Son memorables las tardes buenas de Carnaval que ha ofrecido en Tomelloso Jesús González “Manteca”. Su capacidad para satirizar y caricaturizar la realidad no ha tenido límites. Su gen carnavalero lo heredó de su madre y ya fuera solo, acompañado o en el círculo de la peña Los Canutthi, donde acabó recalando, Jesús González siempre arranca las risas del respetable. Ha sacado  punta a la actualidad como nadie y en el inagotable cofre de su imaginación todavía guarda muchas sorpresas. Con él ponemos punto y final a esta serie de carnavaleros de pedigrí que La Voz de Tomelloso les ha  ofrecido en estos días de carnaval sin carnaval.

-Hoy se celebraría el Entierro de la Sardina, ¿solía estar presente Jesús González en el famoso funeral?

-Soy más de reír que de llorar, me gusta caminar por la vida con alegría, las penas no me gustan. Soy de los que digo que la Semana Santa me gusta porque me hincho a potaje, arroz dulce y rosquillas y además estoy tres días sin trabajar. He vivido para vivir y la gente que me conoce sabe que siempre he empatizado con la alegría y el jolgorio.

-¿Cuál ha sido su sello distintivo como máscara callejera?

-El humor, pero un humor sano que moleste un poco, pero que no hiera. Por ponerte un ejemplo de mi oficio, el rompisaco es una hierba que se mete en los calcetines que guisca y no sangra, pero jode (risas). Pues eso es un poco lo que yo he hecho en los carnavales.

-¿Cuándo y cómo inició su andadura en esta popular fiesta?

-Lo heredé de mi madre que era muy carnavalera, incluso en otras fechas como la de los Santos Inocentes se inventaba cosas muy originales. Se la sabía dar a todo el mundo, estudiando mucho al personaje al que  gastaba la broma. Tenía yo solo siete años y me llevó a casa de mis tías a hacerles la máscara. Me tapó la cara y recuerdo que yo no dije nada en ningún momento. Desde entonces me hice la cuenta de ir siempre destapado. Yo he salido con mis hermanos, con amigos, con Leocadio, con Gabriel García de la Reina, y también solo. He ido aprendiendo que en mis teatrillos he sido el responsable de lo que he dicho. A Manteca se le han perdonado muchas cosas en carnaval. 

-Ha tenido memorables puestas en escena, ¿cuáles recuerda con más cariño?

-Recuerdo mucho el Sábado Santo en el que se legalizó el Partido Comunista. En el carnaval de antes mi hermano y yo nos vestimos de Santiago Carrillo y la pasionaria. Nos paró la Guardia Civil en la puerta de la farmacia de Penadés y les  contamos el rollo que llevábamos, diciendo algunas cosas que todavía no se podían decir entonces. Sin embargo, los guardias civiles se echaron a reír y nos dejaron que siguiéramos  con nuestro numerillo. También recuerdo aquel carnaval, en la época de Clemente Cuesta, justo después de la moción de censura a Pedro Carrasco. Esa Corporación quiso potenciar el carnaval y nos llamaron a varios carnavaleros para que aportáramos ideas. Fue el primer carnaval de lujo que se hizo en Tomelloso. Yo sabía que habían contratado a una comparsa de cubanos y  me disfracé de cubana, con un taparrabos, casi en cueros, como se encargo de recordar hasta en la misa del domingo Don Tomás, el cura. Aquello causó mucho impacto.

-Su humor se ha inspirado mucho en la política…

-Sí, y me ha dado igual criticar a unos que a otros, todos han dado motivos. He tratado la Ley de Aguas, la Ley del Divorcio con aquel vestido de Isabel Tocino que me hicieron, otro año salí con el sillón de la Moncloa, muchas cosas Este año podría haber salido con “La niñera de oro”, pero no ha podido ser. Y también recuerdo cuando me vestí de la Duquesa de Alba  y busqué un novio que hiciera de Alfonso Diez y me dio la talla Carlos Moreno (entrevistado y entrevistador rompen a reír). También fue bueno el número del ataúd de Franco con la gente alrededor bailando el famoso tema “No estaba muerto, estaba de parranda…”

-¿Qué le parece como ha ido evolucionando el carnaval de Tomelloso?

-Se ha ido potenciando y gente como Los Canutthi han servido de revulsivo. Han lanzado ideas muy buenas y vistosas. Son graciosos y tienen a gente con mucha imaginación. El problema es que como han gustado tanto,  y lo digo constructivamente, siendo yo de ellos y queriéndolos mucho, es que el público se ha quedado casi siempre con ganas de más. Pasan en cinco minutos y ya. Sus miembros se apelotonan mucho sobre un número y no consiguen la vistosidad que deberían tener. Su éxito es la anarquía, las ideas y la gente con humor tan fila que integra esa peña. No nombro a ninguno porque hay muchos y buenos,

-Tomelloso tiene la suerte de contar con unas peñas y comparsas de primer nivel, sin embargo se echan de menos más grupos de ese carnaval callejero y de humor, ¿no cree?

- Hubo años en los que salieron más, Los ceporros, Los apretamajanos y todos estos y estaba bien. Recuerdo también a “Los que nos juntemos” hicieron cosas muy buenas y originales. Quizá por el tema de los premios y las subvenciones todo se politiza un poco y se encorseta con normas que, desde mi punto de vista, son un contrasentido en el carnaval. El carnaval se hizo para que el esclavo pudiera criticar al amo. 

-Solo cabe desear que el año que viene podamos disfrutar de un carnaval como Dios manda…

-Claro. El sentido del humor tiene que estar siempre ahí, desgrava los malos momentos que estamos pasando. Con todo lo que hemos vivido este año, con estas heridas tan terribles que estamos teniendo, hay que curarnos con cariño, empatía y estar al lado de la gente que peor lo ha pasado.  Me solidarizo con muchas familias y me acuerdo de gente cercana que he perdido como mi amigo Carlos Moya, hace ya un año, y más recientemente otro buen amigo como Lorenzo. Pero a pesar de tanto dolor, tenemos que recuperar ese cariño y ese sentido del humor que esta pandemia nos ha arrebatado.