Opinión

Cuatro mil años utilizando el acuífero manchego

Joaquín Patón Ponce | Lunes, 15 de Julio del 2019
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Un agricultor manchego joven -30 años-  entra con una carpeta llena a rebosar de papeles en el edificio en el que se encuentra la sede de la Confederación Hidrográfica del Guadiana en Ciudad Real.  Ya ha estado aquí otras veces pues tiene varias parcelas en Llanos del Caudillo que riega mediante pozos perforados para extraer agua del acuífero.

Después de preguntar varias veces consigue llegar al despacho desde donde le  han pedido la documentación de uno de los pozos que hay en sus propiedades, el que tiene en el paraje conocido como “Las Motillas”. Se sienta frente al funcionario, después de saludarse los dos hombres el agricultor le entrega los documentos del pozo y las parcelas que riega con él. “Todas las parcelas tienen derechos de riego”,  dice el requerido.

El funcionario pasa unos diez minutos estudiando los papeles y, finalmente pregunta al agricultor: ¿Cuánto hace que se riegan estas tierras? El agricultor contesta, muy serio:” Unos cuatro mil años”.

El funcionario se queda un buen rato mirando al agricultor con gesto extremadamente adusto. Finalmente dice: “Yo soy muy bromista también, pero no en asuntos relacionados con el trabajo”.  El agricultor le dice que  es broma a medias, ya que en la parcela hay una motilla, en el centro de la cual había un pozo para extraer agua del acuífero,  abastecer una comunidad de humanos y regar algunas tierras alrededor de la motilla, todo ello en La Edad del Bronce, hace aproximadamente 4.000 años.

 Las Motillas son unas pequeñas elevaciones del terreno, con forma circular. Hace muchos años que se investiga su antigüedad, habiéndose fijado en la Edad del Bronce. También se ha investigado su utilidad, y solo hace unos pocos años, a raíz de la excavación de la Motilla del Azuer, en Daimiel,  se ha podido conocer. En el interior de estas peculiares construcciones existía un pozo de grandes dimensiones, el cual se utilizaría para abastecimiento de una pequeña comunidad de humanos y para regar algunas tierras cercanas. Tenían otras utilidades que no citaremos, pues no vienen al hilo de lo tratado en estas líneas. 

Existe un paraje en La Mancha, conocido como  “Las motillas”, al cual le da nombre la existencia de varias decenas de estas construcciones en unos pocos kilómetros cuadrados de superficie. Lamentablemente, en la actualidad,  solo quedan diez o doce, pues el resto han sido retiradas para facilitar el laboreo de las parcelas. Este paraje está situado muy cerca de la localidad de Llanos del Caudillo.

El funcionario se acordó de haber leído algo al respecto y cambió de expresión. Los dos hombres se pusieron a trabajar y resolvieron las dudas que había sobre algunas de las parcelas. Incluso el empleado público,  en algún momento  le dijo al agricultor: “Le hemos llamado a usted porque hay una diferencia importante entre lo que dice  y lo que figura en los archivos de la Confederación: usted dice que 4.000 años y a nosotros nos figuran 500 años menos, solo 3.500”.

Hace algunos miles de años que el acuífero de La Mancha se utilizaba, pues era la única fuente más o menos constante para obtener el líquido elemento en estas tierras de duro clima, requemadas por veranos tórridos y secos.

En un pasado mucho más cercano, en los siglos XIX y XX, huertas por toda la Mancha se abastecían de agua con el sistema de norias. Las huertas eran muy importantes en poblaciones grandes, como Tomelloso, pues los agricultores de este pueblo criaban de secano viñas, cereales y melones. Sin embargo, cultivos como el pimiento, el tomate o las habas, si no se riegan regularmente, no hay cosecha.

A los cultivos como cereales, melones, sandías y algún otro más, no les vienen nada mal unos   riegos de apoyo. Sin embargo, la tenacidad de los agricultores de la zona hizo que seleccionaran con paciencia durante    generaciones las semillas más resistentes a las duras condiciones climatológicas de La Mancha. Las sandías y los melones se criaban perfectamente de secano, en terrenos bien laboreados por los agricultores tomelloseros. Los cereales, las lentejas y otros también. Como ya se ha dicho, por ejemplo, los pimientos, de secano,  por aquí no se llegan a cosechar.

La explicación de la abundancia de Motillas en el paraje del mismo nombre se nos viene ahora a la mente pues por este paraje no pasa ni habrá pasado nunca ningún río de caudal estable . Sin embargo, hay que tener en cuenta que esta es una de las zonas de toda la Mancha en la que los pozos tienen más caudal de agua, además de que esta es de muy buena calidad para el consumo humano.

Desconocemos la técnica utilizada por los  “manchegos” de la edad del bronce para extraer agua de los acuíferos. Tampoco podemos estar seguros de que en todas las motillas hubiese un pozo, mientras no se excaven algunas más, aunque todas las teorías indican que sí. El sistema utilizado en los siglos XIX y principios del XX fueron las norias.     

La Mancha ha sido desde hace milenios un terreno con largos periodos de clima caluroso y seco. Además el subsuelo está formado en muchas zonas por densas capas de roca caliza porosa, en las cuales el agua se filtra hacia abajo. Aún en las épocas en que llueve abundantemente en nuestra llanura manchega, no se ven ríos de caudal abundante. Y que resistan el tórrido verano con buen flujo hídrico… El Guadiana y poco más.

El abastecimiento de agua a las poblaciones humanas establecidas en la llanura ha sido, desde siempre difícil y problemático. En muchas ocasiones ha sido necesario recurrir a los depósitos subterráneos, al acuífero. Si bien no hay apenas ríos, tenemos bajo nuestros pies importantes masas de aguas subterráneas. 

La correcta utilización de estos recursos hídricos es fundamental para el desarrollo de la zona, el control debe tender a que la cantidad de agua que reciben los acuíferos cada año coincida con la que se extrae. De esta forma evitaremos llegar a situaciones como las que se produjeron años atrás, en las que los acuíferos, más que sobre explotados, estuvieron al borde de la desecación total.

Cuando el error de la parcela quedó subsanado, los dos hombres se levantaron, esta vez sonrientes ambos y el agricultor dijo al funcionario: “Ni para ustedes ni para mí, si le parece, dejamos en la documentación de los pozos la fecha de inicio del riego de la parcela hace 3.750 años. Con las perforaciones podemos reflejar que se hicieron un año antes”.

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