El 16 de junio a las 14 horas estará en el curso de verano “para explicar cómo plasmo los colores y las formas porque es muy importante en los platos”. Y es que, asegura en la entrevista, “lo primero es ver si nos entra por los ojos. Eso también influye en el sabor que percibimos”. Por eso, en sus creaciones valora mucho la presentación y los colores. ”Si un plato te entra por los ojos, puede estar mejor o peor pero te lo vas a comer con más ganas”.

En la cocina de vanguardia —ha contado Javier a Carmen Bachiller— aparte de buscar que el plato “esté rico” se trabaja con “colores vivos para que haya contrastes”, mientras que en la más tradicional “lo que queremos es potenciar el sabor o las horas de cocción”. Es una manera de introducir el “espectáculo” en los platos.

A Javier le gusta usar los verdes, los rojos y amarillos o buscar contrastes entre el blanco y el negro. Se confiesa “defensor de los productos de la tierra y cuando investigas y a sacarles partido te das cuenta de que hay un abanico como el melón, el queso, que es espectacular en La Mancha, la berenjena de Almagro, el ajo morado de Las Pedroñeras…”

El chef tomellosero preparará platos con el queso manchego como ingrediente base. Habra platos dulces y saldos, ambos vinculados a la cocina castellano-manchega a la que considera “en auge” aunque, matiza, “nos falta una estrella Michelin en Ciudad Real que a punto estuvo de conseguir Rubén Sánchez Camacho. No dudo que lo logrará”.

Javier Olmedo estudió Dirección de Cocina en Formación Profesional y se marchó al para hacer prácticas con Martín Berasategui, regresó a Tomelloso para pasar por el hotel Beatriz de Albacete. En la actualidad desarrolla un nuevo proyecto en su pueblo, Salones Epílogo, junto al chef Rubén Sánchez Camacho, que fuera jefe del restaurante El Bodegón de Daimiel.