Opinión

Las modas del lenguaje. "Perimetrando"

Juan José Sánchez Ondal | Martes, 24 de Noviembre del 2020
{{Imagen.Descripcion}}

Dependiendo de las circunstancias y de los momentos, el lenguaje se enriquece, se empobrece, se modifica, se deforma, se desvirtúa, se maltrata  o se degrada. Las nuevas actividades, los adelantos científicos y técnicos en las diversas ramas,  los inventos, requieren de nuevas palabras y ello justifica la aparición de neologismos más o menos acertados. Pero no es a este enriquecimiento del lenguaje al que queremos referirnos, aquí y ahora, sino a la utilización de ciertas palabras que, no siempre bien empleadas, se ponen de moda en los medios de comunicación, ya sean utilizadas por los profesionales de éstos o por los políticos, fundamentalmente.

En ocasiones, no se sabe muy bien porqué, aunque a veces se intuye, determinados vocablos, o determinadas acepciones de éstos, académicamente incorrectos,  hacen fortuna y su repetición y aceptación popular  dan lugar a que lleguen a lograr carta de naturaleza oficial y sean aceptadas por la Real Academia de Lengua Española e incorporadas a su Diccionario. Tampoco vamos a referirnos a éstos, pues no somos quién para opinar respecto del acierto o desacierto de los académicos. Si doctores tiene la Iglesia, académicos posee la Academia. Cierto que otras veces la incorrección del uso es tan grande que los encargados de fijar, mantener limpia y esplendente nuestra lengua,  no sólo no les dan paso, sino que proscriben su utilización o recomiendan su no uso.

Hoy nos vamos a referir a ciertas palabras que están de plena actualidad y cuyo uso no siempre a nuestro juicio,  es el más apropiado.

Sería exagerado encontrar un párrafo como el que vamos a exponer, aunque, separadamente, seguramente lo  hayamos leído bastantes veces.  Utilizaremos como ejemplo la siguiente hipotética noticia:

“El tiempo que se avecina traerá consigo el descenso de la temperatura. Mañana hablaremos de bajada de los termómetros; hablaremos de lluvias y hablaremos de vientos en el norte. Estas circunstancias no son las más propicias para la mejora de la pandemia, con lo que el confinamiento perimetral vigente es de prever que continuará.

En otro orden de cosas, recibimos noticia de que se ha producido una deflagración, al parecer por un escape de gas, en la exclusiva vivienda del futbolista MM, habiendo causado ingentes daños materiales con desaparición de icónicos y emblemáticos relojes de su colección. Afortunadamente no ha habido que lamentar desgracias personales pues todos los habitantes se encontraban fuera. MM y su esposa recibieron la noticia cuando se hallaban en el banco aperturando una cuenta.”

No hay otra profesión, seguro que ni la de otorrinolaringólogos, foniatras o  logopedas, que utilicen con más frecuencia el verbo hablar: Hablaremos de nubes, de lluvia, de nieve, de granizo, de frio… No es que esté mal utilizado el verbo, pero de vez en cuando, algún otro giro o sinónimo, para vaticinar el tiempo, no vendría mal en boca de meteorólogos, hombres o mujeres del tiempo.

Y hablando de modas lingüísticas, ni los  inexistentes –en el DRAE- verbo “perimetrar” o su participio “perimetrado”, ni el adverbio “perimetralmente”, ni la “perimetración”, ni el únicamente  admitido, el adjetivo perimetral,  jamás tuvieron  el uso que han logrado modernamente.

La primera vez que los oí, hace ya algunos años, fue con motivo del incendio de un importante edificio, respecto del cual, un político (no digo dónde, ni quién) no se cansó de repetir, para tranquilizar a los oyentes,  que ya estaba determinada la “zona perimetral” del incendio.

Los que hicimos el bachiller de ciencias recordamos que los conceptos de zona y perímetro, como los de polígono y lado o los de circunferencia y círculo, son distintos y se refieren unos a superficie y otros a línea y se expresan en unidades cuadradas los primeros y lineales los segundos. Hablar de “zona perimetral” es una incorrección conceptual elevada al cubo. En su caso, debería haberse referido al “perímetro de la  zona” del incendio, ya que no a la zona  “perimetrada”; en ningún caso, perimetral.

 De aquel incendio urbano lo perimetral pasó a los incendios forestales y, a partir de entonces, no hay noticia de un fuego del que no nos hablen de su “perimetración”.  “El incendio está “perimetrado”, aunque no controlado”; “perimetrado” y en vías de extinción”, etc.

Pero he aquí que se propaga la pandemia del COVID-19 y, para evitar su expansión, se acude al confinamiento, es decir,  a la  “Acción y efecto de confinar”, en la acepción de “Recluir algo o a alguien dentro de límites” y recluir es “encerrar o poner en reclusión”  Y como si la plaga se tratara de un incendio, la pandemia trae consigo, junto a las graves dolencias que conocemos, el adjetivo perimetral,   el verbo “perimetrar”,  su participio “perimetrado”, la acción y efecto de “perimetrar”: la “perimetración” y el adverbio “perimetralmente.”  ¡“Perimetrando”, que es gerundio!

Ya no basta con decir que la Comunidad de A o B están confinadas, o que el municipio C, o la zona D,  están confinados. (Sus ciudadanos, se entiende) Hay que añadir el adjetivo de moda y se dice, respecto de cualquiera de ellos, que  se ha acordado el “confinamiento perimetral”: “Perteneciente o relativo al perímetro” o  “Situado en el perímetro”, que es  lo que nos dice el DRAE, que significa el repetido adjetivo. O que estamos confinados “perimetralmente”. Y eso cuando no nos cuentan, -dando por sobreentendido el confinamiento-  que se ha “perimetrado”  tal o cual lugar, como si ya no lo hubieran hecho los topógrafos de  la Dirección General del  Catastro y los del  Instituto Geográfico Nacional. 

Tal vez se quiera justificar la “perimetración” y sus derivados, como medida  para distinguir el confinamiento personal del zonal o territorial, pero el confinamiento lleva implícitos ambos elementos: el subjetivo o personal y el objetivo o espacial. Hemos visto que consiste en la  reclusión de personas en unos límites o, si se quiere,  perímetros. Confinar deriva de confín y confín es el “Término o raya que divide las poblaciones, provincias, territorios, etc., y señala los límites de cada uno”. El hipotético confinamiento personal no es tal, será  otra cosa: prohibición de acudir a determinados lugares, de reunirse en número superior a uno determinado, cierre de espacios o establecimientos, limitación de horarios para determinadas actividades, porcentaje de aforo en determinados locales, etc.  Y la prohibición, no de salir, sino de entrar en un determinado territorio, tampoco es confinamiento, por mucho que se le califique de perimetral, sino un cierre de fronteras o de límites.

 En cualquier caso, cuando el tiempo o las circunstancias lo permitan, aconsejen y así se acuerde, se levantará el confinamiento, no se “desconfinará”  “perimetralmente” lo confinado. El DRAE, ¿tal vez por entender que la declaración de  confinamiento establece su duración y llegada ésta desaparece automáticamente?, no ha incorporado el verbo “desconfinar” a pesar de que, evidentemente, puede tener lugar antes de que se cumpla el plazo inicialmente establecido.

 Para terminar vamos a referirnos al siniestro acaecido en el domicilio de MM, pasando por alto el “En otro orden de cosas”, o, los también  en boga, “Y dicho esto” o “Dicho lo cual” y el “Como no podía ser de otra manera”, como si, en todo caso,  no fueran posibles otras mil maneras diferentes.

 La deflagración, como lo perimetral,  está de moda. La explosión, si no es atómica o nuclear,  es una vulgaridad, una horterada o algo insignificante. Sin duda, por similitud con la conflagración, (“Perturbación repentina y violenta de pueblos o naciones”), los responsables de los medios, han debido creer, que una deflagración es más espectacular, más importante,  más dramática, más noticia, y, casi no la  hay de explosión de bombona de butano o de gas ciudad, que no deflagre. Al parecer utilizando el verbo  sin consultar el DRAE, que claramente especifica que  deflagrar, “Dicho de una sustancia”, significa “Arder  súbitamente con llama y sin explosión”. Cada vez que encendemos  nuestra cocina de gas, éste deflagra, afortunadamente sin peligro para nuestra integridad y la de nuestra casa, ya sea ésta modesta o “exclusiva” como la de MM.

 Al parecer la casa del futbolista no era ganancial, sino “exclusiva”, ya que exclusivo es adjetivo que significa, no suntuosa,  elegante, cara o lujosa, sino “Que excluye o tiene fuerza y virtud de excluir”, “Único, solo, excluyendo a cualquier otro.” Vamos, que en tomellosero castizo, era  “Suyisma”.

No aclara tampoco la noticia, de cuál de los cónyuges, o si de ambos,  eran los “icónicos y emblemáticos” relojes destrozados,-no queremos alargarnos con estos dos adjetivos también de actualidad- ni a nombre quién estaban abriendo, que no “aperturando”, la cuenta en el banco, ni si éste estaba o no “perimetrado”.

Y después de  hablar tanto de “perimetraciones” y de modas, aunque éstas sean del lenguaje, se me viene  a las mientes una palabra con cierta similitud fonética: “petimetre”. ¿La recuerdan? Significa “Persona que se ocupa mucho de su compostura y de seguir las modas.” Pura asociación fonética de ideas. Nadie se dé por aludido.

1615 usuarios han visto esta noticia
Comentarios

Debe Iniciar Sesión para comentar

{{userSocial.nombreUsuario}}
{{comentario.usuario.nombreUsuario}} - {{comentario.fechaAmigable}}

{{comentario.contenido}}

Eliminar Comentario

{{comentariohijo.usuario.nombreUsuario}} - {{comentariohijo.fechaAmigable}}

"{{comentariohijo.contenido}}"

Eliminar Comentario

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter
  • {{obligatorio}}