Opinión

El Chico de Criptana

Juan José Sánchez Ondal | Domingo, 9 de Mayo del 2021
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Parte de la información utilizada para este trabajo  es tributaria del blog del pintor e investigador criptanense  José Manuel Cañas Reíllo, Criptana en el tiempo. Momentos de la historia,  que hemos completado, ordenado y redactado por nuestra cuenta y riesgo.

 

No son muchos los toreros ciudadrealeños y,  que yo sepa,  Tomelloso, que dio y sigue dando grandes artistas y deportistas de distintos tipos, no ha dado ningún seguidor del arte de Cúchares, a pesar de que es ciudad en la que la afición a los toros es antigua y ha sido, y creo que sigue siendo, grande. Y es que allí, en su inmensa llanura,  en su planicie, no hay pastos en los que criar ganado bravo, y sin toros es difícil que haya toreros, como sin nieve que haya esquiadores.

Hemos  escrito de los toros, de su plaza, del bandolero-torero “Tragabuches” y de “Cagancho” en Almagro y en Las Ventas, del imaginario Cunill II, y recordamos que cuando se produjo en hundimiento de la plaza portátil, en 1953, uno de los novilleros anunciados era “Cagancho” hijo. Hoy vamos a dedicar este espacio a un curioso caso de  torero que había tomado por sobrenombre el de “El Chico de Criptana”. Sí, de la tierra de los molinos y de Sara Montiel.

Ninguna faena taurina, habrá tenido tanta difusión mediática como tuvo la del “Chico de Criptana” en Palencia en la tarde del 25 de junio de 1923. No hubo periódico nacional o de provincias que no se ocupara de las repercusiones de aquella “novillada”.

Todo arrancaría de  la humorística crónica que hiciera Siro Gandía, en “El Diario Palentino”, el 26 de junio de 1923, en su segunda página.  Daba a conocer a sus lectores lo acontecido en  el  “Festival taurino. Corrida extraordinaria y fuera de abono. Tres miuras de vocación para  Santiago Calderón “Velocito”, Antonio Casañé “Benamor” y Rafael Cejudo “Tilita”. Alternativa de “El joven de Criptana”.   

Con relación a la intervención de éste contaba que, en el segundo toro, ante una cogida de Cejudo,  acudió “El joven de Criptana” que “Oportuno y conocedor se lleva al bicho y en los medios lo lancea por verónicas, adornándose como los buenos”. Seguidamente “coge los rehiletes, juguetea con el novillo dándole con los palos en el testuz, cita con hechuras y estilo, va a la cara y cuartea un par maravilloso de ejecución y arte.” Sale el tercero, “berrendo en negro, bravo, de muchas libras”  y ”El joven de Criptana” le brinda con  unas verónicas y dos faroles de tres mil bujías cada uno” con  "Aplausos a la faena y al “joven”. Y continúa el cronista: Recibe los trastos de Benamor y “brinda a la presidencia y luego a don Abilio Calderón”. “Torea por ayudados y de pecho y hace una faena que se aplaude por lo inteligente y artística. Cuadra el novillo, y entrando a volapié, colosalmente, como los buenos maestros, deja media que basta. Ovación, vuelta al ruedo y salida a hombros.” Ningún dato daba Siro Gandía sobre la identidad del tal “joven de Criptana”.

Aclaramos que el don Abilio al que brindó el toro, era el palentino Abilio  Calderón Rojo ( 18671939) abogado, que había desempeñado los ministerios de Fomento y el de Trabajo, Comercio e Industria durante  1919 y 1922, respectivamente,  diputado por Palencia en las elecciones de 1923, y que tiene una plaza en aquella ciudad.

Así hubieran quedado las cosas si la política y los resentimientos derivados de ella, no se hubieran metido por medio.  Pero días después, concretamente, según el Diario de sesiones  del 16 de julio de 1923, abierta la sesión por el señor Presidente de la Cámara de  Diputados, don Melquiades Álvarez, en el turno de Ruegos y preguntas,  el diputado de Izquierda Liberal por Carrión de los Condes, don Jerónimo Arroyo López, hizo la suya al Ministro de la Gobernación.

Procedió éste a dar lectura a los párrafos de la mencionada crónica taurina  que hemos transcrito,  despertando el desconcierto de sus señorías que no entendían a qué venía tal lectura. El señor Ayuso continuó:

“Señores Diputados, el “Joven de Criptana” es “el gobernador civil de Palencia”. (Grandes risas)

“Yo creo que no hay derecho a retener en el Gobierno civil a un hombre que tan excepcionales condiciones tiene para fenómeno taurino, estando como está tan necesitada la fiesta nacional de que le den brillo y esplendor. Y yo pregunto al señor Ministro de la Gobernación con todo respeto: Señor Ministro de la Gobernación ¿es que puede un Gobernador civil de una provincia obtener estos éxitos taurinos, siquiera sean tan brillantes como el que supone haber salido sacado a hombros, sin ser destituido telegraficamente?”

El Ministro de la Gobernación, a la sazón, don Martín Rosales y Martel (1872-1931), duque de Almodóvar del Valle, que fue diputado a Cortes, alcalde de Madrid y ministro de Fomento, contestó que si comprobaba que el “Chico de Criptana” era el gobernador civil palentino, le destituiría.

Y comprobada la coincidencia, como ministro, cumplió, y publicó la correspondiente nota en la que, como suele ser frecuente, el cese, se vistió como aceptación de la dimisión presentada por el Gobernador. Cese, no dimisión,  llevado a cabo oficialmente por Real Decreto de  S. M. el Rey,  de 17 de julio de 1923, refrendado por el Presidente del Consejo der Ministros, señor   Manuel García Prieto, publicado en La Gaceta de Madrid del 18 de julio siguiente.

¿Pero quién era ese Gobernador-torero del que, en el ruego del señor Arroyo, no se mencionaban datos personales? Indagando en la Gaceta de Madrid, encontramos que pocos meses antes, en la del día 31 de marzo de 1923, por Reales Decretos de 24 de marzo de ese año, se aceptaba la dimisión del anterior Gobernador, don  Prudencio Landín y se nombraba Gobernador civil de Palencia a don Ramón Baillo Manso, ex Diputado a Cortes. ¿No suena en La Mancha el apellido Baillo? Más adelante nos referiremos a él.

Distinta versión de la becerrada daba el propio destituido Gobernador  en carta remitida a “El Imparcial” de 19 de julio y en la  entrevista concedida a “La Opinión” el mismo día. En la primera escribía:   “Lo que no dijo el Sr. Arroyo es que la fiesta a que hacía alusión, y de la que hacía referencia un periódico local no citando nombres, y, por lo tanto, sin nombrar al gobernador civil, tuvo un carácter privado, intimo, y que a ella no asistieron sino un corto número de amigos y sus respetables familias.” En la entrevista concedida a “La Opinión” añadía “el día 25 de junio…organizado por varios amigos, se verificó un fiesta íntima, una becerrada a la que yo asistí en calidad de espectador… la fiesta fue de convite y casi por sorpresa organizada. Entre los espectadores, que no pasaban de 40, figuraba don Abilio Calderón, una hija del propio Arroyo, y, en concepto de lidiadores, el senador D. Luis Calderón, sobrino de D. Abilio, y varios diputados provinciales y concejales.

Se lidiaron tres becerros,  y puede  juzgarse sobre su poder advirtiendo que de cuando en cuando se soltaban entre barreras con objeto de asustar a los espectadores que allí se hallaban… Parte de los espectadores conocedores de mi afición por las lides taurinas, me invitaron a bajar al ruedo y maté el último becerro. El director del “Diario Palentino”, que figuraba entre los lidiadores, publicó unas líneas en broma, y esas son las que han servido al Sr. Arroyo para su famosa denuncia.”

La corrida, pues,  no fue una novillada, sino una becerrada. Los toreros no eran profesionales, sino aficionados y la crónica  del director del periódico, una humorada.

En su descargo, en la carta,  recordaba Baillo  “nombres de muy altas o ilustres personalidades, que en Castilla y  Andalucía, y no sólo en fiestas íntimas, sino ante numeroso público de pago, actuaron en tientas, becerradas, encerronas, derribo y ácoso de reses. etc., etc., como otras matan sus ocios interviniendo en  “matchs» de «foot-ball», de tenis o de polo, … que … habían sido, y serán, embajadores, ministros, gobernadores, y otros actuaron siendo jefes en activo del Ejército o de instituciones civiles, sin que por ello nadie, los motejase y tratase de ponerlos en ridículo para provocar una sanción de sus jefes.”

Otros comentaristas traerían a colación al torero Luis Mazzantini que después de cortarse la coleta fue concejal en el Ayuntamiento de Madrid, teniente de alcalde, miembro de la Diputación Provincial y gobernador civil de Guadalajara y de Ávila; al mismo Cid campeador, a César Borgia, o referían anécdotas como la del tantas veces ministro Romero Robledo, que al coincidir en la estación de Córdoba con un obispo y con Lagartijo, saludó primero al torero y al preguntarle alguien replicó: “Obispos hago yo ciento de un plumazo, y Lagartijo no nace más que uno.”

Lo cierto es que, como decíamos,  a partir de la sesión parlamentaria, todo periódico que se preciara, de Norte a Sur y de Este a Oeste de la península  y de las islas, y hasta en Argentina y en Francia, se ocuparon del cese del Gobernador de Palencia por haber hecho faena, bajo el pseudónimo de “El Chico de Criptana”, toreando, banderilleado y matando a estoque  a aquel novillo, en la becerrada de la capital de su cargo, en el mes de junio de 1923. A los diarios sucedieron los semanarios de aquel verano. Unos con humor, otros aprovechando la ocasión para meterse con los políticos del momento, los menos a favor, los más en contra de la destitución; quienes en prosa, quienes en verso, (Era, entonces frecuente hacer las crónicas taurinas y de otro tipo en verso y había versificadores magníficos y con ingenio), algunos con chites gráficos.  Durante aquel verano, llenaron páginas sobre el cese del gobernador torero apodado el “Chico de Criptana”. No exagero si digo que he reunido cerca del centenar de recortes de prensa que abordaron el tema. Valgan, como botones de muestra, los siguientes títulos,  párrafos  o versos sacados de poemas sobre el suceso.

Pronto “El Debate” (16.7) titulaba su información “El gobernador de Palencia perderá el cargo por torero” y “La Correspondencia de España” del mismo día “El gobernador de Palencia ha sido sacado en  hombros”, subtitulándolo “Pero a pesar de su gran faena, recibe tres avisos del ministro de la Gobernación”. “La Acción” del 17, escribía que “el político que no sabe torear está perdido.” Y que “Lejos de destituirlo, el Gobierno debió recompensar al gobernador de Palencia, por ejemplo, nombrándole director de una escuela nacional político-taurina.” El periódico madrileño “La Voz, Diario independiente de la noche”, del 17 de julio, con el título de “La cena de las burras” y el subtítulo “Vocación equivocada”, decía: De la constelación de cuarenta y nueve astros formada por los gobernadores  de provincias ha desaparecido una estrella. Esperemos verla surgir nuevamente en el ruedo. Y en una viñeta,  recordando al torero Luis Mazzantini,  que después fuera Gobernador, dos señores dialogan ante la entrada al palco de un teatro:

– ¡Es escandaloso! ¡Un gobernador metiéndose a torero! ¿Usted ha visto un caso igual?

– ¡Ca, no, señor! ¡Todo lo contrario! ¡Yo lo que he visto ha sido un torero metiéndose a gobernador! ¿No se acuerda usted de D. Luis?

La Opinión (19.7) publicó otra viñeta en la que con el título de “En el Gobierno civil. Una comisión”.  Cuatro señores dicen:

-Deseábamos saber si el señor gobernador nos podría recibir.

-Sí, señor, ahora precisamente está recibiendo

Y debajo un dibujo de un torero matando un toro de esa forma, recibiendo.

“El Debate” (18.7), firmado por el escritor, periodista y poeta Carlos Luis de Cuenca y Velasco (1849- 1927) publicaba un poema que comenzaba: “Los señores diputados,/ de veras regocijados,/ rieron de buena gana/ por los éxitos logrados/ por el Chico de Criptana./ Yo no encuentro nada mal/ sino muy puesto en razón/ que traten de asunto tal/  las Cortes de una nación/ siendo fiesta nacional;/ ni veo la incongruencia/ de esa risa que me explico/ por la rara coincidencia/  de resultarnos el chico/ gobernador de Palencia.” Y metidos en versos,  “El Cantábrico” santanderino  (19.7)   escribía otro del que entresacamos: “Con el mote de “el ·Chico de Criptana”/ lidió y  mató, porque le dio la gana/ un becerro, a conciencia/ el Poncio de Palencia. / En el Congreso, para echarle al hoyo,  el caso denunció el señor Arroyo./ ¡Los arroyos, señores, son muy murmuradores!/ Con rapidez por el Gobierno ha sido/ el Poncio lidiador destituido.”

El periódico “España”, en el número del 21 de julio de 1923, publicaba la letra para un pasodoble  con el título de “LA OREJA DE ORO (Pasodoble) Al Chico de Criptana. In memoriam del paso poco honroso que hizo en el coso” y “El Globo”, del 3 de agosto, en la sección “Vida Teatral” contaba que la Zuffoli , en la zarzuela “La Montería” de Jacinto Guerrero, en el Kursaal,  cantó una letra alusiva al “Chico de Criptana” arrancando una ovación del público.

Con el título de “Cogida grave. Su excelencia el “Chico de Criptana”, el Diario de Valencia del 20 de julio, entre otros párrafos, escribía:

“¿Qué ahora resultó un “fenómeno” capaz de estampar su remoquete con letras de oro en la Historia de la tauromaquia? Mejor que mejor. Con ello tiene mucho adelantado para que se traduzca en éxito su actuación de gobernante. Quien lidia toros, lidia hombres y lidia conflictos de orden público. Un pase natural bien administrado es capaz de dejar en suerte, de dejar en condiciones de pacífica solución, la más difícil de las huelgas. Y caso de no llegar a arreglo después de una faena laboriosa, se “larga” un golletazo y a casa.”

Todavía, en septiembre, en la feria de Palencia “Er Gutapercha” en la crónica taurina, recordaba al Chico con estos versos en los que, comparando los toros con el futbol, escribía “Y a luego no van mujeres/ con vestidos de percal/ ni mantones de Manila/ que le hacen a uno exclamar/ ¡Bendita sea tu madre/ y  la pila bautismal/ Vuelva “pa” acá esos ojazos/ que por “ustez” soy capaz/ de echarme al ruedo esta tarde/ y ponerme a torear,/ aunque el Gobierno me quite/ el cargo y la credencial/ como al “Chico de Criptana”/ que le hizo la ”charraná”/ de quitarle de ser “poncio”/ de Palencia por lidiar/lo mismo que Mazzantini/ lo hacía en tiempos atrás.”

Decíamos que el triunfo del “Chico de Criptana” no hubiera pasado de aquella salida a hombros, si la política y los resentimientos derivados de ella, no se hubieran metido por medio, pero efectivamente así sucedió. Las relaciones entre el Gobernador  Baillo y el Diputado denunciante Arroyo, no eran las mejores y sin duda el segundo aprovechó la ocasión para arremeter contra el primero llevando el asunto al Congreso. Si atendemos a las declaraciones del exgobernador en la carta arriba citada y en las declaraciones al periódico “La Opinión” del 19 de julio,  el señor Baillo cuando se convocaron las últimas elecciones quiso presentarse a Diputado por Ciudad Real, pero su jefe le ordenó que aceptara el Gobierno de Palencia y sólo por disciplina aceptó.

“En las pasadas elecciones de senadores, [escribe el señor Baillo] el Sr. Arroyo presento candidato por Palencia a un su amigo y protector, con el que le unen imperiosas obligaciones. Tratando de pagar el Sr. Arroyo lo mucho que debe a su amigo quiso a todo trance regalarle la senaduría. El Cuerpo electoral se le mostró adverso, y la víspera de la elección, viendo fracasado su intento, acudió al despacho del gobernador civil de Palencia con esta propuesta:

Simular un robo de una cantera, cometido en su persona, y a título de dar con el ladrón, llenar la cárcel de Palencia, incluyendo entre los detenidos a 90 de los conocidos como afectos a D. Abilio Calderón y contrarios al Sr. Arrayo y su protector-protegido. Cumplí con mi deber, rechazando tamaño atropello, y salió derrotado  el candidato del Sr. Arroyo, quien desde entonces se dedicó a acechar mis actos todos, públicos y privados, para vengar en mí su derrota. Satisfecho estoy de que en toda mi vida no haya encontrado al Sr. Arroyo otro acto que afearme que la honesta diversión con unos amigos íntimos y mi afición a un deporte nacional que antes que yo ejercitaron muchas y muy  ilustres respetables personas.  Ya no soy gobernador de Palencia; pero no salí del cargo por hechos deshonrosos. Prefiero mi cesantía a haber seguido en el puesto y disfrutando de la protección y amistad de un hombre que pretendía de mí no menos que el denigrante atropello de meter en la cárcel a noventa mandatarios de pueblos honrados, para dar satisfacción a un deseo, muy loable, de pagar ciertas deudas de índole privada. Y me voy tranquilo a mi casa, y  seguro de que es preferible  verse en ridículo  por aficiones taurómacas a tener en la conciencia el peso de tales “ardides” políticos.”

 “Desde entonces,  declaraba Baillo en la entrevista, el diputado por Carrión dejó de saludarme y me persiguió sañudamente.” Y Continuaba declarando que “al día siguiente de la becerrada tuvo conocimiento el ministro de mi actuación en ella, y no le dio importancia” atribuyendo su cambio de apreciación a “A los manejos de los albistas (del partido de Santiago Alba) cerca de su jefe, a quien siempre agrada quitar un Gobernador al conde de Romanones, y sobre todo al complot organizado para ello por el señor Arroyo que tan mal quedó con su amigo…”

Hasta aquí las motivaciones políticas y taurinas del cese del gobernador torero.

 Pero el  gusanillo taurino del “Chico de Criptana” continuó aún algún tiempo, tanto a  pié como a caballo, pues hemos encontrado su participación en los ruedos, bien que sin el apodo manchego, sino con su nombre y apellido.”El Día de Palencia” que seguía sus pasos, informaba el 11 de agosto de 1924 que “se celebró en Manzanares una novillada benéfica en la que rejonearon dos novillos los exdiputados a Cortes: duque de San Fernando, grande de España, y don Ramón Baillo, exgobernador civil de Palencia, cargo que hubo de dimitir a causa de una interpelación en el Congreso sobre una becerrada que toreó en Palencia.” Ostentaba el título de duque de San Fernando entonces, Rafael Melgarejo Tordesillas (1892 - 1936) nacido y ejecutado en Villanueva de los Infantes.  Unos meses después, el 24 de octubre, La Voz de Asturias informaba que en Alcázar de San Juan se había  organizado una corrida de toros para recaudar fondos con destino a la restauración de la iglesia de Santa Quiteria, en la que actuarían “Cañero, Sánchez Mejías, Maera, Villalta, Posada y el exgobernador civil de Palencia Ramón Baillo.” Y todavía, el 9 de julio de 1933, según la revista “Torerías”, el domingo 30 de julio se celebraría en la plaza de toros de Tetuán de las Victorias, una gran becerrada organizada por el Círculo vallisoletano de Madrid, en cuyo programa figurarían elementos vallisoletanos  “y don Ramón Baillo quien rejoneará un novillo, auxiliado por los directores de lidia”.

Así terminó la carrera taurina del “Chico de Criptana”, pues ni con ese apodo, ni como exgobernador, ni con su nombre y apellido, vuelve aparecer  como rejoneador ni, como decía Matías Prat,  “enarbolando la espada toricida.”

 Pero ¿Qué razón le movió al gobernador señor Baillo, para  elegir como  nombre de brega el de el “Chico de Criptana”? Nos lo cuenta el mismo en las mencionadas declaraciones a “La Opinión”:  “La broma de llamarme el “Chico de Criptana” viene de que en dicho pueblo tiene fincas mi familia y de que allí he permanecido por dicha causa mucho tiempo.”

Efectivamente, los Baillo con arraigo en Criptana, obtuvieron en 1690 el condado de Las Cabezuelas en la persona de don Gregorio Baillo de la Beldad y Cárdenas. La familia ha  tenido posesiones en La Mancha, en Alcázar de San Juan, Arenales de San Gregorio, Pedro Muñoz, Herencia, Villafranca de los Caballeros, Quintanar de la Orden, Socuellamos,  Quero y en Tomelloso. Una ganadería de toros bravos de un ganadero Baillo, probablemente familiar, lidió toros en Madrid con divisa encarnada, verde y blanca, en la corrida de novillos verificada en 21 de Noviembre de 1880, habiendo noticia de otras dos novilladas suyas en  1916 en Munera (Albacete) y una en Cartagena. En septiembre de 1924, en Villahermosa, se lidió ganado de Baillo por Jesús Borlado y Gaonilla, y en agosto de 1931, en Tobarra, se lidiaron novillos de esta ganadería por Joselito Miguelañez y Antequerano.  

En Criptana tuvieron la conocida "Casa del Conde" o " Casa del Conde de las Cabezuelas" en la Plaza Mayor, construida a finales del siglo XVII, hoy propiedad del Ayuntamiento. Su padre, el VIII Conde, posee allí una plaza con su nombre  y su hermana  Carmen Baillo Manso  tiene una calle con el suyo.

 Era el “Chico de Criptana” el hijo mayor de los ocho  habidos por don  Ramón María Baillo Baillo, natural de Campo de Criptana, VIII Conde de las Cabezuelas (1863-1930), Diputado a Cortes y Senador, y de  Luisa Manso Pérez de Tafalla (1867-1947).

Había nacido, “El Chico”, en  Madrid el 14 de noviembre de 1892. Tenía, por tanto, cuando actuó en Palencia 31 años. Había sido ya Diputado a Cortes por Almagro en a la legislatura de 1918 y por Almadén en la de 1919.  En septiembre de 1920 corrió la falsa notica de que había fallecido en accidente de automóvil en las proximidades de Fuenterrabía, al parecer, debido a rumores malintencionados de alguna persona que envió un telegrama en ese sentido a un familiar. Como ha quedado dicho, fue Gobernador civil de Palencia de marzo a julio de 1923.

Casó con  doña Teresa Pérez Cabellos y Maseres con la que tuvo a  don Ramón, a doña Cecilia y a Joaquín. 

A la muerte de su padre, por Real Orden de S.M., de 21 de marzo de 1931, se disponía  se expidiera Real Carta de sucesión en el título de Conde de las Cabezuelas a favor de don Ramón Baillo y Manso. (Gaceta de Madrid, núm. 90, de 31/03/1931, página 1756).

La Hoja Oficial del lunes (13/11/1933, p. 6), publicaba la lista de candidatos proclamados a Diputados. En Ciudad Real,  donde eran 10 los diputados a elegir, 8   mayorías y 2 minorías,  figuraban D. Juan Baillo Manso (C) y Ramón Baillo (A.A.) pero no salieron elegidos.

Falleció en Madrid a los 43 años, el 4 de abril de 1935, siendo enterrado en  el cementerio Sacramental de San justo de Madrid.

Su hijo mayor y sucesor en el título, Ramón Baillo Pérez Ceballos, apareció en la prensa en 24 y 26 de julio de 1929, (La Libertad y El Adelanto)  por haber sufrido un grave accidente de automóvil entre Valdepeñas y Manzanares, en compañía del abogado valdepeñero Isaac de Merlo, siendo conducido a su casa de Membrilla donde al verle en tal estado, falleció de la impresión su pariente próxima doña Carmen Amátegui. Nuevamente aparecería en “La Libertad” del 6 de abril de 1932, entre los detenidos en el Centro tradicionalista, por el ataque realizado a los estudiantes de la F.U.E. en la universidad, “Ramón Baillo Pérez, de dieciséis años, estudiante, plaza de San Martín, 6”, quién, ya de mayor,  fue el segundo esposo de Imperio Argentina y  cuya honorabilidad no queda en muy buen lugar según las noticias.

Aún en Palencia, en 1932, se guardaba memoria del torero gobernador al titular El Diario Palentino del 27 de julio, p. 1,   la crónica de la novillada celebrada en Tomelloso el 25 anterior,  en la que saltó un novillo al tendido y fue matado de tres tiros de pistola por el alcalde don Urbano Martínez. La rotulaba así: “Otra faena parecida a la del “Chico de Criptana”, gobernador que fue de Palencia. Ovación y oreja a un alcalde.” E informaba, no sé si en serio,  que “El público ovacionó al alcalde, obligándole a dar la vuelta al ruedo, con concesión de las dos orejas y el rabo.”

Y con ello damos fin a esta curiosa historia del torero y rejoneador “Chico de Criptana”, exdiputado, exgobernador de Palencia y IX Conde de Las Cabezuelas.  

Madrid,  8 de mayo  de 2021.

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