Tomelloso

La Sinfónica Verum cosecha un gran triunfo en Tomelloso con la Titán de Mahler

La Voz | Viernes, 26 de Abril del 2019
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Este jueves previo a la Romería de Tomelloso, la Orquesta Sinfónica Verum, dirigida por Miguel Romea, ofreció un soberbio concierto en el Teatro Municipal de Tomelloso. La velada musical llegaba  dentro del Programa Actuamos de las Artes Escénicas de Castilla-La Mancha. El público que acudió al teatro —no tanto como el espectáculo hubiese merecido— disfrutó con el recital, que la Verum dedicó a la Virgen de las Viñas, como quedó demostrado con la gran ovación con la que premió a esta orquesta que tiene su sede en Tomelloso.

El concierto, titulado “La Titán de Mahler”, sufrió un cambio de programa en su primera parte. Así, se inició con los Encantamientos de Viernes Santo de la ópera Parsifal, de Wagner. Los de Romea ofrecieron una interpretación pausada, sonora, con la densa quietud de Wagner, describiendo de forma exquisita los sufrimientos de Viernes Santo.

La Verum acabó la primera parte con “Noches en los jardines de España”, de Manuel de Falla. Germán García fue el solista de estas “impresiones sinfónicas” del músico granadino.  Los músicos interpretaron la España más profunda y típica, cromática e impresionista, Romea movía los brazos y el cuerpo, entregado,  y por momentos se nos antojaba un banderillero o un recortador. La orquesta visitó los tres jardines que propone falla con solvencia y acompañados por el virtuosismo de piano de García (que recibió los aplausos del respetable).

Tras retirar el piano del proscenio y una pausa, comenzaba la segunda parte del concierto. La primera sinfonía de Gustav Mahler, la Titán. Este cronista acudió al concierto con todas las reservas del mundo, dada su difícil relación con ese músico. Y es que, el lector lo recordará, hubo un tiempo —durante los años 80 y 90— en que todo era Mahler. El autor del famoso adagietto sonaba a todas horas, los políticos los recomendaban (Alfonso Guerra, especialmente), todo el mundo lo escuchaba, tanto que uno, por saturación se alejó de ese autor.

Pero (empiezo por el final), tras el concierto de la Orquesta Sinfónica Verum, uno se ha reconciliado con el marido de Alma. Dirigidos por la batuta de Romea, los músicos estuvieron a la altura de esta obra, moderna en su tiempo, que introduce el sinfonismo del siglo XX.

La orquesta transita por los cuatro movimientos de la sinfonía, con el público entregado desde el primer compás, aplaudiendo las pausas.  El primer movimiento nos introduce y define la obra. En el segundo, el Scherzo, nos invita a bailar n los asientos, Romea se mueve hiperbólicamente, se nota que el director está a gusto. La Verum (y Mahler) nos dan un respiro con la soberbia marcha fúnebre del tercer movimiento; el solo de contrabajo del principio pone los pelos de punta. Y el último movimiento, con su impactante apertura, que sorprende y asusta, parece que el teatro se vaya a hundir, hasta llevarnos (pasando por todos los temas de la obra) al dramático final de la Titán.

Cuando Romea baja la batuta, el público premia a la orquesta y su director con una gran ovación. Miguel Romea tiene que salir varias veces a saludar.   

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