El personal del Hospital de Tomelloso lo ha dado todo,
usando una expresión deportiva, durante las semanas más duras de la COVID-19.
Esa circunstancia, la de la buena labor de los trabajadores sanitarios, la ha constatado
este periodista y muchas más personas. Además de la plantilla con la que
contaba el centro, a finales de marzo llegaron cerca de 200 profesionales para
remediar el padecimiento de nuestra ciudad. Durante seis meses han trabajado codo
con codo con los que ya estaban aquí para paliar la difícil situación sanitaria
que hemos vivido.
Paqui Boldoba es auxiliar de clínica, granadina, de 46 años.
En ella queremos reflejar a todo el personal sanitario del Hospital de
Tomelloso, el de plantilla y el contratado. Da gusto hablar con ella, tiene una
conversación que engancha, que emociona. Con dulce acento granadino y una
sonrisa que desarma me cuenta su experiencia en Tomelloso, su peripecia vital,
los momentos difíciles de la epidemia. Paqui se ha enamorado de nuestra ciudad
y de su hospital, al que quiere y defiende.
Durante la conversación uno piensa en como y donde va hacer
la foto para ilustrar la entrevista. Conforme la charla avanza lo tengo absolutamente
claro, con la estatua de las terreras, esas bravas mujeres que hicieron grande
Tomelloso.
Paqui tiene un marido con discapacidad, una madre de 90 años
y dos hijas adolescentes. Cuando salieron las primeras imágenes de la pandemia,
nuestra interlocutora «estaba en mi zona de confort. En mi casa, con mis
hijas, mi marido y mi madre. Trabajando en mi residencia, en la que llevo
quince años. Veía a la gente en Madrid con los EPI, con las mascarillas, con
esos ojos de tristeza que se apreciaban en la tela y yo me decía “te necesitan
ahí, no te puedes quedar sentada. Antes que a Tomelloso, me llamaron a Madrid,
a La Paz, pero mi hija pequeña empezó a llorar y es la que me hizo que viniera
aquí».
Es auxiliar de clínica desde hace 26 años y se dedica
principalmente a la geriatría, hasta que vino a Tomelloso trabajaba en una
residencia de Granada «el año pasado aprobé las oposiciones en Andalucía,
pero eso no te sirve para trabajar en un hospital. Por tanto, eché la solicitud
para la bolsa de Castilla-La Mancha, y me llamaron el pasado 20 de marzo para
incorporarme el 21». Como había salido de guardia de dos noches de la
residencia en la que trabajaba «les dije que se tenían que esperar un poco.
Me dieron un día más y el 22 de marzo fue mi primer turno, de noche, en el
Hospital de Tomelloso».
Asegura que es «una de las muchas andaluzas que ha estado
en el Hospital de Tomelloso». Y es que, durante la pandemia llegó al centro
hospitalario personal de «Cádiz, Sevilla, Córdoba, muchos de Granada y Jaén.
Ha sido gente muy joven que ha pagado la novatada muy pagada».
Paqui se incorporó a una planta COVID del Hospital de
Tomelloso, «la 2B», un lugar que le suena mucho al periodista. «Es
que yo te conozco. Me acuerdo de tu cara perfectamente, y de muchas del pueblo
que luego he visto por la calle y he reconocido. También me acuerdo de muchos
nombres».
Me cuenta que los primeros días estuvo sin dormir «creía
que era algo que me pasaba a mí sola, pero cuando lo compartí con mis
compañeros supe que a muchos les pasaba igual. Estuve cinco o seis días sin ser
capaz de cerrar los ojos. No sé si era la adrenalina, el miedo o qué era… Una
mañana me planté delante del espejo y me dije “¡Cómo no duermas… tú misma, a
ver cómo lo haces! También estuve sin comer muchos días, sólo tomando líquidos».
Hasta que, poco a poco, la cosa se fuer normalizando.
Dice Paqui que ellos, los que llegaron después, tenían una
ventaja con respecto a los sanitarios que estaban ya en Tomelloso «soportaron
una carga emocional que nosotros no teníamos. Tú tratabas a tus pacientes con todo
el amor del mundo, pero no los conocías. Para ellos ha sido más duro y ha
habido turnos de consolar mucho a las compañeras. Eso también te lo llevas de
recuerdo».
Con respecto al impacto de la pandemia en Tomelloso, mi interlocutora
cree que es porque «tenéis mucha relación con Madrid. Más que otras
poblaciones». Paseando una tarde «vi que llegaba un autobús lleno de
pasajeros de Madrid. Y así todos los días y semanas, incluso en febrero y
primeros de marzo. Creo que esa ha sido la causa». Es decir, que la
situación de Tomelloso, convenimos periodista y auxiliar, no tiene nada que ver
con que seamos de una manera distinta, más “malos” o más sordos a las
recomendaciones sanitarias «ni porque en el Hospital se haya hecho mejor o
peor, tampoco. De hecho, se hizo todo lo bien que se pudo en aquellos momentos.
Sí es verdad que al principio faltaba material, pero luego, cuando estábamos en
lo gordo, había material para que aguantásemos. Ahora volvemos a estar otra vez
escasos. Deberían estar ya reforzando todo, plantilla y material».
Confiesa que «tenemos mucho miedo. El miedo se ha quedado
aquí, va a ser muy difícil de olvidar. A ti te lo voy a contar. A todos, médicos,
enfermeras y auxiliares, nos da un poco de repelús pensar que vayamos a volver
al mismo sitio».
“Me ha ido muy bien en Tomelloso”
Paqui llegó, como decimos, hace medio año a Tomelloso. A los
que vinieron después, la Gerencia les proporcionó alojamiento. «Yo no tuve
esa suerte, pero estoy muy contenta de haber estado en Tomelloso, un pueblo
acogedor como él solo. Me ha ido muy bien aquí. Tengo una especie de síndrome
de Estocolmo, me quiero ir, no me quiero, ir, quiero reír por volver a casa y,
a la vez, llorar por dejar Tomelloso». En algunas localidades de nuestro
entorno los sanitarios sufrieron acoso, no es el caso de Tomelloso «a mí me
ha ido muy bien en el pueblo, todo el mundo ha sido muy amable. Cuando se
enteraban que trabajaba en el Hospital se ofrecían para ayudarme en lo que me
hiciese falta. A mí me ha tratado todo Tomelloso superbién… Y los compañeros
del hospital, ni te cuento. Me llevo un recuerdo muy bonito de la ciudad». Convenimos
que los críticos más duros de la ciudad son sus propios vecinos «os tenéis
que querer un poco más y os iría mejor».
Afortunadamente, la COVID-19 fue dando un respiro y el
hospital se fue normalizando y tranquilizando. Los sanitarios que llegaron para
la pandemia, han cubierto las bajas y las vacaciones del centro hospitalario «yo
he pasado por todos los sitios posibles. Desde Ginecología, Extracciones,
Pediatría… La experiencia ha sido muy
buena. Las consultas funcionan muy bien, que tampoco os lo creéis. El hospital
no está hecho una mierda, ni mucho menos, y se trata muy bien a los pacientes.
Mi experiencia no es otra».
Volvemos a los días más duros de la pandemia, nos contamos
nuestras experiencias respectivas, como paciente y sanitaria. Asegura Paqui que
«hemos trabajado como locos, estando muy pendientes de todo el mundo. Pero
había cosas que se escapaban de nuestras manos y de las de la ciencia en
aquellos momentos. Había también circunstancias que no te las explicabas y secuelas
que sigues sin comprender. El virus ha atacado a cada persona en su punto más
débil». Y algo que dice mucho de Paqui «me llevo el recuerdo de muchos paciente
que nunca olvidaré».
La sanitaria es, inequívocamente, una profesión vocacional «tienes
que estar ahí, y no lo hacemos por los sueldos, ni mucho menos. No sé si es una
necesidad de servicio o qué, pero a ti te gusta estar ahí, pendiente de tus
pacientes. Cuando ves algo que no te cuadra, se te queda grabado. Me llevo
algunos recuerdos, que cuando le doy a la cabeza, o se me ponen los pelos de
punta o se me cae alguna lágrima».
Paqui responde tajante que no hemos aprendido de la pandemia
«es que es algo que no se puede aprender ¿Aprendió la gente de cuando
tiraban bombas y derruían las casas? De eso no se aprende, puesto esto es
igual. Es que no se puede aprender. Se lo digo mucho a mis hijas, estamos en
guerra. Pero, claro, una guerra de otra manera».
El coronavirus nos ha puesto en nuestro sitio, la epidemia
no ha entendido de clases sociales, pero nos ha demostrado que unidos, sin
intereses, podemos salir de las situaciones complicadas. Y la prueba son los
sanitarios desde el especialista más reconocido hasta el último auxiliar o
celador. En ese sentido, Paqui me cuenta otra cosa que diferencia a Tomelloso
del resto de los lugares que ha conocido. «En la sanidad hay mucha jerarquía,
los auxiliares somos los auxiliares, los médicos son los médicos y no nos
mezclamos unos con otros. Una circunstancia que no ocurre aquí y que cuando la
contaba a mis compañeras de Andalucía se sorprendían. El internista se sentaba
a cenar conmigo y a preguntarme por mis hijas, de tú a tú». Proclama la auxiliar que «en el Hospital
de Tomelloso hay un equipo humano maravilloso que no tenéis que perder. Tenéis
que hacer lo posible para que se queden aquí; de verdad, se preocupan por el
hospital y por los pacientes. Debéis luchar por él, la gente que viene a
trabajar lo intenta estando al pie del cañón».
Paqui regresa a la residencia de Granada en la que ha estado
trabajando, «pero volveré. Yo sé que pasando Navidad, si todo sale bien, estaré
de nuevo aquí. Si la cosa repunta tendré que venir antes. Mi culo inquieto no
se va a quedar en el sofá».
Para acabar, como no puede ser de otra manera, la auxiliar recomienda
que no bajemos la guardia «hay que cuidarse, todo el mundo tiene que ir con
la mascarilla puesta. Bien lavadas y bien higienizadas, por favor. La higiene
de manos es muy necesaria y, sobre todo, no meterte donde haya aglomeraciones,
es muy importante. Es la única manera de medio parar esto hasta que encontremos
algo, bien sea vacuna o medicación. Tarde o temprano tenemos que salir».
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Viernes, 19 de Abril del 2024
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