Opinión

Siglo I d.C.

Juan Miguel del Real | Martes, 2 de Junio del 2020
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A estas alturas del confinamiento, recién estrenada la  fase II de manera generalizada en Castilla-La Mancha, nadie duda que estamos comenzando una nueva etapa en nuestra historia, por lo que casi la podríamos denominar como nos enseñaron en el colegio: Siglo I después del COVID.

Los acontecimientos que estamos viviendo en primera persona durante estas últimas semanas, pasarán a formar parte de los libros de historia que se estudiarán las próximas generaciones.  Junto a las guerras, revoluciones sociales, industriales o revelaciones divinas que otrora marcaron profundos cambios sociales en la humanidad, ahora se une un microscópico pero letal virus que nos ha sacado a todos de nuestras casillas en poco más de cuarenta y ocho horas.

Y pensábamos que íbamos rápidos...

Es cierto que nuestra sociedad estaba abordando en las últimas décadas numerosos procesos de cambio y creíamos, ilusos de nosotros, que los estábamos haciendo de manera muy rápida; pero lo cierto es que en poco más de dos meses, el Covid-19 los ha precipitado todos de manera vertiginosa. Cuestiones como la higiene, la salud o el bienestar han cambiado de paradigma, influidos por una especie de hipocondría generalizada que hará que nuestras conductas, nuestros hábitos sociales y parte de nuestros prejuicios de antaño, evolucionen muy rápidamente, dando un giro de 180 grados para adaptarse "sí o sí" al nuevo escenario definido tras esta crisis sanitaria.

China, en el epicentro del nuevo escenario geopolítico mundial

Tras la tormenta vendrá la calma, pero dejará un horizonte muy diferente al de antes de la crisis. Probablemente surgirán mayores movimientos proteccionistas (esperemos que no "populistas") en numerosos países que frenarán la globalización universal en la que nos encontrábamos inmersos.

China se consolida definitivamente como nuevo centro del orden geopolítico mundial en detrimento del modelo occidental que ha venido liderando durante décadas EE.UU.; y la nueva crisis económica que se nos avecina sacudirá de nuevo con especial virulencia al viejo continente que, una vez más, pondrá a prueba la consistencia de su unión política y económica en un momento en el que aún estaban pendientes de cicatrización las heridas de la pasada crisis económica o, más recientemente, del Brexit.

Disponer de alimentos no viene de serie con el ser humano

Con esta crisis sanitaria hemos aprendido en muy poco tiempo que disponer de alimentos no viene de serie con el ser humano, sino que será una bendición que nos ofrecen los agricultores y ganaderos a los que tenemos que agradecer desde ahora y para siempre que hayan sido capaces de resistir durante siglos al frente de sus explotaciones, en condiciones de penuria, indiferencia y menosprecio de la sociedad. Hemos aprendido que no eran ciertas las teorías incriminatorias que determinados sectores de la sociedad, vertieron contra la agricultura y la ganadería y que nos hacían responsables de la contaminación de nuestro planeta.

Desempolvar la razón de la PAC: asegurar alimentos a la sociedad

Hemos aprendido que la PAC no puede bajar ahora su presupuesto ni centrarse esencialmente en aspectos medioambiental, sino que debe desempolvar su razón de ser que no es otra que la de asegurar alimentos a nuestra sociedad. Hemos aprendido que el medio rural y la conexión con la naturaleza es el refugio natural del ser humano al que regresamos como hijos pródigos, cuando las cosas se ponen feas por ahí fuera.

Hemos aprendido el valor que tienen los productos agroalimentarios locales, de cercanía, los nuestros de toda la vida, los que nos garantizan calidad y seguridad alimentaria, frente a los que vienen de fuera de nuestras fronteras.

Nuevos canales de venta

Hemos aprendido que la compra de alimentos y bienes de primera necesidad no precisa de salir a la calle y que el comercio digital y la logística de reparto, incluso en los días más duros de confinamiento, ha demostrado una gran solidez, permitiendo afianzar la apuesta del consumidor en estos nuevos canales de compraventa.

Hemos aprendido que el teletrabajo junto a la digitalización de las comunicaciones han sido palancas clave para garantizar la productividad y eficiencia en la gestión empresarial durante estos meses, a la vez que nos ha permitido descubrir nuevos espacios de relación y comunicación hasta ahora poco conocidos: herramientas como Skype, Zoom, Teams, Webex, Hangout, Google Duo o conceptos como webinar, videoconferencia o meeting, etc. han venido para quedarse.

Lo más importante: El talento y el compromiso de las personas

Los trabajadores y las empresas hemos entendido que lo importante es el talento y el compromiso de las personas por encima de la presencia física o los metros cuadrados.

Finalmente, esta crisis nos ha enseñado tres cosas más: primero, que con la sanidad no se juega ni se hace política, es el servicio público más valioso que tenemos porque cuida de lo más valioso del ser humano: la vida; segundo, que ninguno de nosotros ha sido formado ni entrenado para afrontar sin errores una situación tan extraordinaria y desconocida como la que estamos viviendo, y, tercero, que no hay banderas ni colores que nos hagan salir de una crisis mundial como esta.

La solución ha demostrado ser mucho más sencilla: cooperación, generosidad, ayuda mutua y solidaridad entre las personas. Resulta curioso que esos valores son los que, desde hace siglos, conforman en ADN de las cooperativas. Bienvenidos al Siglo I d. C. (después del Covid-19), el siglo de la cooperación.


 


 

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