La familia López Montero
nos ha abierto las puertas de una de sus bodegas, concretamente, la más antigua
ubicada junto a la antigua Estación de Ferrocarril. Nuestro objetivo es visitar la cueva pero
antes hemos podido admirar una arquitectura industrial impecable en el que los
elementos modernos y tradicionales se combinan casi a partes iguales. El
momento de nuestra visita coincide con
la vendimia y esa frenética actividad le añade todavía más atractivo y encanto
a la bodega.
Antes de bajar a la
cueva, Elías López, ha conducido a los dos periodistas de La Voz, a la arquitecta
Ana Palacios y a nuestro fiel acompañante experto en cuevas, José María Díaz a
una de las naves que alberga cuatro grandes tinajas de casi 25.000 litros de
capacidad. “Son las tinajas más grandes del pueblo y alrededores”, manifiesta
con la seguridad de costumbre José María.
La entrada de la cueva,
con el nombre de Altosa en la entrada, es sencillamente espectacular. Una
escalera ancha y larga, de 47 peldaños, con un descansillo en su punto
intermedio, construida con baldosas de
barro y listones de madera. La cueva dispone de una contramina con suelo de
tarima. Desde aquí se accede a un pasadizo que conduce a los trujales. Una vez
abajo, contemplamos la inmensidad de una cueva que tiene aproximadamente 11
metros de altura, con una bóveda rebajada esculpida en la tosca. Una
preciosidad.
Las tinajas donde reposó
el vino años atrás han sido sustituidas por cubas donde se crían los afamados
brandys y aguardientes de la casa. Las cubas se disponen en cinco niveles con
el fin de trabajar de la manera más metódica posible en la elaboración de las soleras. Los vinos de más edad se
encuentran en la fila de abajo. Huele a alcohol, vino, brandy, madera, a
tierra…olores mezclados que resultan de lo más agradable en una cueva que
guarda una temperatura media de unos 17 grados bajo una luz tenue. Un hábitat
ideal para criar y conservar unos exquisitos productos que se aprecian en
España y muchos lugares del mundo.
José María indica al
propietario que el constructor de la cueva fue
Víctor “Gorrufo”. Algunas de las cubas están firmadas por personajes que
han visitado la bodega. En algunas apenas se distinguen porque el paso del
tiempo ha ido borrando los trazos de la tiza, si se distingue la de Roberto
Brasero, el popular hombre del tiempo en Antena Tres.
Llama la atención un
mirador construido posteriormente, pero que se ha sabido encajar con buen
criterio en el conjunto arquitectónico de la cueva. El balcón se sostiene con
dos pilares metálicos revestidos en madera. Cuando volvemos a mirar hacia abajo
vemos la disposición de los ladrillos con los que se ha rematado el poyo que
primero sirvió de base a las tinajas y ahora a las cubas; ladrillos que van a
soga, tizón y sardinel, como muy bien aprecia Ana Palacios. El suelo, de
ladrillos de barro, de un tono ocre oscuro, refleja también la cuidadosa
construcción.
A la salida nos topamos
con el conjunto de la fábrica, un ejemplo de arquitectura industrial bien
conservada. Muros de carga de más de medio metro de grosor, la torre de
destilación, los alambiques, las albercas, la torre de refrigeración, la caseta
de la báscula, los gigantescos depósitos de acero inoxidable, la vivienda del
guarda….todo guarda el mismo estilo constructivo y tonalidades de color. Y es
que en Altosa se cuidan hasta los mínimos detalles.
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Sábado, 10 de Mayo del 2025
Lunes, 12 de Mayo del 2025
Domingo, 11 de Mayo del 2025