Cuarta representación de la XXVI Muestra Local de Teatro de Tomelloso.
Carpe Diem ha puesto en escena “El veneno del teatro”, de Rodolf Sirera,
cosechando un rotundo éxito. La obra es
un thriller —que al periodista, salvando las distancias, le ha recordado las
celebradas “Historias para no dormir” de Ibáñez Serrador—, que juega con la
realidad y la ficción. Un montaje con
solo dos personajes en escena, Miguel Ángel Perales y Ángel Berzosa, dirigidos
por Miguel Ángel Berlanga, que ha cumplido, sin duda, la famosa sentencia de Gracián:
lo bueno si breve, dos veces bueno.
Al inicio de la representación, Miguel Ángel Berlanga, ha
dado las gracias a todos los que han hecho posible que Carpe Diem llegue a sus
primeros veinticinco años. Emocionado, el director se ha acordado de todo el mundo,
desde la primera representación. Ha tenido un emotivo recuerdo para Pedro Marta
“que está en el cielo” y le ha dedicado el primer estreno en el que no está presente.
Y se ha levantado el telón… durante algo más de una hora, la
magia del teatro se ha apoderado de los presentes. Sin tregua, “El veneno del teatro” ha hablado —y los
actores lo han dejado claro con su actuación— de la pasión por el arte de Talía,
que es la vida misma, uniendo realidad y
ficción con una difusa línea en la que no se sabe donde acaba una y empieza
otra. Todo ello con una escenografía justa, atractiva pero sin estar por encima
de los actores; suficiente.
La función comienza con equívocos y parte del encuentro entre
un hombre poderoso, un marqués, a quien da vida Miguel Ángel Perales y un
famoso actor teatral. Gabriel de Beaumont, de quien hace Ángel Berzosa. Buscan discernir acerca de las dos teorías teatrales de la Ilustración (época
en la que se desarrolla la obra), la identificación con el personaje o la
exteriorización del mismo.
Gabriel de Beaumont, un famoso actor, es invitado por el
Marqués, un aristócrata famoso por sus aficiones extravagantes, a visitarlo en
su palacio. Le va a encargar la interpretación de una obra sobre la muerte de
Sócrates, escrita por el propio noble. Nuestro actor comprobará pronto que todo
es una trampa, el noble lo va a someter
a un experimento (“fisiológico”) sobre realidad y representación, sobre la
muerte.
Berzosa y Perales se enfrentan en un magnífico duelo interpretativo,
¿quién se atrevería a a menospreciar el teatro aficionado? Cada uno en su
papel, cambiando de registro cuando llega el caso, actuando con solvencia, con
contención… Ángel Berzosa está perfecto haciendo de Beaumont —con numerosos
cambios de tono y actitud— y Miguel Ángel Perales, frío, enigmático, peligroso
por momentos, borda al aristócrata amoral.
El montaje de Berlanga nos envuelve en una atmósfera fría y
de distanciamiento de los personajes, no toma partido por ninguno, ni los juzga: nos los expone con crudeza.
Cuando ha caído el telón el público ha prorrumpido en una
gran ovación, los actores han saludado en repetidas ocasiones, incluso el
director ha tenido que subir al escenario. Ha sido una gran noche de teatro.
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Viernes, 26 de Abril del 2024
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