Feliciano Martínez
Martínez inició en el año 1960 el periplo de una panadería que, a base de
esfuerzo, trabajo y hacer las cosas bien, se ha ganado una merecida posición y
reconocimiento en el mercado. El
fundador trabajo en la calle Oceanía hasta que en 1978 decidió entrar en
el proyecto de la panificadora, estancia
que se prolongó hasta el 85, año en el que retomó la actividad de la panadería
familiar , entrando en escena ya sus tres hijos varones: Pedro, Feliciano y
Lorenzo. Con los dos últimos hemos mantenido una agradable conversación. Sobrepasado
el mediodía, en la panadería se nota que el pico de mayor actividad ya ha pasado.
Los repartidores apura sus rutas y todo vuelve a prepararse para una nueva
jornada que dará comienzo a las tres de la madrugada. Los primeros en llegar y
los últimos en marcharse serán los tres
hermanos.
“En ese año 85 empezamos
ya los tres y mi padre, que ya estaba jubilado nos echó una mano muy valiosa
porque al fin y al cabo la experiencia como panaderos la tenían él y mi hermano
Pedro. También empezó con nosotros el hijo de Benito Carrasco. Partimos de cero, pero tardamos poco en
posicionarnos bien. El público respondió de maravilla”, -recuerdan-. El
distintivo de la panadería, en el que aparece el escudo antiguo de Tomelloso,
delata el sabor tradicional de una panadería que, sin embargo, han sabido
combinar con unas modernas instalaciones.
“Elaboramos el pan al
modo artesanal de siempre. Lo seguimos haciendo igual que lo hacía nuestro
padre, la diferencia es que contamos con
más medios. Antes hacíamos la levadura madre
y la teníamos que refrescar, al menos, un par de veces. Ahora ese
proceso lo hacemos de una sola vez y se mete en la cámara, pero la esencia del
trabajo sigue siendo la misma. Con fermentaciones largas que acaban
consiguiendo un producto natural y de mucha calidad. Lo hemos hecho toda la
vida con masa madre, algo de lo que presumen otros ahora, pero que nosotros
llevamos haciendo siempre”, -explican Lorenzo y Feliciano que defienden con
convicción su modo y manera de trabajar-.
Ese respeto a los cánones
tradicionales en Panadería Feliciano Martínez se ha sabido combinar muy bien
con la inversión en unas modernas instalaciones a las que llegaron en el año
2007. “Las instalaciones nuevas, con dos mil metros, nos dan comodidad. Antes,
por poner un ejemplo, con el horno giratorio era mucho el trabajo que había que
hacer, noches enteras con la pala. Ahora, en cambio tenemos uno superpuesto,
con un cargador que mete el pan en el horno y cuando está hecho lo saca. Pero la base de elaboración sigue siendo la
misma”.
Incluyendo a los tres
hermanos, son 33 empleados los que trabajan en la panadería. “Todo el personal
está trabajando el año entero. Además, los trabajadores miran por el negocio
igual que nosotros, están muy implicados. Algunos de ellos llevan 28 años
trabajando con nosotros”. Y toca hablar también del tesoro más preciado de la
panadería que es su clientela. “Todos hemos trabajado con el público y hemos
contactado mucho con los clientes, incluso hemos atendido ya a distintas
generaciones. Hemos visto a gente nacer, ir al cole, ver como se marchaban
estudiar fuera y su colocación definitiva en un trabajo. Eso es bonito, además
de la amistad que se crea con mucha gente”.
En la Panadería se
compagina también el reparto tradicional con los despachos. “El reparto lo han
querido prohibir en varias ocasiones al quererlo confundir con venta ambulante,
aunque en realidad es venta a domicilio por encargo. Es un servicio que se
quiere tener con los clientes, porque el
pan cuesta lo mismo en el despacho o el que llevan los repartidores a las
casas. Ahora tenemos 15 vehículos, y algunos de ellos funcionan con gasolina y
gas”.
El famoso pan de cruz,
que es una seña de identidad de Tomelloso y el conjunto de la provincia, es
otro de los motivos de la entrevista. “Es un pan de calidad, muy diferente a
otros panes percocidos que están de moda y que se sirven en muchos bares, por desgracia crudos, que fermentan dentro del
cuerpo y te estropean el estómago. Esto ocurre cuando un pan que está a mitad
de cocer, que sigue estando vivo. En cambio, el pan de cruz es un auténtico
manjar. Afortunamente, estamos viendo que ese pan barato que tanto se vendía
durante la crisis, ahora se vende en menor cantidad. La gente está empezando a
valorar la calidad, de hecho, nosotros hemos experimentado una subida de
fabricación bastante importante. La gente está regresando a los panaderos”.
Lorenzo refuerza su teoría con un ejemplo. “Un pan bien elaborado, con su
fermentación y cocción adecuadas, aguanta mucho más tiempo, conservando sus
propiedades. Todos nuestros productos llevan mezclas de harinas, unos dos,
otros tres, de distintos sitios de España, también de Tomelloso, de la fábrica
de Belló. Pero siempre mezclando las que pensamos que son las mejores harinas”.
En Panadería Feliciano
Martínez se venden y elaboran también productos dulces, “aunque no es nuestro
fuerte. Hay algunos productos como las magdalenas, las pastas, bizcochos o las tortas, que
los hacemos nosotros, también al modo tradicional de toda la vida. Pero en otros productos compramos la masa, los fermentamos y los
acabamos de elaborar”.
Emprendedores donde los
haya, los hermanos Martínez ya están pensando en una futura ampliación.
“Tenemos en proyecto montar un túnel de congelación para tres carros y tenemos
que ampliar el almacén y el aparcamiento. Estamos obligados porque somos los
que más fabricamos y los que más vendemos. La gente identifica nuestra
panadería con calidad y eso supone para nosotros un examen diario. Una vez que alcanzar un nivel lo tienes que
mantener”.
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Viernes, 23 de Mayo del 2025
Miércoles, 21 de Mayo del 2025
Sábado, 24 de Mayo del 2025