Tomelloso

El museo de José Andrés López Vázquez sigue creciendo y sorprendiendo

La esencia de la historia de la ciudad se guarda cuidadosamente en la colección de este conocido y gran tomellosero

Carlos Moreno | Domingo, 25 de Octubre del 2020
{{Imagen.Descripcion}} Fotos de Francisco Navarro Fotos de Francisco Navarro

Ningún rincón del museo de José Andrés López Vázquez pasa desapercibido al visitante. Cualquier objeto, cartel, botella, adorno, reliquia o documento que guarda, revela una curiosa historia. No es la primera vez, y seguro que tampoco será la última que los periodistas de La Voz nos asomamos al museo con más información sobre la historia de la ciudad, organizado cuidadosa y metódicamente por un hombre entrañable, gran coleccionista y, sobre todo, tomellosero empedernido de toda la vida.

 El que fuera  gran dirigente de Educación y Descanso, la OJE, y Polideportivo Tomelloso, entidades que dieron una valiosa formación deportiva y humana a numerosas generaciones de jóvenes de la ciudad, emplea el mayor tiempo  libre del que dispone ahora en su museo. Aunque lo del tiempo libre es relativo porque no paran de llegarle llamadas de gente interesadas en contemplar sus tesoros. Su generosidad infinita le lleva a atender a todo el mundo.

Hemos quedado a las cinco de tarde, en  el tramo estrecho de la calle Las Huertas, justo cuando las sombras empiezan a ganar terreno en una tarde de octubre. José Andrés llega puntual a la cita, en el que además de los periodistas, encontrará en la puerta de su casa  a Jesús Emilio Navarro, Pablo Morago y Víctor Ortiz que también quieren satisfacer su curiosidad sobre un museo del que tanto han oído hablar.  La casa de una de esas viviendas con suelos hidráulicos, un gran vestíbulo central, azulejos talaveranos, techos altos  y otros atractivos que, en sí misma,  constituye otro de los alicientes. 

Nada más traspasar el umbral de la puerta encontramos fotos de los antiguos teatros de Tomelloso, incluido el Echegaray que era el más antiguo de todos. Calendarios de casi un siglo de existencia en perfecto estado de conservación. Morago celebra que uno de los calendarios reproduzca la fachada de la casa de su familia. Vemos también fotos de la antigua ferretería Salinas ubicada en la plaza de España, una hucha del banco central del año 1938, un precioso dibujo a plumilla de los almacenes de Jerónimo Belda y un curioso calendario, de más de cien años, que da información sobre el tiempo atmósferico,  ya que dentro lleva una tripa de cerdo que cambia de tamaño en función de la temperatura.  Nos llama también la atención imágenes de viejos tranvías madrileños con anuncios de brandis tomelloseros.

Empiezan a aparecer botellas que es el objeto que más prolifera en el museo, todas envueltas en papel celofán “porque es la mejor manera de proteger la etiqueta”, explica José Andrés. Una de sus joyas es una botella de Peinado que no llegó a comercializarse por aparecer en su etiqueta la palabra Cognac, que era de la denominación francesa.  La música tiene su protagonismo con la aparición de una gramola que el propietario hace funcionar con un disco de pizarra. Suena un tema americano de los cincuenta. Mirando hacia arriba descubrimos una fotografía del general Aguilera que también guarda una curiosa historia.

Nos detenemos en un pequeño muestrario con recuerdos de la Estación de Ferrocarril de Tomelloso. “Son recuerdos y objetos personales de Don Antonio Calero, el jefe de la Estación que me lo regaló”.  Al lado, un cartel de los actos celebrados con motivo de la llegada del último tren a Tomelloso, año 1987 “y que está firmado por trabajadores del ferrocarril de nuestra ciudad”, las tarifas de la Estación, una acción de la compañía ferroviaria, billetes del primer viaje, un plano de la red de ferrocarril que por vez primera incorporaba el ramal Cinco Casas-Tomelloso.

Muy cerca de allí y colocadas a cierta altura aparecen las botellas de todos  los gaseoseros y sifoneros de la ciudad, la nostalgia de la niñez aparece con el inolvidable chocolate Josefillo y otro con marca ¡Virgen de las Viñas!, una bolsa de la tienda de ultramarinos César. Nos topamos tambiçen con un maniquí vestido impecablemente con el uniforme de la OJE que según explica José Andrés, es una organización que “sigue funcionando, aunque evidentemente no tiene la fuerza que antes. La sociedad ha cambiado, antes un joven de 18 años te respetaba, ahora uno de diez o de once te manda a hacer puñetas”, asegura en su habitual tono distendido y jocoso.  Un carburo que aparece colgado en la pared es un vestigio de las actividades de espeleología que se hacían en la OJE.

Los objetos publicitarios con empresas de la ciudad se multiplican: llavero, ceniceros, palilleros, bolígrafos, calendarios…que nos permiten hacer una radiografía de cómo era el tejido económico del a ciudad años atrás. José Andrés también guarda libros de balances, contabilidad y de actas de aquellas empresas.  Libros escritos a mano con una caligrafía impecable que plasmaban un trabajo riguroso y bien hecho.

El museo del vino

Uno de los grandes atractivos de museo es la habitación que José Andrés ha dedicado a los vinos de Tomelloso. Bodegas y marcas que fueron construyendo la formidable historia vitícola de la ciudad: Montañés, Santiago Eugercios, Buendía, Casajuana, Felipe Espinosa, Clemente Cuesta, Miguel Abad, Dionisio Martínez “el padre del que fuera alcalde, Urbano Martínez”, -informa José Andrés,- el brandy Catedrático, cognac Clavete  y, por supuesto, los Peinado, que son mayoría, los tomillar de Virgen de las Viñas y los más recientes de Empe, Bodegas Centro Españolas, San José, Vinícola…José Andrés los tiene todos.

Seguimos mirando, más bien admirando, las colecciones del museo, una de transistores antiguos,  las famosas enciclopedias escolares de Álvarez, soldados de plomo y periódicos. José Andrés se detiene en un viejo ejemplar del  As, pero no el rotativo de deportes nacional que todos conocemos. Nos revela que es un As editado en la provincia de Ciudad Real en los años cuarenta.  Todavía nos queda visitar esas habitaciones llenas de recuerdos de equipos de fútbol, en su mayoría, pero también  de baloncesto y balonmano. Aparecen los Úbeda, Losa, Perez, Casas, hermanos Blanco, Miguelín, Campiña, Godo, Domingo, Serna…

José Andrés lamenta la pérdida de personas que murieron siendo muy jóvenes  como Agustín, “el madrileño”, Úbeda o Miguelín “a los que vi crecer desde niños”. En una foto del homenaje póstumo a Agustín aparece su hijo Mario, actual propietario del Rinconcito, haciendo el saque de honor. En otras fotos aparecen escuadras y grupos de la OJE en la Romería, “estuvimos saliendo 25 años”.  Otra imagen entrañable es la niños de la OJE en el del sorteo de la Lotería Nacional que tuvo lugar en la Plaza de España en los ochenta o aquel Polideportivo Alevín que comandaba el siempre recordado Miguel Moreno que fue campeón .

José Ándrés conserva también el antiguo teléfono del Bar  Alhambra, un maravilloso pupitre de madera, que viene a ser un guiño a su tío Abraham,  el maestro.  Nos enseña el famoso Palet, una maravillosa colección de juguetes de chapa que lucen en una estantería acristalada y  el fichero donde guarda documentos relacionado con la vida y obra de grandes personajes de Tomelloso: Eladio Cabañero, García Pavón, El Obrero…”Cada uno con su carpeta que tengo organizada por orden cronólogico. En otras tengo documentos de mucha importancia”, dice.

Vemos también una carpeta de publicidad antigua de comercios de la ciudad, numerosos trofeos, credenciales de prensa, diplomas, placas, fotos de antiguas corporaciones y banderines. Nos llega información sobre la historia de la ciudad a borbotones.

La visita daría para mucho más, pero todo tiene un final. Hay otros itinerarios por los que no hemos pasado, pero tiempo habrá  de seguir descubriendo joyas en el museo de José Andrés López Vázquez, que aspira a que todo el material que guarda en su museo pudiera un día estar expuesto en un espacio público. De momento, no ha encontrado la receptividad que quisiera, pero cabe esperar que su ilusión se haga realidad un día. Cicerón dijo que un pueblo o sociedad que no conozca su historia es como si fuera un bebe toda su vida. Los vestigios que reúne José Andrés López Vázquez dan valiosas pistas sobre el origen, desarrollo y transformación de ese Tomelloso que tanto ama. Un legado que es imprescindible conservar. 




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