Opinión

Cosejas y versetes III. El tráfico

Juan José Sánchez Ondal | Jueves, 18 de Febrero del 2021
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Me puse a recoger los recuerdos segados

y se iban desprendiendo tantas rubias espigas,

que mi haz era de paja casi exclusivamente.

Tal vez espigadoras aprovechen el grano.

El otro día, hablando con ese pozo de sabiduría tomellosera que es José Luis Albiñana, Pona,  recordando y riendo sobre aconteceres de aquellas épocas, le decía que para escribir estos recuerdos de mi memoria adolescente y estas cosejas y versetes, me he puse mentalmente unos apargates de suela de cáñamo, me  enfundé en los pantalones de pana y en la bluseja de rayas, me  anudé al cuello el pañuelo de yerbas y he tocao mis canas con la boína morena de soles, que fue negra, sin capar. Me he vestido de tomellosero del montón, yo que fui siempre un “levita”. Me he ido  en las distancias, de tiempo y de lugar,  retomellosizando; y ya estoy retomellosizado.  Así es que el desretomellosizador que me desretomellosice buen desretomellosizador será. Se reía José Luis y me incitaba a escribirlo. Así le  complazco.

Pero vamos a lo de hoy, que “a lo que vengo, vengo”.

También de boca de Jesús  conocí esta anécdota. Tuvo lugar en otro pueblo manchego por cuyo  centro pasaba la carretera de Andalucía en los tiempos de los primeros 600,  cuando la circulación de vehículos comenzaba a ser algo intensa.

En pleno verano,  en un cruce determinado, en ángulo recto y sin visibilidad, se había producido algún accidente. En  el Ayuntamiento debatieron sobre el tema y  decidieron poner un guardia para regular el tránsito y evitar mayores desgracias. Como la plantilla de la policía municipal no era muy amplia y se trataba de una tarea poco intensa, pensaron encomendársela a, llamémosle Julián, el más viejo y con menos dotes de los agentes disponibles. El Alcalde le llamó a su despacho y, más o  menos,  esta fue la conversación:

-Como sabrás, Julián, en el cruce de la calle Bodegas y la carretera, se han producido un par de accidentes, ya que la visibilidad es nula y hasta que no llegan a la confluencia, no se ven. Hemos puesto una señal de  Stop, pero aún así, en estas fechas, hay peligro. Así es que hemos pensado en poner allí un guardia que regule el tránsito en ese punto y como tú lo conoces bien y vives cerca, he pensado en ti. No tienes más que estar atento a que cuando vayan a coincidir dos vehículos, uno por la calle y otro por la carretera, regules  su circulación y des paso al preferente.

 -Verá señor Alcalde, es que yo... no tengo coche ni carné, ni me conozco el código de la circulación y no sé si voy a ser de utilidad en esa tarea. Además ya de la vista estoy un poco mal y yo creo que hay compañeros que lo harían mejor que yo.

Nada, hombre, el cometido no tiene ninguna complicación. Los demás están ahora muy ocupados en otras tareas,  así es que desde mañana, al cruce.

-Yo, es que la verdá…yo no sé si voy a valer….           

-¡Desde mañana al cruce, Julian!

-A sus órdenes.

Como la circulación no era muy intensa, la coincidencia en el cruce de la carretera con la calle no se dio en toda la mañana del primer día de su nuevo destino, con lo que, a mediodía,  llegó a casa a comer más conforme, quejándose, sólo, de tener que estar todo el tiempo prestando el servicio a pié quieto y aguantando la solanera.

Al volver por la tarde a su tarea, en un momento, advirtió que se aproximaban dos automóviles, uno por la carretera y el otro por calle y que por la velocidad que traían llegarían a su altura al mismo tiempo. El hombre se puso nervioso y, en su acelero,  haciendo señales con la mano, dio paso a ambos vehículos a la vez  con lo que, al llegar a su altura, inevitablemente, se embistieron. Y él, ante los subidos insultos e imprecaciones de los conductores, exclamó:

-“Si esto  lo estaba yo viendo venir”.

Evidentemente se refería a sus expuestas dudas sobre la  aptitud para desempeñar el puesto, pero los conductores al oírlo, lo interpretaron en distinto sentido y si no es porque, al ruido del encontronazo, salieron unos cuantos vecinos, su integridad física, a pesar del uniforme,  hubiera peligrado.

Malos principios quieren los gitanos.

Yo con buenos finales me conformo.

……….

La soledad se extiende lentamente

como un seco rastrojo sin cerca y sin orillas.

 

Madrid, febrero de 2021

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