Opinión

Celofán

Fermín Gassol Peco | Sábado, 30 de Noviembre del 2019
{{Imagen.Descripcion}}

“Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”. Nicolás Maquiavelo.

Bien podría ser este refrán una síntesis de otros dos mucho más conocidos relacionados también con el mundo de las apariencias y que, a pesar de sonar contradictorios, expresan a las mil maravillas las dos caras de una misma verdad. ”Las apariencias engañan” y “No basta que la mujer del Cesar sea honesta, también ha de parecerlo”. La apariencia como disfraz de algo que no existe o como exhibición de una realidad más valiosa o profunda.

 Los celofanes vienen siendo utilizados desde hace mucho tiempo como envoltura en los regalos que hacemos dada su vistosidad, pues a nadie con un mínimo de sensibilidad se le ocurre presentarlos envueltos en papel de estraza o de periódico. El celofán como ese envoltorio que confiere cierto aire de misterio y elegancia, como toque final y atrayente que otorga más categoría al contenido, incluso cuando el regalo tiene de por sí un gran valor. De ahí que el celofán sirva para confirmar la categoría de lo que envuelve, al igual que la honestidad en la mujer del César.

  El papel celofán se presenta como sucede con todos los productos que existen hoy en el mercado con muy diferentes aspectos. Los hay transparentes, con distintos colores de mayor o menor intensidad, lisos, con rayas o dibujos, adhesivos, todo dependiendo del tipo de obsequio que contiene y quién sea su destinatario. Que no puede presentar el mismo aspecto el regalo que se hace a un niño, que a una persona de la que estés enamorada y no digamos si se trata de agradecer algún favor. En cualquier caso lo que conlleva es un agradable y delicado aspecto y tacto; de hecho muchas personas lejos de destruirlo, lo guardan como recuerdo, sobre todo si el regalo recibido es de la persona amada.

 Llegados a este punto se preguntarán a cuento de qué esta alusión y descripción de algo que no parece tener demasiada entidad y tienen toda la razón. Pues bien, los motivos que me llevan a hacerlo se encuentran en el hecho de que este atractivo papel está hoy presente de manera cotidiana en nuestras vidas, no porque regalemos nada sino porque forma parte de los regalos que nos hacen, unos regalos que sin embargo, no sabemos muy bien en qué consisten.

Y es que hoy el papel celofán envuelve muchas declaraciones, pactos, situaciones, decisiones, acuerdos, reuniones, fotografías, incluso carencias, todas ellas muy estéticas. Hoy se pronuncian muchas palabras celofán, frases celofán, existen demasiados viajes que nos resultan muy caros para celebrar reuniones y llegar a acuerdos celofán, mucho gobierno celofán, muchas sonrisas y decisiones celofán. Muchos papeles celofán que envuelven muchas cuestiones propias de un zoco del todo a cien.

Maquiavelo tendría razón también hoy, cinco siglos después, en su apreciación hacia esta civilización de las apariencias, amante de lo superficial y estético, en la que resulta mucho más rentable aparentar que ser, incluso en aquellos casos en los que el envase está vacío como sucede en no pocos de los regalos que los políticos nos hacen hoy. Naderías envueltas en ese elegante papel que, de eso se trata, resulta desde luego muy agradable al tacto y la visión; que no nos engañemos, sigue sin haber nada nuevo bajo el Sol. Maquiavelo que ejerció como diplomático ya sabía muy bien a su manera para qué servía el celofán. 

1048 usuarios han visto esta noticia
Comentarios

Debe Iniciar Sesión para comentar

{{userSocial.nombreUsuario}}
{{comentario.usuario.nombreUsuario}} - {{comentario.fechaAmigable}}

{{comentario.contenido}}

Eliminar Comentario

{{comentariohijo.usuario.nombreUsuario}} - {{comentariohijo.fechaAmigable}}

"{{comentariohijo.contenido}}"

Eliminar Comentario

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter
  • {{obligatorio}}