Tomelloso

Fuenteovejuna son ellas

El Teatro Municipal de Tomelloso ofreció la versión de la de Lope interpretada por las mujeres del El Vacie que recibió los aplausos del público - Al ver a este grupo de mujeres marginadas sobre el escenario queda claro que Fuenteovejuna son ellas

La Voz | Lunes, 22 de Octubre del 2018
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Fuenteovejuna, “una historia de guerra y muerte”, interpretada por un grupo de mujeres del El Vacie, un barrio de chabolas de Sevilla, sorprendió al público que acudió este domingo al Teatro Municipal de Tomelloso. Las actrices defendieron con uñas y dientes, apoyadas por Bea Ortega y David Moreno, una versión ligera, desenfadada, ingenua y muy libre del drama de Lope de Vega. La obra llegaba de la mano del área de Cultura del Ayuntamiento y de la Programación Estatal de Artes Escénicas.

A ritmo del Libertango de Piazzolla —qué mejor banda sonora para un montaje tan libérrimo como el de TNT-El Vacie— y en un escenario lleno de ropas tiradas, de trapos coloridos y caóticos que recuerda un mercadillo, un campo de batalla o el desorden de la pobreza, se va planteando la obra, diseñada como una tragedia griega. “A los ponis les han puesto pilas para que no sufran, ¿quién me las va a poner a mí?” pregunta una de las protagonistas con toda la ingenuidad y el dolor del montaje de Pepa Gamboa. O también cuestiona otra “¿Quién manda más, el rey o el alcalde?” para colegir que todos los políticos son malos. Ellas son la prueba, decimos nosotros.

La Fuenteovejuna (“nunca marcha atrás, siempre adelante”) de este domingo hizo honor al adagio de Gracian y fue doblemente buena. El montaje dura una hora escasa, ¿para qué más?

Al ver a este grupo de mujeres marginadas sobre el escenario queda claro que Fuenteovejuna son ellas. Tres veces excluidas, por ser pobres, por ser gitanas  y por ser mujeres. Las protagonistas son capaces de trasmitir la eterna pelea de los últimos, de los excluidos, de los marginados. Eso sí, con desparpajo, humor, alegría y una naturalidad que  nos dejó boquiabiertos. Cantan, bailan, se quejan de sus maridos y venden la ropa y la carne del comendador, "a un euro, chiquilla", en un mercadillo.

El montaje de Gamboa y Álamo tiene mucho de reivindicación social, la obra clama a cada paso por la libertad. El malo es un hombre, ¿quién si no?, que citando a Aristóteles dice que “la Ley es de quien la escribe”. Al final, ellas, el pueblo, acaban con la tiranía del comendador y lo hacen cantando a coro el estremecedor “Grándola villa morena”, el himno de la Revolución de Los Claveles de Portugal.

Todo acaba bien: el inquisidor solos les saca el consabido “¡Fuenteovejuna!” a la pregunta de quién mató al comendador y, con la tierna ingenuidad de toda la obra, la Reina Isabel las perdona. Y todas bailan “Suspiros de España” y Rocío Montero se pregunta, de nuevo, por quién le pondrá pilas para dejar de sufrir. El público aplaudió con ganas un gran espectáculo.

Actuaron Rocío Montero Maya, Carina Ramírez Montero, Sandra Ramírez Montero, Lole del Campo Díaz, Ana Jiménez, Rocío Rivas Flores, Beatriz Ortega Chamorro y David Montero, con dirección de Pepa Gamboa y dramaturgia de Antonio Álamo.

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