Opinión

Carta misiva, enviada a Miguel de Cervantes donde se halle

Pilar Serrano de Menchén | Martes, 20 de Abril del 2021
{{Imagen.Descripcion}} Pilar Serrano en la Cueva de Medrano / Clara Manzano Pilar Serrano en la Cueva de Medrano / Clara Manzano

Mucho contento me ha dado, señor mío, tener la ocasión, con motivo del que viene, 23 de abril, día del libro, dirigirme a vuestra admirada grandeza, pues la verdad que la tenía bien deseada. Ahora me satisface cumplir el expresarme: más en mi gusto que en vuestro provecho, pues bien sé tenéis ya el orbe por montera, viniéndoos en lo que vos queríais tan de veras que por toda la bóveda azul se os proclama con sentidos halagos; siempre tan cumplidos que ni imaginándooslos hubierais podido soñar suceso tan al gusto como Dios plugo y ahora pluguiera y, si su benefactora mano no os abandona, le plazca hasta en los inciertos y futuros tiempos.

Desde aquí, en la Argamasilla de Alba, seguimos con el suceso de este negocio en vuestras manos, las que bendecimos muy a nuestro sabor, pues en los valores de lo que vuesa merced nos estimó nos honramos y, como Dios nos da a entender, sacamos provecho dello, sabiendo somos empujados por vuestra sutileza, la cual nos alienta en las dificultades y en los remedios que generosamente vos nos indicáis con armonioso espíritu y gran comedimiento. Por ello quiero sepa vuesa merced, que nos holgamos sobremanera acomodándonos a la estrechez de maravedíes gratuita de los que nos precedieron, y sin dejar un instante, seguimos leyendo y releyendo  el benditísimo discurso que con vos nos relaciona; discurso y versos que, como es notorio, procuramos sacar mejor parte que, acaso, vuestra primitiva voluntad deseara; pero repose en su tranquilidad que ponemos el esmero que hubiereis querido y aún esforzamos la voluntad lo que fuere justo como con generoso espíritu creíais y creemos.

Otras nuevas, sepa vuesa merced nos ha sido Dios servido de depararnos, más, a salvo está el que repica, y así nos afligimos a veces en nuestra desventura con los muchos malandrines y encantadores que al paso nos salen. Pero aún y a pesar dellos, procuramos no desperdiciar la ocasión de resaltaros; pues aunque los tiempos nuestros, tal que aquellos, estén alejados de discreción, y para colmo, muy desencantados para los que de la pluma se sustentan, como los vuestros mesmamente, sepa vuesa merced que no hay cosa que menos cueste ni salga más barata, es un decir, que procurar solaz al espíritu y en ello estamos; ya que por una vía o por otra nos guiará la buena ventura, Dios nos la dé como pueda y a mí me guarde para serviros, leyendo y releyendo vuestra obra y otras de gustoso pasatiempo.

Sin embargo, pésame sobre el ánimo, a más de las dichas, otras cosas que se me alcanzan como ociosas y de vanagloria, pues quien pensaba era todo desprendimiento, generosidad y mejorar el vivir (que así nos lo dijeron los de la gobernación), hallan ufanos que todo lo que ven y tocan se refocila en maravedíes;  dígolo porque hasta el saludo en el futuro estará en almoneda, y así el generoso bien hacer se excusa ahora en alcabalas de arrendador, que, aunque son oficios que vuesa merced sabe llevan al diablo a quien mal los usa, manejándose al presente muchos con el ir y venir a la Corte; y con ello se quedan tan a gusto que cualquiera hace demostración de su beneficio (aunque se procura esconder, tras lo que llaman grandísimo esfuerzo y trabajo) y este suceso avanza aunque viene de antiguo, y ya les daba en sus tiempos, igual que ahora, por quebrarle los ojos a los del común de vecinos, tendiéndose, cuan largos eran, en coches almohadillados con satén y de seis metros de largos por lo menos.

Añado que el mercado anda en la imaginería que el pan y las otras cosas suben a bastante más de real, suceso que tiene su logro en los que no pueden pagar lo que bien se vende; pero ocurre, a quien Dios se la dé San Pedro se la bendiga, que por ahora, en esta humanidad o deshumanidad que somos, en contrario, no se usa comer; pues en la máquina del cuadro nos han dicho, y dicen, es malo sustentarse; sobre todo porque el lugar donde se aposenta el sustento (vulgarmente culo y barriga) sólo tiene que medir unos cuarenta centímetros en derredor, y eso, como vos sabéis, cuesta conseguirlo y albergarlo ni aún a riesgo de romperse la crisma en azarosos ejercicios de contorsionismo y otras expresiones canallescas, por lo que acaso se debiera regir que, los primeros, dieran a los segundos, y así estuviéramos todos conformados a hilar el peso muy ajustadamente.  

De la justicia no hablaré, mejor el comedimiento que la desproticación ociosa, y de la medicina y los medicinantes, despachados estamos con las vueltas y revueltas de las flaquezas de las invisibles, pero malignas miasmas que vienen de los Avernos, y las calenturas y mortandad que ocasionan, así se nos aconsejan vacunas, y al día siguiente, después de tenernos en un ay y hasta en un tris se nos desancosejan, según sean los parleros que lo dicen. Mientras tanto gastamos sustos, y hasta dineros en la ordinaria usanza de acudir al lugar donde se nos cita, porque lo común y vulgar está prevenido con número incontable de personas que tan ociosa como pacientmente esperan avistar al cuidador de sus males, que, en descubierto, con horas de trabajo a sus espaldas, y sin tener culpa, ponen en práctica muchos ordenamientos de arriba recebidos, sin saber, si el que los manda es hidalgo, plebeyo o cristiano viejo, o no se sabe de qué lugar o sitio vino, así nos ayude Dios y purgue el que quisiere.

En cuanto al regocijo de andar de mesones, colmados y ventas, sucede que hay miles de desaguisados, pues algunos mandamases salen al paso con determinaciones que ni por los cerros de Úbeda aciertan. En fin..., que los que se sustentan del trajín de viandantes, andan en el descalabro y su provecho está, no sé si más allá o acá de Flandes, pero por ahí. Por ello, muy a una, cacerolean el ambiente a ritmo monocorde, mientras se enflaquecen bolsillos y se desperdician las escasas alegrías que hubo, y vos sabéis bien por qué lo digo.

También, cuando ya creíamos que la vida iba a seguir en santa paz, resulta que salen, desde lo insospechado, turbamulta de locos, desaforados, encorajinados voceros del palo y tente tieso que, pagan sus aborrecimientos? quemando todo lo que sus ojos avistan. Y cuando lo que sus ojos, bien resguardados por antifaces y máscaras grotescas y hasta por gorros frigios, alcanzan a ver está en derredor todo destrozado, aina se regocijan y alcanzan sus vanaglorias, sin que los guardianes del convivir y Santa Hermandad tengan el apoyo y la necesaria justicia para amainar las inesperadas turbamulta de tantos malandrines.

Añado, que más vale un toma que dos te daré, y en entretanto de lo anterior, vienen sucediendo desmanes graves y hay pueblos y ciudades de muy antiguas calidades en donde de un tiempo acá no madruga el sol  (y su merced me entiende), pues la memoria de su provecho está ahora en alterar la faz de lo que en siglos fue construido, por depredadores de guante blanco, los cuales vestidos de librea, dan en  destrozar lo que tan costosamente se ha ido manteniendo y conservando, y no queda ladrillo que no sea cambiado impunemente por edificios de metales horrísonos. Igual o peor sucede en nuestros anchurosos campos con las manos impías de los que prenden todo lo vivo para que muera la tierra. Y menos mal que se le va dando honesta y provechosa causa a costa de que alguna vez llega a término el buen deseo de los amantes de la naturaleza.

Otras cuestiones pudiera traer ahora al aviso de vuestra cortesía, pero pláceme excusarlo por no pecar en las impertinencias de otros muchos disgustos y descalabros, aunque al presente no hay estamento que tenga discreción y autoridad y que no sea digno de remover; pero es mejor no traer dichos ni voz a las placeras, sino tratar de ser humilde de corazón, que el buen adorno de la persona está en graves cargos y ha de ser conforme a lo que en ellos se pide, así quedo de su memoria como su merced requiere y no fatigo más demostración, pues es cortesía que os merezco y admiradamente vuesa merced merece.

Hoy, desde la Cueva de Medrano, vuestra devota servidora, en el año de gracia de 2021, en celebración del Día del Libro, mes cuarto de nuestro calendario. Suya afectísima en lo presente y en lo venidero que a mi persona nuestro Señor le conceda. PS

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