Siente el otoño en sus
pies helados al caminar
por el final del estío
de su vida.
Maduros frutos de constancia
van obteniéndose en el trayecto
del viaje.
Acolchado el sendero
de brotes de esperanza en su paseo.
Multicolores enredaderas
que combinan el verde con el grana
pasional.
Hay álamos caídos en el suelo,
pero otros emergen en medio
de la espesura natural,
valientes, en sus maduras
amarillentas hojas, que
saben que es necesario perder
para dar la oportunidad
a la savia nueva de otras.
Y él sigue avanzando
aproximándose a ese otoño
irremediable,
inexorable,
que ha de admitir.