Marcó el Miguelturreño en el minuto 4 y a los locales se les aparecieron los fantasmas de sus recientes derrotas en casa. No tuvo mucha respuestá el equipo de José Ramón Dueñas que, además, se encontró con un equipo que no renunció a aumentar la cuenta, tuvo buen juego de elaboración y casi siempre llegó con mucho peligro arriba, sobre todo por la derecha con la velocidad de Marcos Ruiz y la corpulencia del delantero, Anguita, complicado de marcar. De hecho, los churriegos pudieron sentenciar en los primeros veinte minutos de la segunda parte, con un disparo al palo incluido. Pero perdonaron y las leyes del fútbol dictan que quien perdona lo acaba pagando y así fue.

El Atlético se enchufó con una magnífica jugada por la derecha que acabó con un centro raso que un defensor, Julián, introdujo en su propia portería. Con el 1-1 el partido adquirió una nueva dimensión. Los locales crecieron y dieron un paso adelante en la presión, justo lo contrario que los visitantes que ya no tuvieron esa fluidez y llegadas de peligro. En cualquier caso, el partido estaba para cualquier cosa porque los dos equipos buscaron la victoria en este trepidante tramo final. 

Con el tiempo sobrepasado, y en una jugada muy similar a la del primer gol que también se gestó en la derecha, Calero consiguió el tanto de la victoria. Era la última jugada del partido y los locales celebraron eufóricos el tanto. De momento, lo esencial era sumar los tres puntos y ya habrá tiempo para ir mejorando aspectos del juego.