Han tenido que pasar 35 años para que un autor en euskera sea galardonado con el Premio Nacional de las Letras que otorga el Ministerio de Cultura. En esta edición ha recaído en Bernardo Atxaga (Asteasu, 1951), un escritor tan especial e inclasificable como su lengua materna.
El jurado del premio ha destacado “su contribución fundamental a la modernización y proyección internacional de las lenguas vasca y castellana”.
Quien se haya adentrado en su obra habrá tenido la suerte de darse de bruces con mundos oníricos (solo baste recordar
Obabakoak),
personajes insólitos y tramas indescifrables. La búsqueda de la memoria y
la impertubabilidad de sus paisajes, los reencuentros con el pasado y
las contradicciones del género humano conforman un
equipaje imprescindible en una producción literaria única y por tanto
inimitable. Podrá enganchar o no, pero hay que resaltar que nos
encontramos ante un escritor con un estilismo y uso de cánones
literarios difíciles de encontrar en el resto.
Etiopía (selección de poemas), Obabakoak, El hombre sólo, Esos cielos, El viaje, El terrorista, El hijo del acordeonista, Días de Nevada, son parte de su itinerario. Acaba de publicarse su anunciada última novela, Etxeak eta hilobiak (Casas y tumbas) en Pamiela. En febrero será la versión al castellano, que editará Anagrama.
Quizá no tan conocida, pero no por ello menos importante, es su prolífica dedicación a la literatura infantil, con una veintena de libros (Memorias de una vaca, Shola y la tía de América, Shola y los leones...)
Bernardo Atxaga. Pocos como él aúnan con maestría tradición y vanguardia. Y eso, en una lengua minoritaria es mucho decir.
Felicidades.
Zorionak!
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Miércoles, 17 de Abril del 2024
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