Opinión

La adquisición de la Casa de Medrano en Argamasilla por el Infante Don Sebastián

Juan José Sánchez Ondal | Martes, 7 de Septiembre del 2021
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El año 1862 fue un año cervantino  con diversos acontecimientos en honor del ingenioso autor del Ingenioso hidalgo, al tiempo que el germen de unos estudios de revisión de la vida y milagros de Cervantes y de lo referente a las tradiciones relativas a la geografía y tipología de su magna obra.

No hacía falta para ello que se cumpliera ningún centenario o cincuentenario. Todos los años se cumplía y se cumple uno más desde su nacimiento o fallecimiento o desde la publicación de su inmortal obra. Y así, según decía “El museo universal[1], al cumplirse, el 23 de ese mes, los 246 años de la muerte de Cervantes, un escritor de Barcelona se dirigía a los alcaldes de Alcalá de Henares, Esquivias, Barajas, Osuna, Salamanca, Valladolid, Sevilla y Argamasilla de Alba, invitándoles a celebrar el aniversario, a la vez que informaba de que “Una magnífica edición de su obra inmortal se está haciendo por el editor Gorchs”.

Parece ser que Argamasilla recogió el guante del escritor catalán (la noticia no daba el nombre de éste) [2] y esta municipalidad, “con objeto de rendir tributo de aprecio a la memoria del gran Cervantes en el aniversario de su fallecimiento, mediante injusta prisión que es fama sufrió en aquella villa”,  en sesión extraordinaria, “acordó se celebrase una solemne misa por el eterno descanso del ilustre autor del Quijote , cuyo acto tuvo efecto en la mañana del día 23 con asistencia del ayuntamiento y demás personas notables de la población. También quedó acordado…se celebren todos los años iguales sufragios, a la mira de establecer para lo sucesivo, bajo el carácter de voto de villa, una piadosa costumbre que se transmita de padres a hijos.”

Al mes siguiente, se consumaba lo que venía gestándose desde hacía tiempo y, al parecer, desde distintos puntos, o a iniciativa de varias personas.

Así como cuando surge un personaje, real o de ficción, que adquiere notoriedad y, no digamos gloria, y no están claros sus orígenes, diversas localidades se disputan su cuna, (Argamasilla de Alba, Miguel Esteban, Villaverde, Tirteafuera, Quintanar de la Orden, Argamasilla de Calatrava, Esquivias, Villanueva de los Infantes o Mota del Cuervo, al menos, se han disputado  la de D. Quijote) cuando sucede un acontecimiento digno de celebración, una feliz idea, un descubrimiento o un invento, sucede otro tanto con su autoría. Este caso no iba a ser una excepción y a distintas personas se les atribuye, ya sea la idea de haber dado con la cueva en la que Cervantes escribió el sublime libro; ya de quién fue la de adquirir la casa de Medrano; ya la de imprimir en ella el Quijote; ya la de haber dado con el posible personaje real que inspiró a Cervantes el protagonista de su novela, ya cuál fuera éste o su escudero.

Respecto del primer tema, por entonces,  un extranjero apellidado Droaph escribía al doctor Jebussemh, de Wurtzbourg, informándole de que la gloria de haber averiguado cuál fue la casa que ocupó en Argamasilla Cervantes, se debía al redactor de “La Correspondencia”, don José María del Campo. Éste lo desmentía diciendo que lo único que hizo fue publicar una carta excitando a la prensa a abrir una suscripción nacional para comprar, restaurar y embellecer la casa indicada, y que cesó en sus gestiones al saber que el Gobernador civil de Ciudad Real, Sr. Cisneros, trataba de hacer, por cuenta de aquella provincia, la adquisición.[3]

Según el magnífico trabajo de José Manuel Lucía Megías, “Silencios en la biografía cervantina: dos silencios y un epílogo argamasillesco”[4], parece que fue el ilustrado teniente coronel Vicente de los Ríos, en su biografía de Cervantes que encabeza la edición del Quijote de la RAE, en 1780, el primero que identifica la cárcel de Argamasilla como el lugar donde Cervantes engendró su libro, al que seguiría Juan Antonio Pellicer en su biografía cervantina en 1797-98.

Del acto de la compra de la casa de Medrano por el infante don Sebastián de Borbón, en la que está la cueva, hemos hallado cumplida información fidedigna, ya que procede directamente de dos de los intervinientes: el administrador del infante en Argamasilla y adquirente de ella, en representación de S. A., don Manuel Añover, en carta dirigida a los periódicos,[5] y el Jefe de la Sección de Fomento de la Provincia, D. José de Castells y Bassols, que acompañó al Gobernador civil señor Cisneros, desde la salida de Ciudad Real, el 12 de mayo, hasta su retorno el 16 por la tarde, y firmó las escrituras como testigo, que remitió a “La España” una amplísima crónica de todo lo acontecido en aquellos días.[6]

En la carta, de 15 de mayo de 1862, Manuel Añover, desde Argamasilla de Alba[7],  escribe que enterado el infante del “sumo deterioro” de la casa que “según la opinión unánime en todos los tiempos ha designado y designa en la misma [Argamasilla] la casa en que vivió y en que escribió la primera parte de su inmortal D. Quijote”, el Infante don Sebastián de de Borbón y Braganza, Gran Prior de la Orden de San Juan de Jerusalén, “apenas llegado a España, [El perdón le llegó mediante un Real Decreto de 12 de junio de 1859] dio orden a su apoderado en esta provincia para adquirir dicha casa a todo trance, lo cual por especiales circunstancias no pudo desde luego tener efecto. Con posterioridad el Sr. Cisneros[8], actual gobernador de esta provincia de Ciudad Real, tuvo el mismo pensamiento con decidida perseverancia. Supo entonces que mediaba el señor infante, y mostró a su elevada persona la más obsequiosa deferencia.  S. A. no quiso, sin embargo, privar al Sr. Cisneros de la honra que debiera resultarle por su intervención personal en este acto patriótico, ni privar al acto mismo del género de solemnidad y autenticidad que le presta la intervención de la autoridad superior de la provincia, y explicó su deseo de que la escritura de venta y adquisición de la casa se otorgue en cabeza del espresado gobernador de la provincia, cediendo éste después en la persona de S. A.” Las gestiones de compra por el Gobernador debían estar conclusas desde primeros de año, pues el “apoderamiento” del infante a su administrador para la compra, está expedido en Madrid en 9 de enero.



Acordado el precio de la compraventa, 38.000 reales, según la prensa; 38.798, según las escrituras [de las que nos da cumplida noticia Pilar Serrano de Menchén,[9]] se firmaron las correspondientes escrituras. Primero la de venta de los diversos propietarios del edificio al gobernador Sr. Cisneros y, seguidamente, la de éste a S. A. el infante, representado por su administrador en Argamasilla don Manuel Añover. No habiendo escribano en Argamilla y habiendo de valerse del de Tomelloso, se desplazaron los otorgantes a los confines de los dos pueblos, concretamente al el sitio denominado “La Vereda”, en término de Tomelloso, “en la entrada del pueblo”, donde formalizaron ambas transmisiones en el mismo precio indicado. Después, para dar mayor solemnidad al acto, visitaron la cueva de Montesinos, respecto de cuya visita “la comitiva que se desplazó no pudo conseguir del todo su objeto, porque careciendo de hachas de viento, [Mecha que se hace de esparto y alquitrán para que resista el viento sin apagarse] hubo que encender hogueras y el humo de éstas sofocaba en tales términos a los curiosos, que tuvieron que abandonarla con precipitación….A la salida de la cueva se leyeron por los señores Ramos, consejero provincial y Cisneros, gobernador, los pasages en que habla Cervantes de la citada cueva.”[10]

Continuaba la carta del señor Añover, diciendo que tenía orden del infante de proceder a la reparación y decoración del edificio sin alterar para nada su primitiva forma. “El busto de Cervantes se colocará en la habitación en que residió y en que se supone escribió: se pondrán las inscripciones correspondientes en el interior y exterior de la casa, y en todo se dará al edificio el posible carácter monumental, como consagrado a recordar y honrar perpetuamente la histórica e imperecedera memoria del ilustre manco de Lepanto.”

Con el estilo,  la precisión y el detalle de un diario de viaje, el jefe provincial de fomento, D. José de Castells y Bassols, tras aportar interesantes antecedentes del viaje, desde Ciudad Real, el día 24 de mayo, cuenta la excursión desde su salida de la estación de ferrocarril de esa ciudad, el día 12 de octubre a las 11,25 de la mañana, integrando el séquito del gobernador Sr. Cisneros, pasando por Miguelturra, Almagro, Daimiel y Manzanares, hasta su llegada a la de Argamasilla a las cuatro y cuarto; su recibimiento, traslado a la población y agasajo, incluida lectura de poesía del juez de paz, don Balbino Giménez, que no podía asistir por hallarse enfermo.

Previamente informaba de las largas gestiones llevadas a cabo: “En el mes de octubre… de 1860 visitó por vez primera la prisión de Cervantes el ilustrado señor gobernador don Enrique de Cisneros… volvió de nuevo en octubre de 1861, llevando consigo al arquitecto provincial, afin de que tasase la casa e hiciese los planos y presupuestos… Tiempo hacia que el Sermo. señor infante don Sebastián de Borbón y de Braganza, … trataba de adquirir para su patria el tesoro de Argamasilla. Muchas veces acarició este pensamiento en extranjero suelo, y al besar la arena de las playas españolas resolvió consagrar sus esfuerzos al logro de esa idea, dando al efecto las oportunas instrucciones á don Manuel Añover su administrador en el referido pueblo. Súpolo el señor gobernador, y… ofreció, a S. A. R. el concurso de sus medios de acción… S.A. aceptó la indicación con júbilo; confió al señor Cisneros la compra de la casa, y le enteró de todo lo que se proponía hacer en Argamasilla para convertir la prisión de Cervantes en un monumento, sin alterar su planta y forma.” Allanados los obstáculos que ofrecía la adquisición, pues siendo propiedad la casa de unas quince personas, y habiendo entre los propietarios cuatro o cinco menores de edad, fue necesario instruir ante el juzgado del parido los indispensables expedientes, se llegó a acuerdo y  partió la comitiva para la formalización de la compra.

            Después del examen de la titulación de la casa, y de la redacción de las escrituras en la mañana del día 13, se dedicaron a dar un paseo por el pueblo y admirar el solar de la casa llamada  Pacheca, donde habitó don Alonso de Quesada, y “dónde supuso Cervantes el donoso y grande escrutinio, que el cura y el barbero hicieron en la librería del ingenioso hidalgo” y, en la iglesia,  “hizo el señor Cisneros un notabilísimo descubrimiento del cual no me considero autorizado para hablar todavía.”

            ¿A qué notabilísimo descubrimiento se refería el señor Castells? Como pondremos de manifiesto más ampliamente en otro momento, sin duda, al cuadro visto en la iglesia parroquial con los retratos de don Rodrigo Pacheco y su sobrina y a la inscripción que contiene, de donde se ha conjeturado que el retratado fue el modelo en que se inspiró Cervantes para su personaje protagonista.

            Pero, volvamos a la narración del jefe de Fomento, que, encuentra en Tomelloso tipos que le traen a la memoria ya sea al ingenioso hidalgo, (el Guarda Cabila)  ya a su escudero: “Otro labriego transeúnte, pequeño y regordete, con los codos apoyados en la albarda de su burro.”

            El día 14, continúa el narrador, “tratóse ya del formal otorgamiento de las escrituras. Careciendo de escribano la población, fue necesario trasladarse, al término del Tomelloso, dónde solo podía actuar el notario de este pueblo, don Tomás Alejo Solís. Una legua dista Argamasilla del punto divisorio de su término y el del Tomelloso, elegido para realizar la tan deseada adquisición. A él nos dirijimos, en carruajes unos, y a caballo otros, siendo recibidos por el ayuntamiento de la villa citada. Nos apeamos. Se procedió al otorgamiento. ¡Qué instante tan solemne! ¡Qué cuadro tan interesante, y tan digno de que un fotógrafo lo hubiera copiado! En el centro figuraban el señor gobernador, el escribano actuario, el administrador de S. A. don Manuel Añover y los vendedores de la prisión de Cervantes. Alrededor todos; nosotros como testigos. En segundo término los labriegos y trajineros, que suspendían su marcha y sus faenas agrícolas, y nos miraban atónitos, sin comprender lo que allí pasaba...Ni faltaba a lo lejos un delicioso recuerdo de nuestro don Quijote en la escuálida y acartonada figura de un guarda, conocido por el mote de Cabila, montado en un Rocinante de pobre estampa y temblón de los cuatro remos. Otro labriego transeúnte, pequeño y regordete, con los codos apoyados en la albarda de su burro, las quijadas sostenidas en las palmas de las manos, la montera echada atrás y la risa en la enorme boca, nos pareció á todos el mismísimo Sancho…. Las campanas de los dos pueblos tocadas a vuelo parecía que se daban con su alegre repiqueteo la mutua enhorabuena del acto que se verificaba a la vista de ambas torres. Firmamos como testigos la escritura,… terminado el acto, nos dirigimos al Tómelloso, pueblo grande y rico, especialmente en viñedo donde fuimos perfectamente recibidos y obsequiados con un refresco, para cuyo servicio se nos presento una elegante bajilla de porcelana, en la cual aparecían estampados los principales pasajes del Quijote. …Por medio de un telegrama, hizo saber el gobernador al serenísimo señor infante don Sebastián que la compra de la casa se había realizado. Aquella misma noche contestó S. A. R. con otro telegrama, al propio tiempo que se dignaba escribir una afectuosa carta al gobernador…”[11] La mañana del 15 emprendieron marcha hacia Ruidera, donde visitaron el castillo de Peñaroya y la capilla dedicada a la Virgen del propio nombre, la laguna del Rey, la fábrica nacional de pólvora donde habían de encontrar hospedaje, y el día 16, después de ver las demás lagunas, llegaron a la Cueva de Montesinos. “El interior, completamente oscuro… iluminado por gran número de hogueras,… Cargada la atmósfera por el denso humo que producían las hogueras, necesario fue abandonar aquel sitio, verdaderamente encantado. Al salir… don Antonio Ramos, … leyó el capítulo XXII…[del Quijote] “Donde se comenta de la grande aventura de la cueva de Montesinos”,… [y] el señor Cisneros el… capituló siguiente,… Terminada la lectura, dijo el señor gobernador…: «Miguel de Cervantes legó a su patria y al mundo esta obra maestra. Murió pobre hace 246 años. Hemos pagado un tributo de admiración al genio: roguemos ahora por el caballero cristiano” Después de rezar un  padre nuestro por el alma del cautivo de Argel exclamó el señor Cisneros ¡Gloria á Cervantes! ¡Viva España! Así terminó, la peregrinación literaria y “el 16 por la tarde nos apeábamos en la estación de Ciudad Real”.

De la adquisición de la casa y de sus propósitos daría cuenta el infante a la Academia española de arqueología y geografía, como presidente, en su sesión del 16 de junio de 1862 y, a propuesta de algunos señores académicos, se acordó que se acuñara “una sencilla medalla conmemorativa del fecundo escritor, y de la protección que en el solemne acto que se propone prestara S. A. R. a las letras españolas.”[12]


Hemos hablado de él, pero ¿quién era este infante, del que no nos informaban los textos del bachillerato? Muy resumidamente diremos que Sebastián Gabriel Borbón y Braganza, nació en Río de Janeiro (Brasil) el 4.XI.1811 donde se habían exilado sus padres el infante español Pedro Carlos de Borbón y Braganza y María Teresa de Braganza, princesa de Beira, y falleció en Pau (Francia), 14.II.1875. Infante de España, gran prior de la Orden  de San Juan de Jerusalén en los reinos de Castilla y León. Bisnieto de Carlos III, sobrino nieto de Carlos IV, sobrino de Feranado VII y primo de Isabel II. Aunque prestó juramento de fidelidad a ésta, luego se declaró partidario de don Carlos María Isidro, lo que le supuso la confiscación de sus rentas y el secuestro de los bienes del Gran Priorato. Luchó como capitán general del ejército carlista, mostrándose como un buen estratega; la importante victoria en la batalla de Oriamendi (15 y 16 de marzo de 1837) parece que se debió a la planificación del infante. Tras la capitulación de 1839 paso a Italia donde vivió durante veinte años hasta que regresó a España tras reconocer y prestar juramento de fidelidad a la reina Isabel. El perdón, como hemos indicado, le llegó mediante un Real Decreto fechado el 12 de junio de 1859 en el que se le devolvían honores, dignidades y condecoraciones y los bienes secuestrados. Gran coleccionista de obras de arte y protector de las letras y de la cultura, el destronamiento de Isabel II, en septiembre de 1868, determinó su nuevo y definitivo exilio en la localidad francesa de Pau, desde donde continuó acrecentando su magnífica colección pictórica y practicando la fotografía. Murió el 14 de febrero de 1875, pocos días después de celebrarse la entrada de Alfonso XII en Madrid como rey de España.


[1] “El museo universal: periódico de ciencias, literatura, artes, industria y conocimientos útiles”, 1862 abril 20, p. 1

[2] “La Correspondencia de España : diario universal de noticias”, 1862, abril 25, p. 1,

[3] “La Correspondencia de España: diario universal de noticias”, 1862 junio 1, p. 2.

22 José Manuel Lucía Megías, “Silencios en la biografía cervantina: dos silencios y un epílogo argamasillesco”.“Los trabajos de Cervantes. XIII Coloquio Internacional de la Asociación de Cervantistas (Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca,2019.

[5] “La Correspondencia de España: diario universal de noticias”, 1862 mayo 24, p. 2

[6] “La España” 6/6/1862, páginas 3 y 4.

[7] “La Correspondencia de España”, mayo 24, p. 2.

[8] Enrique de Cisneros, fue Gobernador Civil y alcalde corregidor de Ciudad Real en 1862 y 1863, cuyo apellido dio nombre, durante muchos años, a parte de los paseos de ronda, aunque muchos creían que era debido al nombre de nuestro gran cardenal. Pasó al año siguiente a desempeñar el gobierno civil de Alicante

[9] Pilar Serrano de Menchén,  “Documentos cervantinos: Propietarios de la Casa de Medrano de Argamasilla de Alba, siglo XIX”, La voz de Tomelloso, martes, 29 de Junio del 2021.

[10] “La Correspondencia de España”, mayo 24, p. 2.

[11] Publicada en  La Época (Madrid. 1849). 4/6/1862, n.º 4.415, página 4.

[12] La Correspondencia de España: diario universal de noticias: 1862 junio 17, p. 1.

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