Hola, me llamo Ana, soy coordinadora de un recurso de alojamiento en el
que conviven personas con discapacidad. Es mi trabajo el motivo por el que
durante muchos años tengo una estrecha relación con gente de Tomelloso.
Ser miembro de Afas -muchos años ya- me ha brindado la gran oportunidad
de trabajar con personas. Hasta hace poco la atención a personas que necesitan
apoyo pasaba ante la sociedad de puntillas. Desde hace unas semanas este apoyo
prestado -especialmente a pacientes- se aplaude… Mejor tarde que nunca, pero
faltan otros aplausos.
Nuestro recurso también se incluye en la larga lista de residencias en
las que esta dichosa epidemia sigue aún presente. La intensidad con la que
vivimos en mi asociación esta crisis hace que me parezca muy lejano el día en
el que comenzó. Las dificultades se multiplicaban por minutos, nos costaba
entender y aceptar la realidad, que unos definían como película de terror,
otros como un mal sueño. En mitad de todo ello, había que tomar muchas
decisiones, todas nuevas, mientras el reloj corría en nuestra contra. Todo
suponía un esfuerzo enorme en medio de un ambiente en el que se respiraba
miedo, preocupación y enfermedad. Se planteaba nuestro mayor reto como
profesionales en el peor de los escenarios.
Pasaban los días, muchos compañeros comenzaban con síntomas, éramos
cada vez menos los presentes en el momento que más gente necesitábamos para
hacer frente a esta maldita pandemia. Hubo que ordenar un caos que no paraba de
desconcertarnos: se crearon diferentes grupos de convivencia considerando síntomas,
conducta, interrelaciones, adaptaciones del medio…; se planificaron apoyos (y
nuevas rutinas) que fueran conocedores de las personas a quienes atendían, se
protocolizó el uso de equipos de protección desconocidos para todos, buscamos
cómo y dónde proveernos de productos que escaseaban, se organizó una
comunicación continuada a las familias que, impotentes en la distancia,
sufrían; se llevó un seguimiento de las indicaciones cambiantes y a veces
inoportunas de la ineficiente Administración… Y todo ello al mismo tiempo que
gestionábamos nuestras propias emociones en mitad de una catarsis que nos hacía
más humanos.
En pleno desconcierto, con el miedo y las lágrimas a flor de piel, todo
empezaba a fluir. Por encima de protocolos, indicaciones administrativas, EPIs,
pautas y convenios, había algo extraordinario que nos hermanaba en Afas. En
este tiempo, he visto como nunca lo mejor de cada uno. Jamás vi tanta
generosidad, tanto sacrificio, tanta comprensión ante preguntas sin respuestas.
No sabía que el ser humano en momentos difíciles fuera capaz de esconder su
debilidad y tender la mano, a pesar del riesgo que pudiera suponer tenderla.
Como digo está siendo un tiempo de lágrimas y, aunque pueda resultar
contradictorio, la mayoría de ellas las vierto al encontrarme directamente con
el alma de todos mis compañeros y personas de este Tomelloso generoso, a ellos
dirijo mi aplauso particular.
Mi primer aplauso, el más grande, va dirigido a las mujeres heroínas de
AFAS, ellas que prestan su apoyo directo a las personas con discapacidad, las
vestidas de azul durante doce horas diarias, sin apenas descansos, atendiendo a
grupos numerosos de personas, recluidas ya desde semanas y que se preguntan el
porqué de esta situación. Son ellas las que están en primera línea de combate,
las primeras expuestas. El trabajo de todos los demás es importante, pero el de
estas mujeres es substancial; las valientes, las combatientes de primera línea,
el pilar de la atención sociosanitaria en esta crisis. Mano a mano están con ellas
limpiadoras, lavanderas, cocineros, pocas veces reconocidos y valorados,
imprescindibles cada día.
Sigo aplaudiendo a monitores y técnicos de otros
servicios que actualmente trabajan y colaboran en algunas de nuestras
viviendas; sin ellos no podríamos ofrecer el apoyo a muchas personas usuarias,
tras las bajas de tantos y tantos otros compañeros. Todos se han olvidado de
sus funciones, simplemente arriman el hombro para sostener el funcionamiento de
nuestro servicio.
Aplaudo también y mucho a las maravillosas personas de mi equipo,
también a mis jefes, todas ellas personas sin horario, que desarrollan
cualquier nueva función, que toman decisiones complejas, que en cualquier
momento que llamo encuentro, que se esfuerzan y suplican a cualquiera para proteger
a las personas que apoyamos y a nosotros mismos.
Quiero extender mi aplauso a otros tomelloseros o gente del pueblo que
también han mostrado su alma: personas de otras asociaciones que hacen
importantes y necesarias donaciones a la nuestra; a nuestros proveedores, cuya
generosidad infinita nos anima en estos tiempos de escasez; a enfermeras del
hospital, que hacen que nos lleguen recursos sanitarios y humanos muy valiosos
en estas fechas; a médicos estupendos, que amablemente atienden y empatizan con
las personas con discapacidad; a particulares, que se preocupan por nosotros y
se ofrecen para realizar cualquier labor que nos suponga una ayuda.
Y estas son las personas que ponen su alma a diario y cuya fuerza nos
empuja al final de esta época disparatada que nos ha tocado vivir. Cuanto más
evidente es la incompetencia de los que nos gobiernan y de sus opositores, de
los que nos informan y desinforman, de los que gestionan y malgastan nuestros
bienes, de los que hacen leyes sin saber… más evidente es la grandeza de las
personas que trabajan en silencio, de su alma, de su inteligencia y
generosidad. Cada una de estas personas, particulares con nombres y apellidos,
con familias a su cargo, sin reconocimiento en medios ni aplausos a las 8, se
han adaptado a esta parte de la historia, fea, intensa pero enriquecedora, que
el destino les ha planteado. Dicen que la adaptación es inteligencia. Estoy
orgullosa y satisfecha de rodearme de esta gente inteligente y generosa que
abunda en Tomelloso.
Este es mi merecido reconocimiento a todos vosotros, también en él
habla mi alma. Aunque seguimos a medio camino entre la angustia y la esperanza,
esa alma vuestra, que aflora en estos días difíciles, de desaliento e
incertidumbre, será la que nos guíe JUNTOS al final de esta historia.
Ana Julia Megal Gijón - Tomelloso, 12 de abril del 2020
{{comentario.contenido}}
"{{comentariohijo.contenido}}"
Miércoles, 27 de Marzo del 2024
Jueves, 28 de Marzo del 2024
Jueves, 28 de Marzo del 2024