Tomelloso

Luis Osuna, una vida dedicada a la música

El músico va a cumplir treinta años al frente de la Asociación Musical "Santa Cecilia” de Tomelloso

| Martes, 27 de Noviembre del 2018
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Luis Osuna Migallón va a cumplir treinta años al frente de la Asociación Musical “Santa Cecilia”.  Una formación que ha cambiado mucho, para bien, en estas tres décadas y de la que forman parte 85 músicos. Durante el concierto en honor a la patrona de la música, la banda rindió un homenaje a Osuna.

Osuna nos atiende amablemente en la sala de ensayos de la banda, en el Conservatorio Municipal de Tomelloso —entidad que también dirige—. Hablamos de sus inicios en la música y de estas tres décadas en “Santa Cecilia”. El director y la banda, que cumplió hace poco 100 años,  son el referente musical de Tomelloso.  

—Treinta años, nada menos, al frente de la Asociación “Santa Cecilia”…

Se pasa el tiempo volando… Vine de Sevilla, allí estaba en una banda militar en el Regimiento “Soria” 9. Me ofrecieron dirigir la banda de música, en la que empecé a tocar cuando tenía 12 años, y la escuela que entonces había en Tomelloso. Me eché la manta a la cabeza y me vine, sin pensarlo.

En Sevilla estaba muy bien y el ejército me gustaba, además, estaba por entonces con el famoso Abel Moreno, el autor de las marchas de Semana Santa. Yo fui el primero que tocó “La Madrugá” y la primera copia de la obra que circulo por España fue mía.

 —Ingresó con 12 años, nos ha dicho, en Santa Cecilia, ¿tenía familiares en la banda?

—He tenido familiares que se han dedicado a la música pero no en la banda, mi abuelo fue sacristán de La Asunción. Tocaba el órgano y compuso el Himno a la Virgen de las Viñas.  Mi tío Eloy, a la muerte de mi abuelo, también fue sacristán y organista. Mi tío Paco tocó también la trompeta y mi madre le daba al piano.

Empecé a tocar la guitarra, primero por cifra, con Nicolás Rodrigáñez y después con un profesor que venía de Pedro Muñoz, Fernando Calonge. Después me metí en el mundo de la banda de música. Empecé un verano, con doce años como digo, con don Aurelio Fernández Cabrera, que ya le daba clases de piano a mi hermana. Yo tocaba la flauta. Allí empezó todo.

—¿Hasta cuándo estuvo en Santa Cecilia?

—Estuve en la banda hasta el año 1979 que me fui a estudiar Matemáticas a Madrid.   

—La música y las matemáticas tienen mucho que ver, ¿no?

—Exacto. La música combina el tiempo con el sonido. Los músicos medimos el tiempo con las figuras y las figuras son proporciones. Como digo muchas veces, es ir llenado una caja con piezas y esas piezas son el tiempo, que tú tienes que distribuir, eso es matemática.

—Y se le cruzó la música.    

Dejé las Matemáticas e hice oposiciones para el Cuerpo de Música Militar del Ejército, para suboficiales, en el año 1979. Aprobé y me fui a dar vueltas por España, estuve en Zaragoza en San Sebastián y en Sevilla. Y luego nos vinimos para acá.

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—Supongo que en estas tres décadas la banda ha cambiado mucho.

—Un montón. Ahora mismo estamos en un salón que está muy bien. Cuando llegué me encontré el archivo de la banda dejado de la mano de Dios.  Más de mil obras amontonadas y sin saber lo que allí había. Para poder calentarnos, lo primero que hice fue encender estufas de leña, esa era la calefacción que había. Empezamos en el antiguo colegio de San Fernando, donde está ahora el SEPECAM. Cuando llegué, mi plaza era de director de la Banda Municipal y de la Escuela de Música. Eso también cambió y ahora doy director del Conservatorio y dirijo la banda de la Asociación Musical “Santa Cecilia”. En una época, las bandas dejaron de ser municipales para depender de una asociación.

Estuvimos en el colegio San Fernando hasta el año 2004, siendo alcalde Ramón González, que tuvimos que salir de allí por la cesión del edificio al Servicio de Empleo. La banda de música es como ese florero tan feo que te regala tu mejor amigo el día de tu boda. A pesar de ser muy feo, lo tienes que colocar para que cuando te visite tu amigo lo vea. Aunque no sepas donde ponerlo. Se podría escribir un libro bastante gordo con todos los lugares donde ha estado la banda. Estuvimos en el colegio Doña Crisanta, allí le daba al techo con la batuta y pasábamos mucho frío. En 2012, cuando el colegio Ponce de León salió de aquí, me lancé a pedir el edificio. Se lo solicité al alcalde de entonces, no ya pensando en la banda sino en el Conservatorio que estaba en la Casa Francisco Carretero y se había quedado pequeña. Fue un cambio muy bueno tanto para el Conservatorio como para Santa Cecilia.

Y musicalmente, ¿se ha notado su impronta en estas tres décadas?

—No soy quien para decirlo… En primer lugar, todos los chicos y chicas que forman parte de la banda han salido del Conservatorio. Hay quien ingresa en Santa Cecilia o en otra banda y hay muchos que no quieren nada. El paso a los institutos se nota un montón, hay muchos alumnos del Conservatorio que dejan la música. Se nota que ahora los músicos tienen una buena preparación. Antiguamente era el director de la banda el que tenía que dar clases de todo y, lógicamente, no sería experto en todos los instrumentos como sí lo son los profesores del Conservatorio.

La organización también ha cambiado mucho. Antiguamente la banda era un círculo más cerrado en el que entraban los músicos y poco más. Yo intenté que ese círculo se abriese a los músicos y la familia. Al fin y al cabo, las bandas de pueblo están formadas por gente amateur que está continuamente formándose y pasa mucha gente por ellas. Hay que pensar que la banda es una familia. Santa Cecilia ahora la celebramos durante casi todo el mes de noviembre y de cara a la sociedad.

—¿Y los repertorios?

—También han cambiado. Las bandas tienen que tocar de todo, no solamente pasodobles y pasacalles. En los conciertos hay que conjugar el repertorio clásico de las bandas, zarzuelas, pasodobles, oberturas… Pero a la gente joven hay que darles alguna pieza de música más actual. No solo a los músicos, también a la gente, hay que intentar que a los conciertos venga público de todas las edades. Y más ahora con los conciertos que hacemos en la feria en los que tan pronto tocamos Mecano, como ópera o Nino Bravo. Ahora que Queen se ha puesto de moda con la película, en los últimos conciertos estamos tocando piezas de ese grupo.

Hay que tocar de todo,  insisto, también las grandes obras compuestas para banda, con música muy actual. Composiciones de Ferrer Ferran o Jaco de Haan, que han estado hace poco en Argamasilla de Alba, que nosotros programamos mucho.

—¿Usted compone?

—Poco, poco. He compuesto el himno del colegio Carmelo Cortés y una arreglo del Himno de la Virgen de las Viñas.     

—La Banda Santa Cecilia ha cumplido hace poco un siglo.

—Cien años oficiales. Tenga en cuenta que somos los sucesores de la Banda Municipal de Tomelloso. Hay documentación en el Ayuntamiento con la constitución de la banda en 1917. Pero mucho antes, desde la mitad del XIX, ya existen datos de que había bandas en Tomelloso. Editamos un libro que escribió Mari Carmen Martín con la historia de la formación, con sucesos e historietas muy jugosas.

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—Viendo las historias de Tomelloso, tanto la de García Pavón como la de Dionisio Cañas, se aprecia que Tomelloso ha tenido siempre mucha inquietud musical.       

—Aquí hubo muchas rondallas, muchas orquestinas y, efectivamente, mucha inquietud musical. A Tomelloso se le nombra por sus pintores y escritores pero no por sus músicos. La música es algo que siempre está ahí y que solo echas de menos cuando te falta. El año pasado, los mejores estudiantes de Tomelloso, los que mejores notas sacaron en la PAEG, son músicos.

—Y ahora hay un montón de miembros de la familia Osuna en Santa Cecilia…

—Mis tres hijos, mi hermana, mi sobrina, también un sobrino estuvo en la banda… La música es algo que se va trasmitiendo de forma familiar. Hay muchas familias en la banda.

—En los últimos años se ha quitado la imagen de seriedad y se ha destapado como un showman…  

—De serio solo tengo la pinta… En los conciertos hay que hablar, hay que intentar dejar de ser frio y serio. Hay que desterrar que un concierto es algo serio, es importante, lógicamente, pero tiene que ser divertido.

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