Qué pena que el motivo de celebración quede empañado al comprobar que en el cartel oficial de la Cabalgata de Reyes de Tomelloso aparecen como patrocinadores bancos, algunos de los cuales, sea dicho, se han destacado en lanzamientos hipotecarios y desahucios.

Atendiendo a los datos proporcionados por distintos medios de comunicación y organizaciones como la PAH, el banco relacionado con más procesos de desahucio es el BBVA, que acapara el 15,9 por ciento de ellos. Tras él se sitúa Bankia, objeto de importantes polémicas, reuniendo el 15,2 por ciento de los desahucios. A corta distancia nos encontramos con el Banco Santander, al que corresponden el 14,2 por ciento de los desahucios. Lo siguen Caixa Bank y Catalunya Caixa con el 13,8 y el 9,8 respectivamente. Es verdad que los bancos se avienen a negociar con las afectadas y últimamente se muestran más flexibles, pero la realidad de los últimos años les retrata.

No es la primera vez que el Ayuntamiento de Tomelloso, en manos del PSOE, blanquea a las entidades financieras en un acto tan especial, entrañable y mágico como la noche de Reyes. Es inevitable pensar en los casos de desalojo de familias con menores que por motivos económicos se vieron incapaces de poner al día el pago de sus obligaciones hipotecarias. Aquí, en Tomelloso, sin ir más lejos.

Mejor no meternos con la línea continuista del PSOE, con respecto a los gobiernos del PP, en materia de vivienda, sonrojantemente puesta en valor en la votación el pasado 20 de diciembre, en el Congreso, de la ley de crédito inmobiliario, que se ríe de las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, manteniendo los privilegios de la banca frente a las consumidoras. 

Pero volvamos al Ayuntamiento de Tomelloso; no se puede ser más torpe e insensible. Pues una cosa son las relaciones institucionales y comerciales con la banca y otra muy diferente es hacerles el trabajo; es decir, crear o facilitarles plataformas de legitimación social en un contexto de emergencia habitacional y con los estragos de una crisis que han profundizado la desigualdad.

Definitivamente, los políticos (empezando por los de nuestros municipios) viven en una realidad paralela, distante. Juegan en otra liga.