Opinión

No les moverán

Manuel Sánchez Patón | Jueves, 5 de Diciembre del 2019
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Una circular del Ministerio de Asuntos Exteriores hecha pública a mediados de la semana pasada alertaba de la alta probabilidad de atentado terrorista en los campamentos de refugiados de Tinduf, al sur de Argelia. Según los servicios secretos españoles, la fuente de información es seria y creíble, basándose en la creciente actividad de grupos armados en la zona, en particular en Níger, Burkina Faso, y sobre todo en el norte de Malí. Destaca el Estado Islámico del Gran Sáhara (ISIS-GS), una escisión de Al Murabitum, franquicia de Al Qaeda en El Sahel.

La noticia ha caído como un jarro de agua fría en el seno de cooperantes y activistas españoles que desde hace muchos años alivian las penalidades en los campos de refugiados, en un exilio que dura casi medio siglo. También en cientos de familias que participan en el Programa Vacaciones en Paz, que durante el verano acogen a alrededor de 4000 niños y niñas saharauis para pasar una breve estancia en nuestro país y escapar de una realidad desgarradora de privaciones y condiciones de vida muy duras. Una iniciativa solidaria que además de facilitar atención médica básica, permite estrechar lazos con un pueblo hermano dejado en la estocada por la negligencia del Gobierno español, que incumplió sus obligaciones como potencia ocupante tras ponerse en marcha la famosa Marcha Verde (1975) del rey de Marruecos Hassan II. El anuncio de Exteriores tiene lugar justo antes de la llegada prevista de 360 españoles de visita a los campos, aprovechando  el puente de la Constitución.

Según testimonios de cooperantes experimentados y curtidos, el comunicado de Exteriores es infundado. Máxime, sostienen, cuando las medidas de seguridad en estos poblados han ido a más. Ni la MINURSO (misión de Naciones Unidas en el Sáhara Occidental), ni la RASD (República Árabe Saharaui Democrática), ni las ONGs, ni el Gobierno de Argelia han transmitido ninguna inquietud sobre la inminencia de un ataque terrorista.

Hay quien opina que es una maniobra del Gobierno de Madrid para contentar a Marruecos, incómodo ante la presencia europea en estos precarios recintos en mitad del desierto. De hecho, el anuncio de Exteriores coincidía con el recibimiento al ministro de Asuntos Exteriores marroquí, Nasser Bourita, por parte de Pedro Sánchez y Josep Borrell, ambos por separado, en el Palacio de la Moncloa.

¿Qué está pasando?

La Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara, el resto de plataformas y las delegaciones saharauis repartidas en nuestro país han desautorizado la alerta. Conocedoras del terreno, se apoyan en el desmentido del encargado de seguridad de la MINURSO. Ponen la mirada, por otra parte, en la celebración -  entre el 19 y el 21 de diciembre - del 15º Congreso del Frente Polisario (que ha avisado que va a revisar su estrategia en el proceso de paz), que explicaría la preocupación de Mohamed VI, y también quizá la de sus benefactores internacionales (Estados Unidos, Francia y España)

Desde mi punto de vista, no habría que desmerecer o infravalorar la información ofrecida por los servicios secretos. Es real la amenaza terrorista en el Sahel, así como el riesgo de penetración de estos grupos insurgentes en Tinduf, Rabuni y en el resto de campos. Ahora bien ¿No se podría haber hecho de forma confidencial y discrecional, evitando el alarmismo que ha podido provocar?. Una cosa es ofrecer cumplida información partiendo de un enfoque preventivo, y otra distinta es transmitir la (falsa) imagen de que los campamentos no son seguros, y por tanto están en peligro las vidas de las personas que allí se encuentran.

Instigar el temor entre los cooperantes para que huyan en desbandada le viene muy bien al Reino de Marruecos para intervenir con impunidad, si los acontecimientos lo requieren, ocultando inquisitoriales miradas. De lo que saben bastante, por cierto, los políticos de nuestro entorno cuando tratan de visitar la zona; este mismo fin de semana, a una delegación del Parlamento vasco se le impidió bajar del avión en el aeropuerto de El Aaiún, teniendo que coger el vuelo de regreso a Gran Canaria.

Reparar un error histórico

El Gobierno, en funciones, de Pedro Sánchez ha actuado de manera irresponsable. La población saharaui confinada depende en exclusiva de la ayuda humanitaria, en buena medida proporcionada por la sociedad española. Interrumpir abruptamente este vínculo es una invitación al ostracismo internacional (más del que ya sufre), y peor aún, podría afectar a su supervivencia en el obvio caso de no recibir suministros de ninguna clase.

Un capítulo más, vergonzoso e impresentable, del Gobierno español, que en vez de intentar reparar un error histórico, prosigue desoyendo el anhelo de paz y autodeterminación del Sáhara Occidental, laminando, si hace falta, el inquebrantable afecto y compromiso de la sociedad española hacia un pueblo hermano.

Menos mal que a los cooperantes, nada ni nadie les moverá.

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