Feria 2019

La feria

Francisco Navarro | Lunes, 20 de Agosto del 2018
{{Imagen.Descripcion}} Foto: José Manuel Franco Foto: José Manuel Franco

En apenas cinco días estaremos metidos de lleno en la Feria y Fiestas de Tomelloso. La Fiesta de la Vendimia nos introducirá, con todo su esplendor de tiempos pasados, en la, sin duda, semana más importante para los tomelloseros. Para este que escribe se trata de uno de los actos más especiales de los festejos. Es cuando esta ciudad, cercana a los 40.000 habitantes, reafirma su origen campesino y,  sobre todo, viñero. Se ofrecen los primeros mostos a la Patrona (a pesar de que hay años en los que esa primicia solo es de nombre dado que la recolección cada vez empieza antes y hay quien vendimia todo el mes de agosto), las Madrinas se revisten con los ropajes manchegos. Las distintas asociaciones, empresas, cooperativas, es decir, el tejido social y económico de la localidad como ahora se dice, ofrecen a la Virgen de las Viñas obsequios y distintos géneros, algunos relacionados con el gremio del que forman parte y otros un poco menos. Y le piden un buen año. Un año que, como todo el mundo sabe, empieza después de la traca, en septiembre, en el vendimiario de los revolucionarios franceses.

Alicia Palacios nos encogerá el corazón contándonos sus logros y recuerdos. Ha sido un acierto del actual Gobierno municipal el disponer que los Pregoneros de la Feria sean tomelloseros, jóvenes y con mucho que decir.

La Feria de Tomelloso, siendo absolutamente chauvinista, es una de las mejores, no solo de la provincia, del mundo, me atrevería a decir. Al menos, y exagerando sin medida, para alguien como este cronista que se siente tomellosero a más no poder.

Uno es un feriante convencido que disfruta como un chiquillo de estos siete días. Recuerdo que el verano era el éxodo por el desierto necesario para llegar a la Sion prometida: la Feria. Toda la canícula se basaba en la preparación y espera de esos días. Las fiestas patronales eran el fin último del estío y todos los actos de ese periodo buscaban la perfección feriante, en una suerte de ejercicio espiritual y, sobre todo, material: la ropa, los ahorros y los anhelos.

La semana previa era un ir y venir al real para comprobar las atracciones que se iban montando, con comentarios posteriores, sobre lo que traerían o no y las ciertas novedades vistas por los que habían ido a otras ferias. Y ya hemos llegado de nuevo. Y de nuevo viviremos estos siete días con absoluta ilusión.

Echo la vista atrás y veo aquellos  cucuruchos de camarones, saladísimos, o esos cocos siempre húmedos. O los pollos a l'ast, en un perpetuum mobile rustidor, deliciosos; todavía se me saltan las lágrimas cuando paso por las tascas donde los asan.

Como ha cambiado todo. De ir con los zapatos llenos de polvo, más que las botas del sheriff Kane en "Solo ante el peligro" a pasear por un ferial pavimentado. Y siendo unos mocosos imberbes, cuando tirábamos los tres muñecos con las pelotas de trapo nos obsequiaban con una botella de sidra, fresquita. O en la caseta aquella del tiro al pichón, aquella de la mujer vieja vestida como nuestras abuelas, donde le disparábamos a cigarrillos que estaban colocados sobre palillos mondadientes. La abuelita Paz nos los daba de premio. Era la feria, claro, no había leyes.

¿Y el estanque de los patos aquellos de plástico que había que pescar con una caña? Era de dos hermanas que eran la sensación hace 40 años y que aún siguen, con los mismos patos, las mismas cañas, el mismo maquillaje y medio siglo más en las costillas.

En este regreso al pasado en el que me he metido de lleno se me vienen al magín aquellos circos truculentos con los pobres animales llenos de verdugones, el que vendía las palomitas, cinco minutos después metía la cabeza en la boca de un león mellado. Por supuesto que, unos años después, donde todo se cocía era en los autos de choque. Música, chicas a las que chocábamos en un extraño cortejo nupcial, buscando ser mayores sin saber que no tardaríamos en arrepentirnos de haber dejado atrás aquellos años.

Ya está aquí la Feria. Unos festejos que ahora, desde esta atalaya privilegiada sigo disfrutando. He conseguido esa perfección feriante que buscábamos unas líneas más arriba, ahora estoy en una suerte de feria permanente y desconocida por la cantidad de actos que tiene programados. Y viernes 31 empezaremos de nuevo a contar los días para la feria del 2019. Ya falta menos.

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