid, Socuéllamos y Argamasilla, entre otras localidades, que quedaron gratamente sorprendido por la belleza de las cuevas, unas construcciones que fueron clave en el desarrollo económico de la ciudad.

Dado el éxito que ha cosechado la actividad, en próximas fechas se volverán a organizar nuevas rutas por las cuevas de la ciudad.