La gracia de las bailarinas más pequeñas estuvo presente de principio a fin, lo mismo que el embrujo, duende y elegancia del baile español que pusieron sobre las tablas las alumnas mayores de la escuela. Impresionó también el número de Grecia, con bailarinas que sostenían todo el peso de su cuerpo con una pequeñísima base de la punta de los dedos del pie. Las más pequeñas buscaban con la mirada a sus padres y abuelos, se reían y disfrutaban. Al lucimiento del espectáculo contribuyó también un rico, variado y cuidado vestuario. Las casi dos horas que duró la gala se hicieron muy cortas. Ayudó también los temas musicales elegidos, el sonido, el juego de luces, las imágenes que se proyectaban en la pantalla o la implicación del público que acompañaba con palmas algunos de los bailes.

Al final, llego la esperada entrega de diplomas, tanto los del curso como los de la Royal Academy, y ese pequeño pero emotivo homenaje que se rendió a Agustina Gallego que lleva ya 33 años enseñando danza en Tomelloso. “Muchas de estas chicas no se dedicarán al baile, pero los valores de constancia y displicina que les has enseñado lo tendrán presente el resto de sus vidas”, le dijo el presentador.

Agustina no quiso atribuirse todo el mérito de la gala y lo compartió con otras profesoras del centro como Gema y Patricia y también con Maribel que siempre mantiene esa relación tan directa con los padres y madres.