La pregunta
que puede centrar el contenido de estas líneas es de corte puramente académico
y por lo tanto sin posicionamientos políticos: ¿Prefiero vivir peor con el
partido político de mis amores que hacerlo mejor con un partido político al que
no voto? ¿Es la economía hoy un campo de intereses comunes para la mayoría de
la sociedad? Una cosa parece cierta como premisa: Las diferencias económicas han
subyacido en todas las revoluciones que han tenido lugar.
Sin embargo y
a lo largo de la historia ha existido una etapa, la segunda mitad del siglo
pasado y más concretamente sus tres últimas décadas donde emerge una sociedad
acomodada económicamente, a salvo de las carencias más básicas, que disfruta de
vivienda, medios de comunicación y servicios públicos.
Siempre
recordaré mi primer viaje al amanecer en el metro de Madrid hace ya muchos años
cuando lo tomaba a las siete de la mañana para ir a clase. Me impresionó tanto
aquel auténtico hormiguero que la imagen de los vagones atestados aún continúa
como una clase de pedagogía en mi retina y en mi mente. Personas con corbata y
sin corbata. Todo el mundo hacia un mismo destino, el trabajo. ¿Qué les diferenciaba
“políticamente” a todos los que hacían ese trayecto de Portazgo a Plaza de
Castilla al amanecer y en sentido contrario al anochecer? Todos iban en el
mismo tren hacia el mismo destino, el trabajo. Todos ellos sumergidos en esa
actividad necesaria para vivir dignamente la mayor parte de sus vidas.
Desde entonces siempre me he hecho la misma pregunta. ¿Porqué no existe un partido político formado por esos millones de personas que son las que llevan el peso de la nación? Estoy seguro que ese gran ejército civil que tanto en las grandes ciudades como en nuestros pueblos madruga y trabaja honradamente, sin buscar atajos, ni aprovechamientos, ni “listezas”, aquellos que quieren trabajar sin cuento, lo que piden en el fondo no son políticos a la vieja usanza, políticos que defienden a una parte…contra la otra. Quieren gestores y administradores eficaces de un patrimonio común que es el de la nación y el originado por su trabajo diario.
Estamos en una fuerte crisis sanitaria y económica. Pero la verdadera crisis puede estar en que el viejo perfil del político ha quedado obsoleto. Unos y otros se acusan cada día de las mismas cosas. Da la sensación de que estamos en un círculo maldito del que no saben y no quieren salir y al que los problemas actuales de la sociedad los tienen desbordados. Una sociedad nueva se abre paso a toda prisa. La clase política deberá reflexionar como hace cada “quisque” en su familia o en su empresa……renovarse o morir por el descrédito.
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Martes, 23 de Abril del 2024