Opinión

La seguridad, fortaleza insuficiente para el ser humano

Fermín Gassol Peco | Sábado, 23 de Marzo del 2019
{{Imagen.Descripcion}}

El afán del hombre siempre ha consistido en la búsqueda permanente de múltiples seguridades que le permitan ser más fuerte hacía lo esperado y menos vulnerable ante lo imprevisto. La mayor paradoja del ser humano reside curiosamente en que sabiéndose finito y caduco como todo aquello que ha sido creado, utiliza su intelecto e instinto a cada instante para intentar no serlo.

Y es que no existe nada que produzca sensación más tranquilizadora que la de estar completamente asegurado para hacer frente al futuro, cuestión por otra parte muy distinta y a veces contraria a estar muy seguro de sí mismo. Hoy aseguramos todo para salvaguardar lo que tenemos; cosas, bienes y hasta personas; aseguramos cosechas, empresas, vehículos, viviendas, vacaciones y también aquello que puede acaecer y alterar nuestro futuro como son accidentes y enfermedades y lo hacemos de acuerdo a unos baremos que en estos dos últimos casos resultan difíciles de concretar. Y por asegurar, aseguramos hasta nuestras vidas tasándolas también en función de no se sabe qué, pues la vida, aquello que somos, es lo único que no puede someterse a una cuantía pues tiene un valor que es absoluto. 

Lo que resulta verdaderamente indicativo e incongruente por otra parte, es el hecho de que a pesar de poder y querer asegurar todo para afrontar con más tranquilidad el mañana, nadie pueda hacerlo con su ilusión, su esperanza, es decir…con su propio futuro. (Propongo desde aquí que alguna aseguradora lo incorpore a su catálogo porque tendría mucho tiro comercial.  Al fin y al cabo como diría Woody Allen el futuro es lo que más nos interesa porque es donde vamos a pasar el resto de nuestras vidas). 

Sin embargo, en el onírico caso de poder asegurar nuestro futuro, supondría de alguna manera matarlo ya que eliminaríamos tres cosas identificativas y consustanciales en él: la probabilidad, el riesgo y la sorpresa, es decir, acabaríamos cargándonos la historia convirtiendo la existencia en algo predeterminado como sucede en el comportamiento de los animales irracionales. 

Quizá suene fuerte lo que digo pero ese anhelo por controlar todo, incluso el futuro, además de imposible, supondría un vano y peligrosísimo esfuerzo en eliminar todo aquello que nos identifica como personas, es decir, el pensamiento, la gratuidad y sobre todo la esperanza, algo que ningún otro ser vivo puede conceptuar y por tanto desear.

En esta dinámica de prever y asegurar, cobra especial importancia nuestra relación con lo trascendente, con lo que nos supera con aquello que puede otorgarnos una dimensión mayor y distinta como sujetos inteligentes. Para ello, si lo encuentra conveniente, el hombre es capaz de lanzar al cielo una enorme red mental para intentar atrapar a Dios y domesticarlo a su razón. “El hombre, en su orgullo, creó a Dios a su imagen y semejanza”. (Friedrich Nietzsche). 

Estaríamos hablando, pues, de Dios como un medio más a utilizar para nuestro propio beneficio: seguridad y afirmación constituyen una dinámica completamente contraria a la que posibilita conocer la verdadera identidad del ser humano, cuál es su constante exposición al imprevisto, al ejercicio de su libertad y a lo que Dios le tiene encomendado, en definitiva a su verdadero futuro. ”La vida es la novela de Dios. Dejad que El la escriba. (Isaac Bashevis Singer)


1332 usuarios han visto esta noticia
Comentarios

Debe Iniciar Sesión para comentar

{{userSocial.nombreUsuario}}
{{comentario.usuario.nombreUsuario}} - {{comentario.fechaAmigable}}

{{comentario.contenido}}

Eliminar Comentario

{{comentariohijo.usuario.nombreUsuario}} - {{comentariohijo.fechaAmigable}}

"{{comentariohijo.contenido}}"

Eliminar Comentario

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter
  • {{obligatorio}}