Casi tres décadas después, Dionisio Cañas ha reeditado “Tomelloso
en la frontera del miedo. Historia de un pueblo rural: 1931-1951”. Para hablar del libro quedo con el escritor en
un bar de centro de Tomelloso. Escogemos un rincón “pavoniano”, con luz
directa, al lado de un ventanal, lo que nos permite ver la vida pasar mientras
charlamos. Dionisio me regala el libro “Para Francisco Navarro, esta parte de
nuestra historia local”. Fuera hace frío y nosotros pedimos cafés (descafeinados,
que no está el horno para alcaloides).
La edición es de Almud Ediciones, el volumen es blanco y con
una foto antigua de la ciudad: un niño con babero observa una larga avenida gris.
El autor ha revisado y aumentado la edición y le ha escrito un prólogo. Hablamos
sin mucha prisa de la gestación de “Tomelloso en la frontera del miedo” hace casi
treinta años y de la época tan convulsa que relata. Para la foto nos vamos a la
plaza de España.
—Veintiocho años
después ve la luz la segunda edición de
“Tomelloso en la frontera del miedo”.
—La primera edición es de 1991. Entonces era alcalde de
Tomelloso Javier Lozano y me propuso publicar ese periodo de la historia de la
ciudad del que Francisco García Pavón no quiso escribir: la República, la
Guerra Civil y la inmediata posguerra. El proyecto me pareció muy bien, pero
por entonces yo era profesor universitario en Nueva York y no podía trabajar al
cien por cien en él. Pedí tres o cuatro becas para personas que hicieran una
investigación previa durante un año, y así se hizo. Carlos Moreno Benito en la
parte deportiva; Miguel Ángel González,
que investigó sobre la guerra y Emilia García Bolós y Magdalena Aliaga que eran
historiadoras. Posteriormente pedí una excedencia de un año y durante ese
tiempo Emilia, Magdalena y yo ampliamos la información.
—¿Qué supuso para
usted ese encargo? ¿Cómo lo vivió?
—Para mí fue una aventura. No soy historiador, como tampoco
lo era Pavón, pero sé investigar. Estuvimos durante un año indagando en los
archivos de Tomelloso y descubrimos muchos detalles de la vida cotidiana de la
ciudad. No solamente los conflictos que pudieron surgir en una época tan
convulsa, también la vida cotidiana. La cultura, el ocio y todo aquello que de
alguna forma pudieron ser esas dos décadas. Fueron veinte años que marcaron
profundamente la historia de Tomelloso.
—Recuerdo que el
libro levantó una gran expectación y tuvo una gran acogida.
—Se agotó casi inmediatamente, pero han pasado treinta años
y nadie se decidía a publicarlo, ni PP, ni PSOE, ni nadie. Y lo he reeditado
en la editorial Almud.
—Supongo que habrá
revisado y ampliado el libro.
Al publicarlo de nuevo hice una revisión general, puse al
día la bibliografía y añadí un capítulo sobre la familia Arrarte y la
Cooperativa de Pequeños Colonos La Protectora de Tomelloso que publicamos en
este diario. Sobre todo, insisto, era un libro que me pedían, incluso de países
extranjeros como Estados Unidos.
—¿Le ha costado mucho
esa revisión?
—No, tenga en cuenta que los hechos son los mismos. Tampoco
hubo críticas escritas que cuestionasen el contenido. Tratamos de que fuese un
libro equilibrado y ameno. Porque “Tomelloso en la frontera del miedo” no es un
volumen para especialistas. Es riguroso, puesto que todo está documentado, pero
escrito de una forma amena como hizo García Pavón con su Historia de Tomelloso.
—Aunque lo haya
contado muchas veces, el título de la obra tiene que ver mucho con Pavón.
—Sí, es una cita directa de un relato de Pavón, donde él muy
sabiamente decía que cuando acabó la guerra “estábamos en la frontera de un
miedo que se iba y otro que llegaba”. Pavón no quiso escribir directamente la
historia de ese mundo que venía y del que pasó, que fue tremendo. Estoy seguro
de que lo hubiera hecho mucho mejor que yo y con mayor conocimiento, por lo
menos desde el punto de vista humano. Pero, de manera muy atrevida, dice en sus
cuentos lo que podía haber contado en la Historia de Tomelloso. Para mí fue una
fuente fundamental.
—Y también tuvieron
otras fuentes, creo que las orales fueron muy importantes.
—Claro, tuvimos en cuenta muchas fuentes. Las orales, que
desgraciadamente se han perdido, fueron fundamentales. Esa memoria oral o
popular, la contrastábamos con la documentación que había sobre los hechos y
con los relatos de Pavón. Es decir, el libro es una mezcla de investigación,
memoria oral y la obra de Pavón.
Nosotros hablamos con mucha gente, algo que nos daba una visión diferente de los hechos reales. Era muy interesante como muchas personas mitificaban los hechos ocurridos como la “venía” o el “ciclón”. Es fascinante explorar la memoria de las personas comparándola con los datos reales.
—Su libro rompe ese
concepto de lugar feliz que Pavón asigno a Tomelloso, alejado de las guerras y
dedicado solo al trabajo.
—Pavón idealiza una arcadia manchega en Tomelloso porque yo
creo que le venía bien no atormentarse con la realidad que vivió. Tanto cuando
empieza la República, como durante la Guerra Civil y la inmediata posguerra. Al
ser un creador de ficción era normal que quisiera evadirse de los problemas que
tan a la vista había. Si no hubiesen existido no se habrían cometido las
barbaridades que se cometieron, asesinar a personas, por ejemplo de derechas, y
luego de izquierdas. ¿Si todos nos llevábamos también, por qué se asesinaron a
personas de los dos bandos? Hubo momentos muy violentos que, por otra parte,
fueron muy comunes en toda España, tampoco tenemos nada de especial en eso.
—¿Cómo ha conseguido
el equilibrio ese que me ha dicho anteriormente al tratar una época tan
convulsa y, por otro lado, de tanta actualidad?
—Como decía Sartre, no se puede decir que un libro es
objetivo al cien por cien porque ser objetivo es convertir en objeto a las
personas. Por otra parte, siempre me impuse (y lo impuse al equipo) contar todo
lo que había pasado, no parcialmente. En ese sentido, creo que es un libro muy
equilibrado y aun así, me criticaron desde la izquierda y desde la derecha.
Recibí el fuego cruzado de los dos extremos. Tengo que decir que “Tomelloso en
la frontera del miedo” no es un libro extremista, ni de opinión, sencillamente
es un testimonio de lo que pasó en este pueblo durante esas dos décadas.
—Una época en la que
las artes y la cultura de Tomelloso florecieron aún más.
—Esa tradición de una actividad cultural bastante activa y brillante
de Tomelloso no se rompió ni durante la república, ni durante la guerra, ni la
posguerra y de la cultura se habla en cada uno de los capítulos del libro.
—¿Cómo cree usted,
que ha investigado esa época, que se llega a avivar el odio para acabar en la
tragedia que acabó?
—Es una constante en la historia de la civilización. En
principio, podemos vivir en sociedad pero cuando un conflicto explota, empiezan
a aflorar pleitos ocultos. Lo que estaba claro es que la clase obrera de
Tomelloso no estaba contenta con la situación que vivía. Si no hubiese habido
ese descontento no se habría desencadenado esa violencia posterior.
—El carnaval y la
prostitución han sido una constante en la historia de Tomelloso.
—Claro. El carnaval aquí era una forma de protesta social. En
los carros de Talía se representaban obras que eran una crítica a los
poderosos. Hoy sería políticamente incorrecto hacerlo. En esos tres o cuatro
días la gente decía cosas que no se pronunciaban cara a cara o en público. Ha sido
algo que siempre ha permanecido ahí… Tomelloso siempre ha sido un poco rebelde
respecto al poder.
La prostitución estuvo protegida durante la guerra y durante
el franquismo. Aquellas mujeres cumplieron una labor importantísima para los
hombres de Tomelloso. Durante la dictadura de Franco fue uno de los pocos
lugares donde permaneció. Aquí la gente no le gusta hablar de esa tradición.
Aunque, hay que decir, que ahora es repugnante, la prostitución es una trata de
personas que hay que erradicar.
—El libro se lo
dedica a su madre “y a todos los hombres y mujeres de Tomelloso cuyos nombres
no aparecerán en los libros de Historia”.
—Insisto, aún estamos a tiempo de recoger a través de
testimonios las cosas que han pasado en Tomelloso, como la historia de la
emigración, que no incluyo en el volumen. Esas personas no aparecen en los
manuales pero forman parte del noventa por ciento de la historia. Sin la
colaboración de esas personas, ¿qué sería la historia de un pueblo? La historia
de los hombres y mujeres de Tomelloso es tan importante o más que la del
Ayuntamiento.
—¿Es cierta la
tradición que asegura que los hombres y mujeres de Tomelloso han trabajado codo
con codo por sacar adelante el pueblo?
—Definitivamente. Yo le puedo contar lo que ocurrió en mi
familia, mi madre y sus hermanas trabajaban igual que los hombres, desde niñas.
Mi madre con diez o doce años ya estaba trabajando en el campo, de semana en el
bombo.
—Por cierto, ¿dónde
se puede comprar el libro? ¿Va a hacer presentación de “Tomelloso en la
frontera del miedo”?
—La Editorial Almud tiene una página web en la que se puede
comprar directamente. Supongo que las librerías de Tomelloso lo pedirán para
venderlo. El 9 de enero en el Casino de Tomelloso habrá un acto para presentar
el libro. No será una presentación al uso, sino más bien una conversación con
los lectores, será sobre este libro y un número monográfico que me ha dedicado
la revista Monograma.
—¿Con qué se queda de
Tomelloso en la frontera del miedo?
—Yo que vivía en Nueva York y solo venía a Tomelloso de
juerga y a divertirme, había escuchado mucho hablar a mis padres sobre la
historia de la ciudad. Aprendí mucho haciendo el libro, me quedo con que mi memoria
personal se enriqueció mucho viendo los pequeños detalles de lo que ocurrió en
Tomelloso en aquellas dos décadas tan problemáticas. Fue un ejercicio de aprendizaje
importante, para mi propia identidad y la identidad del pueblo.
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Viernes, 26 de Abril del 2024
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Jueves, 25 de Abril del 2024