Opinión

Efecto llamada

José Antonio Rebato Lara | Miércoles, 13 de Junio del 2018
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No soy ningún erudito de nada, ni estoy por la labor de decir a nadie lo que debe o no hacer, pero llevo el tiempo suficiente en esta tontería que se nos mete en la cabeza de que se pueden cambiar las cosas, las cosas que funcionan hay que disfrutarlas pero hay que arrimar el hombro para tratar de cambiar lo que no funcionan.  Tengo muchas horas echadas por estos lares y muchas horas de conversaciones con gente que vive en primera persona las desigualdades de este mundo, gente que entrega su vida en cambiar el mundo y que vive por y para los más necesitados, por esto quiero hoy decir vasta ya de hipocresía y falsedades, tengo claro que a quien no le interesen estas palabras que escribo porque son molestas, las archivarán en la carpeta de demagogia, porque son hirientes y cómo tal serán eliminadas del archivo, pero creo y quiero que algo quede instalado en las conciencias de quien pierda su tiempo en leerlas.

Efecto llamada porque alguien dice que ese barco atraque en este puerto. Decenas de horas de tertulianos súper razonables y súper entendidos que piensan que a partir de que ese barco atraque en Valencia empezará a llegar por miles los inmigrantes a nuestro país, no valoramos las casi setecientas personas que están en las últimas a bordo de ese barco, que otros tienen que solucionar los problemas, que Europa tiene que legislar, que yo no puedo hacer nada……

Pues en vez de mirarse el ombligo y techar balones fuera quiero contar unas cosas que probablemente muchos ya sabéis pero el mecanismo de defensa que es la insconciencia os borra el disco duro. Está claro que la inmigración se soluciona en origen, que aquí nos estamos beneficiando del trabajo de esos que se suben a las pateras teniéndolos trabajando en “B” porque ellos a su vez se benefician de nuestro sistema, ¿Quién de nosotros estamos dispuesto a coger ajos por quince euros al día al sol doce horas a unos cuarenta grados? ¿Quién de nosotros cambiamos esa jornada por una de las mismas condiciones en un invernadero a cuarenta y ocho grados con un 80% de humedad? Y eso cuando tengas trabajo que el resto del tiempo tienes que mendigar ayudas, esos que hacen los trabajos que no queremos hacer nosotros tienen que pagar a las subempresas  que proporcionan mano de obra muy rentable en las plantaciones, solo con el fin de que todos como consumidores nos beneficiemos de precios más accesibles a la hora de hacer la compra, no culpemos a intermediarios y agricultores, ellos al fin y al cabo cubren la demanda de los consumidores.

Las ayudas al desarrollo que por centenares de millones de euros se envían para la solución de la inmigración ¿Dónde terminan? Pues esta claro que en solucionar el problema, no, es más, probablemente estén engordando el problema ¿por qué? Porque llegan a gobiernos corruptos que lo que hacen es garantizarnos a los países desarrollados el suministro de materias primas para saciar nuestras ansias de consumo a un precio bajo a las cuales nuestros gobiernos cargan con impuestos para mantener nuestro sistema, con lo cual nos beneficiamos todos del expolio de esos recursos, tenemos tecnología, combustible, maderas nobles, oro, coltán, etc.

El colonialismo que los imperios europeos tuvieron en África, dejó como herencia el África actual, ¿como es posible que donde más piezas del antiguo Egipto hay es en Londres? ¿El control de los diamantes expoliados este en Bélgica? Estos son ejemplos, pero cada palo que aguante su vela.

Seamos coherentes, porque la solución del problema la tenemos los ciudadanos de a pie, los gobiernos hacen lo que se les pide “aumentar el estado de bien estar “los mercados proporcionan lo que se les pide “saciar el consumismo accesible que se les pide “y el capital hace lo que se le pide “acaparar el dinero y hacerlo poder” para que nosotros les pidamos los créditos para poder financiar nuestro consumo.

Del problema demográfico que tenemos en Europa y que estamos solucionando con la inmigración, podemos hablar o mirar para otro lado que es lo que solemos hacer.

Hemos de ser sensatos, vivimos en un estado de bienestar inimaginable hace cincuenta años, no sabemos vivir sin un grifo perpetuo a menos de cinco metros, no sabemos lo que es ver morir a nuestros seres queridos porque no tenemos dinero y aún teniéndolo no tenemos la posibilidad de llevarlo a un médico, nuestro hijos los forma el sistema, nadie está en la necesidad de prescindir de la formación de sus hijos solo por no tener dinero con que pagar la escuela, el sistema de salud, vacunas, enfermedades erradicadas, en Europa no muere nadie de hambre, no sabemos que es el hambre, un amigo misionero dice que aquí en algún momento alguien puede sentir apetito que es síntoma de salud, el hambre es síntoma de muerte ¿a alguien le extraña que quien no tiene nada de esto quiera esto?. Hablando este invierno con un inmigrante que malvivía entre unos pallet  y cartones en una nave sin terminar en el polígono de la carretera de Pedro Muñoz, le pregunte que si quería le podía proporcionar la forma de repatriarlo a su pueblo y mirándome a los ojos cosa que les cuesta mucho me contestó – desde que estoy aquí ningún día me he acostado sin comer, y con lo poco que  mando los míos tampoco-  esto me lo decía un hombre que vendió a una hija para garantizar la supervivencia del resto de su familia.

Esto es así de crudo y de real, cuando pensemos que nosotros no podemos hacer nada para solucionar los problemas del mundo pensar en esto y después de actuar criticar. 

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