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Francisco García Pavón, un personaje universal

Francisco Navarro | Sábado, 26 de Enero del 2019
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Tomelloso —y todo el orbe literario— celebra este 2018 el centenario del nacimiento de Francisco García Pavón.  Este viernes se presentan, nada menos que en la Feria Internacional de Turismo, FITUR, las actividades que van a engrosar el año de García Pavón. Se ha preparado (y se continúa haciendo) un importante programa de actos con la familia del literato y el Ayuntamiento de Tomelloso pilotando las celebraciones. 

Francisco García Pavón nació, como sabe todo el mundo, en Tomelloso, el 24 de septiembre 1919, el año en que la feria se trasladó a la calle Don Víctor Peñasco. El escritor, sin ninguna duda, trasciende los límites de su querido pueblo. Los manchegos, especialmente los de Tomelloso, tendemos a contemplar a Pavón como alguien incardinado en los límites de este país (en el sentido más agrícola del término) y no somos conscientes de su universalidad. De hecho, su primera obra literaria Cerca de Oviedo poco tiene que ver con su levítica ciudad.

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García Pavón y Eladio Cabañero

García Pavón pronto abandonó La Mancha para trasladarse a Madrid a estudiar. Allí se licenció en Filosofía y Letras y obtuvo el grado de Doctor con una tesis sobre “Clarín” en 1952. Durante cuatro años pone en marcha y dirige la Biblioteca Municipal de Tomelloso, hasta que en 1956 se va definidamente a Madrid.

Además de ser un prolijo escritor, García Pavón  fue crítico teatral, periodista, ensayista y tertuliano habitual e ineludible del Café Gijón. Dirigió la editorial Taurus durante una década, fue Catedrático en la Escuela Superior de Arte Dramático (entidad que también dirigió). Junto a    a Federico Carlos Sainz de Robles y José López Rubio dirigió el Teatro Español y ganó frecuentes e importantes premios como el Nadal o el de la Crítica.

Francisco García Pavón fue amigo de sus coetáneos, Carmen Laforet, Miguel Delibes, Josep Pla, Ignacio Aldecoa, Dionisio Ridruejo, Camilo José Cela. Francisco Umbral o Baltasar Porcel, entre otros.  Además, queda encuadrado cronológicamente entre los prosistas de la posguerra, pero con su acusada independencia y personalidad. Y, por supuesto, tuvo un trato excelente con sus paisanos expatriados en Madrid, Félix Grande, Eladio Cabañero, los hermanos López Martínez, o Antonio López, ejerciendo una suerte de padrinazgo de los más jóvenes.    

Pero Pavón nunca se olvidó de Tomelloso. Organizó conferencias, fue el artífice de la Fiesta de las Letras y del fenómeno literario de la ciudad. García Pavón es el que abre camino a sus paisanos —según cuenta Rubén José Pérez en El Tomelloso literario. Una profecía autocumplida—para conseguir el éxito literario con el suyo propio. Trajo a Tomelloso a figuras de la talla de Pla, Cela, Rosales o Umbral, entre muchos otros.

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Intervención de Buero Vallejo en el homenaje a Pavón en el Palace tras la obtención del Premio Nadal

El Premio Nadal

Sin duda, ha sido el Premio Nadal el que ha marcado literariamente a Francisco García Pavón.  Durante su época universitaria el futuro escritor vive intensamente la vida intelectual del gris Madrid de la posguerra. Allí conoce a Emilio Alarcos y, especialmente, a Carmen Laforet. García Pavón hace el servicio militar (la Milicia Universitaria) en Oviedo. En Asturias compone su primera obra literaria en 1945, Cerca de Oviedo. En ella, el incipiente escritor hace un retrato malicioso de una ciudad provinciana, de la “Vetusta” de Leopoldo Alas, en la que ya se empieza a pergeñar su socarronería y su genialidad para el retrato minucioso de ambientes y personajes.

Carmen Laforet, que había ganado en 1944 la primera edición del Nadal con Nada, anima a Pavón a presentar la novela al galardón creado por la Editorial Destino. Inopinadamente, Cerca de Oviedo queda finalista del premio. Esa circunstancia es determinante para el desarrollo de su carrera literaria, el propio Pavón contará que ser finalista del Nadal  le hizo sentirse verdaderamente un escritor. Dado que Destino no publicaba por entonces a los finalistas de su premio, es el padre del escritor el que sufraga la edición de la obra. El libro tiene una gran acogida en la capital asturiana y la edición se agota rápidamente.

García Pavón se va a dedicar a partir de ese momento con intensidad a la novela corta y al cuento, un género que cultivará asiduamente durante toda su vida y en el que ha escrito las páginas más bellas de la literatura de la segunda mitad del siglo XX. Pavón, a juicio de este periodista, es el mejor cuentista de su generación, mejor incluso que Aldecoa al que le falta la ironía del tomellosero. Sus relatos aparecen en multitud de publicaciones y Pavón está en la nómina de los concursos más importantes de los años 50.  Esos relatos van a formar parte de sus primeros libros, Cuentos de mamá, Las campanas de Tirteafuera, Los liberales, Los carros vacíos o Los nacionales.

Con El rapto de las sabinas, García Pavón gana el Premio de la Crítica en 1968 y con El reinado de Witiza, vuelve a quedar finalista del Nadal. Esta obra es la primera novela de Plinio, que ya había aparecido en varios relatos y novelas cortas (El Cuaque, Los carros vacíos, Los jamones o Historias de Plinio) y es el primer bestseller del autor.

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Un descanso del rodaje de Plinio

Y, por fin, al año siguiente Francisco García Pavón gana el Premio Nadal con Las hermanas coloradas. Lanza titulaba en la portada del 7 de enero de 1970 “A la tercera – Francisco García Pavón, ganador del NADAL”. En una crónica de urgencia redactada sobre un despacho de la Agencia Cifra, el decano de la prensa regional daba cuenta del logro del tomellosero. También hay una “Charla urgente con García Pavón”, firmada por C.L.P. que transmite la alegría y las felicitaciones de la redacción (no en vano, García Pavón ha sido colaborador de Lanza).  El recién galardonado considera el Nadal como uno de los premios más importantes y supondrá “dar a conocer una obra policiaca de un género poco conocido en España”. Albiñana contaba el 18 de enero de 1970 que Plinio sustituirá a El Séneca en Televisión Española.

El 24 de enero de 1970 se celebró una cena en el Palace de Madrid como homenaje a García Pavón. Las localidades se podían adquirir (¡cómo no!) en el Café Gijón. Participaron, nada más y nada menos que Américo Castro, Dámaso Alonso, José María de Osorio, Gerardo Diego, Laín Entralgo, Antonio de Zunzunegui, Alonso Zamora Vicente, Luis Rosales, Antonio Buero Vallejo, Gonzalo Fernández de la Mora, Pablo Serrano, Gregorio Marañón Moya, Luis Rodríguez Viña, Fernando García de la Noceda, Carlos de la Vega Benalles, Enrique Lafuente Ferrari, Vicente Gallego, José López Rubio, José Antonio Muñoz Rojas, José María del Moral, Antonio Díaz Cañabate, Francisco Ayala, Miguel Delibes, Álvaro Cunqueiro, Rafael Vázquez Zamora, Rafael García Serrano, Ángel María de Lera, Pedro de Lorenzo, Miguel Mihura, José Luis Vázquez Dodero, José Ortega Spotorno, Antonio Mingote, Enrique Llovet, Antonio Fábregas Regino Sainz de la Maza,  Conchita Montes, Nuria Espert, Amparo Reyes, Hermann Bonin Llinás, Mercedes Prendes, Marta Santaolalla, Manuel Dicenta, Arturo Fernández, Cristino Mallo Francisco Arias, Antonio Quirós, Pedro Bueno, Cirilo Martínez Novillo, Luis García Berlanga, José Antonio Barden, Enrique Tierno Galván, Isidoro Sánchez Toves, Luis Esteban Goicoechea, José Luis Alonso, José Luis Prado Nogueira, José García Nieto, Fernando González, Josefina Rodríguez de Aldecoa, Eusebio García Luengo, Jesús Fernández Santos, Manuel Díez Crespo, Rafael Azcona, Eladio Cabañero, Félix. Grande, Jorge Campos, Eugenio Suárez, José María Jové Julián Ayesta, Ramón de Garciasol y Fernando Guillermo de Castro.

En febrero de ese año, Albiñana da cuenta del homenaje que Tomelloso rinde a García Pavón, cuatrocientas personas se sentaron junto al laureado escritor en la Escuela de Capacitación Agraria y no pocas las personalidades que acudieron al acto. García Pavón aseguró en el acto que “Lanza fue mi primer lanzamiento periodístico”.

García Pavón es ya un autor famoso. Y esa circunstancia se multiplica cuando sus relatos de Plinio son emitidos en Televisión Española. En ella participaron las figuras más importantes del momento, el director fue Antonio Jiménez Rico y los guionistas José Luis García Sánchez y José Luis Garci y la banda sonora fue de Carmelo Bernaola. El elenco de actores fue Antonio Casal, que hizo de Plinio, Alonso Del Real, en el papel de Don Lotario, Antonio Gamero, Antonio Vidal o María Isbert y Lola Lemos. A partir de entonces, ya nada fue igual, el tomellosero se había convertido en un escritor mediático.

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Firmando ejemplares de Las hermanas coloradas

Pavón y el teatro

Francisco García Pavón gana en 1957 la Cátedra de Literatura Española de la Escuela Superior de Arte Dramático de la que fue director. Esa circunstancia va a dar origen a una de las más importantes actividades intelectuales y profesionales de Francisco García Pavón. Y es que, en 1959 recibe una beca de la Fundación Juan March que dará como resultado el libro El teatro social en España, publicado en 1962.

Si fecunda ha sido la labor literaria de Pavón, no menos lo ha sido la crítica teatral. En 1962 sustituyó a Torrente Ballester en el Arriba y desde entonces no paró, colaborando con muchas y prestigiosas cabeceras. Además de El teatro social en España, publicó otros reconocidos ensayos sobre el arte de Talía. También pronuncia innumerables conferencias sobre teatro y prologa gran cantidad de obras teatrales tanto de autores modernos como clásicos. Junto a Federico Carlos Sainz de Robles y José López Rubio dirigió el Teatro Español de Madrid. Toda esa prolija actividad en el mundo de la escena dará origen a la concesión, a finales de 1964 del Premio de Cinematografía y Teatro. Francisco García Pavón mantuvo hasta su jubilación su Cátedra en la Escuela de Arte Dramático.

El Café Gijón

Según cuenta José Belmonte Serrano en Francisco García Pavón (1919-1989): vida y análisis crítico, nuestro protagonista desde que llegó a Madrid se refugió en el Café Gijón que por entonces era “un refugio de intelectuales y el sancta sanctorum del liberalismo”. Desde el principio participa en la llamada “Tertulia de los poetas” en la que conoce a Gerardo Diego, García Nieto, Aldecoa o Buero Vallejo. El conocido establecimiento estaba a cuatro pasos de la casa del tomellosero, que vivía en la calle Alberto Figueroa.

Otro de los asiduos del Gijón, Francisco Umbral, describe así a su tocayo   “Francisco García Pavón, también de Tomelloso, era rubio y señorito, de ojos claros y cara melancólica, un poco sosa; aunque fácilmente se animaba de mueca y aspaviento, en un conversar también un poco cervantino, plástico y arcaizante. Francisco García Pavón insistía, por ademán y la vida, en su condición de señorito de pueblo, haciendo de ello una personalidad literaria…”

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Homeaje a José García Nieto en el Gijón 1980

Francisco García Pavón se hizo un sitio en las tertulias literarias de Madrid, no solo en el Gijón. Era un tipo ingenioso, que tenía una charla agradable y relataba a sus contertulios las viejas historias de su Tomelloso. Su liberalismo intrínseco y su reconocida tolerancia le hacían ser respetuoso con las ideas contrarias a la suya. Pavón estuvo acudiendo al café de Recoletos hasta que pudo junto a otro insigne tomellosero, Eladio Cabañero.

El poeta valdepeñero Joaquín Brotons cuenta amablemente a este periodista su paso por el emblemático local. Brotons destaca la ironía y la socarronería de Pavón asegura que “el coñac Peinado estaba en el Gijón porque lo llevaron ellos”. Me asegura que Pavón era una institución, “Paco era muy querido y participaba en una tertulia buenísima, la de los poetas”. Ahora, lamenta el poeta, el Gijón es un reclamo turístico y se “ha convertido en un restaurante carísimo”. En los tiempos de Pavón “daban de comida paella, un bollo de pan y una frasca de Valdepeñas”. Para Brotons, el amor inequívoco de García Pavón a Tomelloso y La Mancha “le ha pasado factura”.

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 Homenaje a Plinio de la Policía Municipal de Madrid

Un autor universal

Francisco García Pavón pone a Tomelloso como centro de su obra pero fue un literato universal que supo llegar al gran público. Pavón recibió honores y premios en vida y el reconocimiento de la crítica y la profesión literaria. Su obra, especialmente Plinio, ha sido traducida a muchos idiomas y el jefe de la Guardia Municipal de Tomelloso (junto a su inseparable compañero, el albéitar don Lotario) es el origen de la novela policiaca española.

Aunque, la serie televisiva sobre el hierático policía acarreó malos entendidos con gente de Tomelloso que no supo distinguir la ficción de la realidad y pensaron que la imagen que ofrecía el telefilm perjudicaba a la ciudad. Uno desea que el liberalismo y la tolerancia de las que García pavón hizo forma de vida impregnen el centenario del celebrado escritor y esas rencillas (si es que alguna permanece después de casi medio siglo) queden completamente desechadas.

Fotos: “El cardo de bronce”, número homenaje a Francisco García Pavón 

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