Luis Osuna Migallón va a cumplir treinta años al frente de
la Asociación Musical “Santa Cecilia”. Una
formación que ha cambiado mucho, para bien, en estas tres décadas y de la que
forman parte 85 músicos. Durante el concierto en honor a la patrona de la
música, la banda rindió un homenaje a Osuna.
Osuna nos atiende amablemente en la sala de ensayos de la
banda, en el Conservatorio Municipal de Tomelloso —entidad que también dirige—.
Hablamos de sus inicios en la música y de estas tres décadas en “Santa Cecilia”.
El director y la banda, que cumplió hace poco 100 años, son el referente musical de Tomelloso.
—Treinta años, nada
menos, al frente de la Asociación “Santa Cecilia”…
—Se pasa el
tiempo volando… Vine de Sevilla, allí estaba en una banda militar en el
Regimiento “Soria” 9. Me ofrecieron dirigir la banda de música, en la que
empecé a tocar cuando tenía 12 años, y la escuela que entonces había en Tomelloso.
Me eché la manta a la cabeza y me vine, sin pensarlo.
En Sevilla estaba muy bien y el ejército me gustaba, además,
estaba por entonces con el famoso Abel Moreno, el autor de las marchas de
Semana Santa. Yo fui el primero que tocó “La Madrugá” y la primera copia de la
obra que circulo por España fue mía.
—Ingresó con 12 años, nos ha dicho, en Santa
Cecilia, ¿tenía familiares en la banda?
—He tenido familiares que se han dedicado a la música pero
no en la banda, mi abuelo fue sacristán de La Asunción. Tocaba el órgano y
compuso el Himno a la Virgen de las Viñas.
Mi tío Eloy, a la muerte de mi abuelo, también fue sacristán y organista.
Mi tío Paco tocó también la trompeta y mi madre le daba al piano.
Empecé a tocar la guitarra, primero por cifra, con Nicolás
Rodrigáñez y después con un profesor que venía de Pedro Muñoz, Fernando
Calonge. Después me metí en el mundo de la banda de música. Empecé un verano,
con doce años como digo, con don Aurelio Fernández Cabrera, que ya le daba
clases de piano a mi hermana. Yo tocaba la flauta. Allí empezó todo.
—¿Hasta cuándo estuvo
en Santa Cecilia?
—Estuve en la banda hasta el año 1979 que me fui a estudiar Matemáticas
a Madrid.
—La música y las
matemáticas tienen mucho que ver, ¿no?
—Exacto. La música combina el tiempo con el sonido. Los
músicos medimos el tiempo con las figuras y las figuras son proporciones. Como
digo muchas veces, es ir llenado una caja con piezas y esas piezas son el
tiempo, que tú tienes que distribuir, eso es matemática.
—Y se le cruzó la
música.
—Dejé las Matemáticas e hice oposiciones para el Cuerpo de Música Militar del Ejército, para suboficiales, en el año 1979. Aprobé y me fui a dar vueltas por España, estuve en Zaragoza en San Sebastián y en Sevilla. Y luego nos vinimos para acá.
—Supongo que en estas
tres décadas la banda ha cambiado mucho.
—Un montón. Ahora mismo estamos en un salón que está muy
bien. Cuando llegué me encontré el archivo de la banda dejado de la mano de
Dios. Más de mil obras amontonadas y sin
saber lo que allí había. Para poder calentarnos, lo primero que hice fue
encender estufas de leña, esa era la calefacción que había. Empezamos en el
antiguo colegio de San Fernando, donde está ahora el SEPECAM. Cuando llegué, mi
plaza era de director de la Banda Municipal y de la Escuela de Música. Eso
también cambió y ahora doy director del Conservatorio y dirijo la banda de la
Asociación Musical “Santa Cecilia”. En una época, las bandas dejaron de ser
municipales para depender de una asociación.
Estuvimos en el colegio San Fernando hasta el año 2004, siendo
alcalde Ramón González, que tuvimos que salir de allí por la cesión del edificio
al Servicio de Empleo. La banda de música es como ese florero tan feo que te
regala tu mejor amigo el día de tu boda. A pesar de ser muy feo, lo tienes que colocar
para que cuando te visite tu amigo lo vea. Aunque no sepas donde ponerlo. Se podría
escribir un libro bastante gordo con todos los lugares donde ha estado la
banda. Estuvimos en el colegio Doña Crisanta, allí le daba al techo con la
batuta y pasábamos mucho frío. En 2012, cuando el colegio Ponce de León salió
de aquí, me lancé a pedir el edificio. Se lo solicité al alcalde de entonces, no
ya pensando en la banda sino en el Conservatorio que estaba en la Casa
Francisco Carretero y se había quedado pequeña. Fue un cambio muy bueno tanto
para el Conservatorio como para Santa Cecilia.
—Y musicalmente, ¿se
ha notado su impronta en estas tres décadas?
—No soy quien para decirlo… En primer lugar, todos los chicos
y chicas que forman parte de la banda han salido del Conservatorio. Hay quien
ingresa en Santa Cecilia o en otra banda y hay muchos que no quieren nada. El
paso a los institutos se nota un montón, hay muchos alumnos del Conservatorio
que dejan la música. Se nota que ahora los músicos tienen una buena
preparación. Antiguamente era el director de la banda el que tenía que dar
clases de todo y, lógicamente, no sería experto en todos los instrumentos como
sí lo son los profesores del Conservatorio.
La organización también ha cambiado mucho. Antiguamente la
banda era un círculo más cerrado en el que entraban los músicos y poco más. Yo
intenté que ese círculo se abriese a los músicos y la familia. Al fin y al
cabo, las bandas de pueblo están formadas por gente amateur que está
continuamente formándose y pasa mucha gente por ellas. Hay que pensar que la
banda es una familia. Santa Cecilia ahora la celebramos durante casi todo el
mes de noviembre y de cara a la sociedad.
—¿Y los repertorios?
—También han cambiado. Las bandas tienen que tocar de todo,
no solamente pasodobles y pasacalles. En los conciertos hay que conjugar el
repertorio clásico de las bandas, zarzuelas, pasodobles, oberturas… Pero a la
gente joven hay que darles alguna pieza de música más actual. No solo a los
músicos, también a la gente, hay que intentar que a los conciertos venga
público de todas las edades. Y más ahora con los conciertos que hacemos en la feria
en los que tan pronto tocamos Mecano, como ópera o Nino Bravo. Ahora que Queen
se ha puesto de moda con la película, en los últimos conciertos estamos tocando
piezas de ese grupo.
Hay que tocar de todo, insisto, también las grandes obras compuestas
para banda, con música muy actual. Composiciones de Ferrer Ferran o Jaco de
Haan, que han estado hace poco en Argamasilla de Alba, que nosotros programamos
mucho.
—¿Usted compone?
—Poco, poco. He compuesto el himno del colegio Carmelo
Cortés y una arreglo del Himno de la Virgen de las Viñas.
—La Banda Santa
Cecilia ha cumplido hace poco un siglo.
—Cien años oficiales. Tenga en cuenta que somos los sucesores de la Banda Municipal de Tomelloso. Hay documentación en el Ayuntamiento con la constitución de la banda en 1917. Pero mucho antes, desde la mitad del XIX, ya existen datos de que había bandas en Tomelloso. Editamos un libro que escribió Mari Carmen Martín con la historia de la formación, con sucesos e historietas muy jugosas.
—Viendo las historias
de Tomelloso, tanto la de García Pavón como la de Dionisio Cañas, se aprecia
que Tomelloso ha tenido siempre mucha inquietud musical.
—Aquí hubo muchas rondallas, muchas orquestinas y, efectivamente,
mucha inquietud musical. A Tomelloso se le nombra por sus pintores y escritores
pero no por sus músicos. La música es algo que siempre está ahí y que solo
echas de menos cuando te falta. El año pasado, los mejores estudiantes de
Tomelloso, los que mejores notas sacaron en la PAEG, son músicos.
—Y ahora hay un
montón de miembros de la familia Osuna en Santa Cecilia…
—Mis tres hijos, mi hermana, mi sobrina, también un sobrino
estuvo en la banda… La música es algo que se va trasmitiendo de forma familiar.
Hay muchas familias en la banda.
—En los últimos años se ha quitado la imagen de seriedad y se ha destapado como un showman…
—De serio solo tengo la pinta… En los conciertos hay que hablar, hay que intentar dejar de ser frio y serio. Hay que desterrar que un concierto es algo serio, es importante, lógicamente, pero tiene que ser divertido.
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Miércoles, 14 de Mayo del 2025
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