La historia,
con frecuencia, no es ni imparcial ni justa. Escrita por los vencedores, suelen
contarnos grandes gestas o descubrimientos, hechos en su mayoría por hombres. Y
es cierto que los hombres han contribuido enormemente a los grandes avances de
la humanidad, y lo han hecho simplemente por el tipo de sociedad patriarcal que
ha imperado en el mundo a lo largo de la historia.
En este
artículo no pretendo, ni mucho menos, empequeñecer una figura para ensalzar
otra. Sin embargo, me parece de justicia destacar la importantísima aportación
de las mujeres a la historia.
No podríamos
entender el mundo actual sin mujeres como Hatshepshut, Boudica, Nakano Takeko,
Lídiya Litviak, Sylvia Earl, Henrietta Swan Leavit, Clara Campoamor...y la
lista podría seguir.
Muchos de
los nombres que he citado no son conocidos, y precisamente por eso lo he hecho.
En el caso de Nakano Takeko, fue una de las últimas onna-bugeisha (mujeres samurái, que las había) que se rebeló contra
las directrices que una sociedad tan patriarcal como la japonesa le imponía.
Lídiya Litviak, una piloto de caza soviética que peleó en las batallas aéreas
contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial que se ganó el apodo de “la rosa
blanca de Stalingrado” y que no obtuvo reconocimiento hasta muchos años después
de su muerte.
Tengo
intención de que este sea el primero, a modo de introducción, de una serie de
artículos en los que podremos descubrir a diferentes mujeres que han revolucionado,
bien con su valor, ingenio, arrojo, investigaciones o tenacidad los diferentes
campos en los que han trabajado.
En otro sentido, quiero aprovechar estas líneas y la oportunidad que siempre me brinda la “Voz de Tomelloso” (necesaria voz en nuestro pueblo) para lanzar una reivindicación sobre el 8 de marzo, día de la mujer:
Creo que
este tipo de iniciativas son muy necesarias hoy en día, porque, a pesar de
vivir en un mundo con una gran amplitud de miras, el feminismo sigue siendo un
tema demasiado tabú, por la desinformación o los bulos que sobre él circulan.
El feminismo, en contra la opinión de muchos, no persigue la supremacía de la
mujer sino la verdadera igualdad con el hombre. Igualdad que hoy no existe en,
por ejemplo, sueldos o condiciones laborales, no digamos ya en otras cuestiones
como violencia de género.
Una mujer,
por el mero de hecho de serlo no tiene por qué cobrar menos que un hombre por
desarrollar el mismo trabajo, ni tiene por qué sentir miedo de caminar sola por
la calle, sea cual sea la hora, su ropa o su estado. Una mujer no provoca, ni
pide que la violen o la humillen, y es por eso que las reivindicaciones del 8
de marzo, son necesarias. Y lo serán hasta que se cree la conciencia suficiente
como para que esta clase de injusticias se erradiquen ¡Harto difícil, pero no
imposible!
En muchos
casos, el problema de género no es simplemente una cuestión social, sino de
seguridad. Y es que aún falta muchísimo para que ley ampare a las mujeres
maltratadas, no solo protegiéndolas de sus maltratadores, sino
proporcionándoles los medios y las ayudas necesarias que les permitan poder
formarse una vida a salvo y seguras. Sin sentirse infravaloradas o tomadas por
locas como sucede en muchos casos.
Por otro lado, creo que es muy importante educar en materia de igualdad a las generaciones venideras. Sin hoy en día invertimos en educación social —feminismo, ecología, conciencia colectiva— tal vez las generaciones futuras puedan vivir en una sociedad totalmente igualitaria.
Así que sí, salid a la calle y reivindicad lo mucho que valéis, madres, hermanas, amigas y mujeres en general, salid y luchad por lo que es justo, ni más ni menos que la igualdad, porque sois exactamente iguales. No es un camino fácil pero la lucha de hoy servirá para que, quizá, las generaciones de mujeres que vienen detrás ya no tengan que salir a las calles, porque vivan totalmente seguras y tranquilas, vistiendo, saliendo y viviendo como les dé la gana sin necesidad de sentir miedo.
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Martes, 23 de Abril del 2024