Un sugerente, misterioso y desconocido espacio del que se desconoce todo: si es profunda, angosta y difícil de recorrer y si al final esa ilusión que el autor o explorador pone en su trabajo le reportará una recompensa agradable con el hallazgo de alguna cavidad magnífica que admirar. 

Al principio aparece ante los ojos de la mente la intuitiva idea que deseas explorar, crear, desarrollar, plasmar… y comienzas a penetrar en ella. A veces en el pretendido trayecto surgen inesperadas alteraciones, descubriendo sorpresivos lugares que la hacen mucho más gratificante, que en eso está la inspiración.

En unas ocasiones el avance se hace oscuro, tortuoso y esa inspiración parece detenerse ante una pared o una sima que resulta infranqueable no teniendo entonces más remedio que pensar en la manera de salvarla retrocediendo lo andado, borrar lo escrito y volver a comenzar, pero siempre tomando como únicas herramientas la luz de la pluma y  la imaginación…

Otras veces la claridad mental hace de esas grutas, antes oscuras, una iluminada estancia que posibilita su avance de manera veloz; se convierten así en las más llanas y fáciles de explorar, suelen ser las menos profundas y por ello resultar también las menos bellas, misteriosas y gratificantes para el escritor y para ti, hipotético lector. 

Escribir en cualquier caso, es descubrir hermosas musas, darles luego alguna forma, voz y vida, proclamar a cuatro vientos su belleza y plasmarlas en el papel del corazón.